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Augusto Torres volvió al pago

Domingo, 04 de octubre de 2015 00:00
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Con 30 años de edad, lleno de sueños y en el mejor momento de su carrera artística, Augusto Torres partió hacia España un 26 de junio de 1971 "solo por algunos meses".
Así lo pensó aquel día, pero esos pocos meses se transformaron en años y esa visita temporal en una residencia permanente. Tras 43 años, el artista que llevó nuestra cultura musical al Viejo Mundo regresó a General Gemes, su ciudad natal, para reencontrarse con un cúmulo de recuerdos que recorren desde su infancia hasta su juventud.
La música fue parte de su alimento diario desde niño, porque su padre se dedicó a ella y le transmitió el mismo amor por las melodías, tanto que dedicó su propia vida a ese arte.
A los 5 años se mudaron a El Bordo y a los 8, su familia se radicó en la capital. En su juventud cosechó una gran amistad con Jorge Cafrune, quien ya se asomaba entre los folcloristas destacados de la época. "Jorge trabajaba en el bar Madrid, que era de su tío, cerca de la estación de ferrocarril, y fue él quien me contagió las ganas de cantar", recuerda.
Al poco tiempo, Torres con unos amigos, entre ellos Daniel Toro, formó el conjunto Los Forasteros. "Mi único interés era cantar, porque trascender en Salta, cuna del folclore, era muy difícil en esos años. Charlábamos mucho y un día nos pusimos como meta llegar a Buenos Aires y de allí intentar alcanzar el éxito", cuenta.
Recuerda que por entonces, "un representante con muchas vinculaciones, el doctor Barbarán, buscaba formar un grupo folclórico y puso a cargo de la selección de voces al recordado Lito Nieva. Fue Daniel Toro quien me propuso y animó a que nos presentemos, que podía ser una gran oportunidad. Me probaron y para mi felicidad me seleccionaron por mi registro de voz".
Tras los ajustes de rigor, el conjunto fue bautizado como Los Nombradores y lo integraban cinco voces muy distintas: Daniel Toro, Lito Nieva, Quique Ibarra, Antonio Bordón y Augusto Torres como primera voz. Al poco tiempo participaron del primer festival de Cosquín y grabaron su primer LP (long play). "Era un estilo único, algo distinto a lo que se conocía. Creo que nadie nos superó musicalmente hasta el presente por las particularidades en la mezcla de voces", evalúa Torres.
Tras ocho años de trabajo y éxitos, Toro decidió seguir su carrera como solista y lo reemplazó Jorge Longo. "Una vez más Daniel, que estaba triunfando con su inconfundible tono, me animó a hacer lo mismo, me invitó a sus giras y lo acompañé", recuerda.
En el 71, Torres decidió cambiar de aires y partió a España, donde se había puesto de moda la música sudamericana. "Era un viaje de tres meses, pero terminé por radicarme, me conocían artísticamente como Duende, según me bautizó un locutor de radio, planté raíces conformando una familia y el regreso se hizo esperar más de 40 años", dice. Continuó haciendo del canto su forma de vida, amplió su repertorio, cambió su estilo y aún su voz resuena en los escenarios: "Creo que pronto voy a dejar de hacer presentaciones. Ahora disfruté de mi regreso a Salta y del reencuentro con tantos amigos y buenos recuerdos".
En su visita, Augusto Torres pudo abrazar a su familia y a sus viejos amigos, en especial a Daniel Toro. Con el sueño cumplido de pisar su tierra natal, regresó a su segunda patria con la esperanza de poder realizar un nuevo viaje en una fecha que solo Dios dirá.
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