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A 15 años de la jornada más violenta que vivió el norte

Martes, 10 de noviembre de 2015 00:00
Un camión policial quedó totalmente destrozado y quemado en el piquete de la ruta 34. 
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El 10 de noviembre de 2000 Tartagal vivió su día más violento cuando una turba, liderada por piqueteros, arrasó con todo a su paso. Pedían a los Gobiernos nacional y provincial puestos de trabajo y la reincorporación de personal despedido de algunas empresas de la zona, entre otras demandas, en un reclamo que denominaron "reparación histórica para el departamento San Martín".
La trágica jornada se inició en las primeras horas cuando un desocupado, que desde hacía días permanecía en el corte de la ruta nacional 34, cayó mortalmente herido tras los intentos policiales de retirar las barricadas y liberar la vía.
Era Aníbal Verón, quien dos semanas antes había quedado sin trabajo en una empresa de transportes de la capital.
Cuando los manifestantes se encontraban sobre la ruta, en la entrada sur de General Mosconi y a la vera de la base operativa de la empresa Tecpetrol -hoy una dependencia de la Gendarmería Nacional- y de la planta de almacenamiento de Refinor, destruida por los mismos piqueteros cuatro años después, se inició el enfrentamiento entre los cientos de manifestantes y efectivos de la Policía de la Provincia.
Arrasan Tartagal
La Justicia nunca determinó quién asesinó a Verón y los manifestantes, amparados en el argumento de que ese hecho los indignó, llegaron por cientos hasta Tartagal en una horda irrefrenable, destrozaron el edificio municipal, quemaron la sede del Banco de la Nación Argentina y el depósito judicial, del que además sustrajeron gran cantidad de armas.
Cuando el radio céntrico era un verdadero caos, se sumó gente de la misma ciudad que arrasó con varios locales comerciales e incendiaron vehículos estacionados.

El vandalismo
Marcelo Barrientos, periodista de Tartagal, cubrió los saqueos aquel 10 de noviembre desde el momento en que se iniciaron, pasadas las 7 de la mañana, como movilero de la FM Géminis. "Lo primero que vi en la ruta fue un hombre tirado, pero nunca imaginé que le habían disparado ni que moriría a los pocos minutos. Era Verón. Había unas 600 personas y observé que comenzaron a replegarse hacia el norte porque la Policía estaba al sur. Eran dirigidas por piqueteros como José "Pepino'' Fernández y todos lo que lideraban la UTD Mosconi. De Tartagal estaban Aldo "Cheto'' Fernández, el Porteño Aguirre, Dora Velázquez y Sonia Durán, entre los que recuerdo. Decidieron caminar los 6 kilómetros que separan Mosconi de Tartagal y advertí lo que se venía porque los escuché hablar".
Barrientos logró comunicarse con su radio y dijo frases tales como "los ánimos de esta gente están muy caldeados, no van con las mejores intenciones", en un anticipo de lo que ya se veía venir. "No me animaba a decirles que iban a saquear Tartagal. Si me escuchaban me linchaban. Cerca de la entrada sur de Tartagal pude oír que gritaban "...vamos al Pórtico (el hotel) porque ahí están todos los funcionarios'', lo cual no era cierto, pero igual entraron. Me quedé parado transmitiendo y pude ver que los que iban adelante salían con botellas y manteles. Era un desastre", describe.
Barrientos recuerda que "luego de unas cuadras se produjo un enfrentamiento con el personal que estaba en la Unidad Regional 4; los manifestantes tiraban bombas molotov, pero desistieron de enfrentarse y siguieron hasta el centro. En la calle Alberdi algunos se separaron y otros siguieron derecho, pero con el mismo fin: saquear todo lo que se pudiera".
La cobertura de Barrientos siguió hasta las 2 de la mañana porque pese a que horas después Gendarmería salió a las calles, había focos de desmanes en diferentes puntos. "Fue el peor día que vivió Tartagal y pasados 15 años, las fuentes de trabajo genuino y las inversiones nunca llegaron.
La barbarie total
Ivana Guzmán es empleada municipal y en aquellos años comenzaba a incursionar en el periodismo, por lo que el 10 de noviembre la encontró cubriendo los acontecimientos desde la calle. "El productor me manda a Mosconi y al llegar ví que el edificio municipal y la comisaría ya estaban en llamas. Hice unas cuadras y me encontré con un grupo de manifestantes que se llevaban como rehenes a cuatro policías hacia la ruta 34. Estaban muy golpeados y uno de ellos perdía mucha sangre. Me di cuenta de que era la barbarie absoluta cuando vi que varios hombres se acercaban a los policías heridos y les orinaban en el rostro. Pasado un rato, con otro compañero regresamos a Tartagal en moto. A la altura de la Unidad Regional vimos el enfrentamiento armado entre policías y piqueteros. Hoy creo que no volvería a cubrir un hecho como ese porque sentíamos que las balas nos picaban cerca y sin embargo no dejábamos de transmitir".
La joven recordó que "por robar, un chico se lastimó el cuello y le colgaba la piel; vi empleados de un comercio hacer un cordón humano para evitar que los delincuentes avanzaran. También pude observar que unos 80 policías, muy juntos, se replegaban y ocultaban en el Regimiento 28 de Infantería. Fue muy impresionante cuando el jefe del penal, que ocupaba el mismo edificio de la comisaría, abría la puerta para evitar que los 30 detenidos murieran asfixiados o calcinados. En la plaza quedó tirada mucha mercadería saqueada".
La jornada de furia más grave que vivió Tartagal fue un anticipo de lo que un año más tarde sucedería en el país con la caída del gobierno de Fernando de la Rúa.
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