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"Los australianos son muy amigables y relajados. Ellos dicen siempre, para despedirse de los amigos: Take it easy, algo como nuestro tomátelo con soda", contó el argentino que visita Salta todos los años.
La diversidad cultural con la que Nicolás convive no deja de sorprenderlo. Mientras le contaba a El Tribuno cómo fue su experiencia de vida en Sydney, también organizaba un asado con los vecinos del edificio en el que vive.
"Una familia de hindúes me pidió que no haya carne de vaca, y otra familia musulmana pidió que no haya cerdo y que los cortes de carne sean halal, que quiere decir aprobados por su religión. Aunque tenía planeado comprar unas tiras de asado y unos chorizos de cerdo, me voy a tener que conformar con comprar unos pollos halal y ponerles chimichurrri". Esta es la mejor forma de describir Australia.
"Lo que siempre me impresionó de Sydney es la cantidad de gente que no nació aquí o que tiene una influencia fuerte de otros países. Por ejemplo, los padres de mi novia son escoceses, pero ella nació en Hong Kong y muchos de mis amigos vienen de familias chinas, griegas y sudafricanas", relató.
El tiempo le permitió superar algunas dificultades. No fue fácil al principio. Primero fue el idioma, porque si bien hablaba inglés, tenía un acento fuerte y le faltaba vocabulario. Lo segundo fue conseguir su primer trabajo. Cuando pisó el suelo de los canguros, él tenía 18 años y ninguna experiencia laboral, algo muy poco frecuente en la cultura laboral australiana, ya que los chicos comienzan a trabajar en el verano o los fines de semanas desde los 15 años.
Tras varias semanas de insistir consiguió su primer empleo: lavacopas. El tercer obstáculo fue el estudio. Se decidió por una carrera terciaria sobre bienestar social. Entonces se dio con que la forma de evaluación era muy diferente.
"Al principio estudié eso como una manera de aprender inglés, pero me terminó gustando. Después hice una carrera universitaria parecida a la de asistente social y luego un posgrado en Estudios de Desarrollo y otro en Políticas Sociales". Hoy Nicolás trabaja en Nueva Gales del Sur. Maneja un equipo que se dedica al planeamiento y contratación de servicios para personas con discapacidad en el sudoeste de Sydney.
"Entre las cosas que más valoro de Sydney están las chances y las oportunidades laborales, los espacios verdes y el multiculturalismo. Por suerte el desempleo es bastante bajo, así que si uno se esfuerza, a la larga, generalmente, le va bien. Aunque haya años mejores o peores, uno más o menos sabe lo que puede venir y planear un futuro", contó.
Entre sus anhelos está el de volver a vivir en su provincia, pero todo dependerá de las posibilidades laborales que encuentre. "Seguro que en algún momento me animo", aseguró. También aspira a que sus hijos, cuando los tenga, conozcan Salta, aprendan el idioma y se conecten con sus raíces. Es que Nicolás, a pesar de residir hace más de una década en Australia, siempre se supo argentino.
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