inicia sesión o regístrate.
Laberintos humanos. Última oportunidad
Nos reunimos con Mandingo tras su trono para escuchar lo que nos proponía. Algo nos hacía sospechar que estaba en desventajas, aunque no podíamos comprender qué era. Como quien se saca el sombrero porque hace calor, Mandingo se quitó la corona de tetrabrik, puso la capa roja de diablito sobre el respaldo del trono, y desde su cara de perro nos dijo que nos daba una última oportunidad.
¿Cuál es esa oportunidad?, quiso saber Armando. Vida y riqueza para ustedes cuatro si es que traicionan al resto de la humanidad en esta negociación, le respondió el Malo buscando en nuestros ojos un resquicio de esperanzas, pero si estuvimos firmes cuando nos creímos perdidos, ¿cuánto más íbamos a estarlo ahora, cuando veíamos su debilidad cada vez más claramente?
Carla Cruz le dijo firme que íbamos a volver al barrio San Francisco sin ninguna ganancia más que la de reencontrarnos con nuestros vecinos en una vida que sería igual que siempre. ¿Pero ustedes se olvidan de lo miserable que es la vida en todas partes?, casi nos gritó el Mandingo. Pongamos que no tenga el poder de ofrecerles otra cosa, ¿no entienden que pierden la oportunidad de ser los reyes, al menos entre los perros?
Comprendíamos, si, que Mandingo estaba traicionando a los miles de perros que lo esperaban aullando en la cueva, y Carla Cruz se alzó por sobre el trono para advertirles: yo sé que los hemos humillados por siglos, les dijo a los miles de perros que la escuchaban sorprendidos. Ya sé que todo el amor que nos tuvieron no fue más que miedo, les dijo.