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Alejandro Bark, uno de los bienhechores que organiza los viajes al interior, contó que en esta ocasión llegó junto a Darío Fernández y Juan Serrano, empleados en la imprenta del Congreso, por primera vez, y que vivieron una experiencia inolvidable junto a sus ahijados del norte.
La mercadería es trasladada todos los años en camiones del escuadrón 20 de Gendarmería nacional, pero en este caso el caudal del río había crecido considerablemente por lo que debieron cruzar en chalanas, para caminar durante una hora por un sendero en medio de la selva hasta llegar al establecimiento educacional de Media Luna. Alrededor de 800 empleados del Congreso hicieron aportes monetarios mensuales, realizaron campañas para juntar elementos como ropa de abrigo, calzados, útiles escolares, libros, frazadas, colchones, almohadas, ropa de cama, alimentos no perecederos, elementos de higiene personal y juguetes, que fueron entregadas a las escuelas que apadrinan. "No son dádivas ni sobras, son donaciones de corazón. Cada año nos comunicamos con los directivos, y en base a las necesidades más urgentes preparamos nuestros regalos. Ojalá cada día seamos más colaborando con esto, para que todos los chicos de nuestro país accedan a sus derechos, cada uno de ellos" explicó.
Las ganas de ayudar nacen en 1997, cuando un grupo de empleados del Congreso de la Nación conocieron en la Carpa Blanca que se levantó frente al Congreso a dos docentes de Pichanal y Media Luna, y cuando "todos creíamos que no existían las escuelas rancho ellos nos contaban todo lo contrario", dijo Alejandro.