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Dos hermanas de 12 y 14 años miran a cada rato su teléfono celular, están en las redes sociales todo el tiempo. La madre les reclama ayuda. "Están todo el día con el celular. No me ayudan con las cosas de la casa!", y les impone una penitencia: que le entreguen los teléfonos. Las chicas salen al colegio y no vuelven a su hogar. Dos días después, una de ellas -la menor- regresa a la casa de su abuelo. La otra es aún intensamente buscada. Y se devela que junto a ellas dos había una tercera chica.
Estos casos de adolescentes que se fueron de sus casas sin destino conocido ocurrieron esta última semana. Sus familias quedaron totalmente angustiadas; la Policía y organismos de seguridad debieron extremar los esfuerzos para encontrarlas. Y el conflicto -grande o chico- que originó el enojo juvenil y la fuga probablemente no se resolvió. Moda adolescente o fenómeno social o psicológico, las fugas del hogar muestran, por estos días, una curva ascendente en las estadísticas policiales de Salta.
Si bien no se trata de una modalidad nueva, parecería haberse puesto de moda por la cantidad de personas, sobre todo menores, que desaparecen semana tras semana. Están, por un lado, quienes ponen el acento en el gran peligro que significa tener un menor deambulando por algún rincón de la ciudad. Mientras que, por otro lado y teniendo en cuenta la cantidad de casos que se vienen sucediendo, emerge casi por decantación la hipótesis de suponer que los adolescentes encontraron una forma de estar "en boca de todos". Muy riesgosa por cierto.
Los números
A diario se reciben cinco denuncias por menores que se fugan del hogar. El año pasado eran cuatro. Y en lo que va de este 2015 ya se registraron 380 denuncias. De los casos ocurridos entre enero y marzo, todos los chicos retornaron a su casa, la mayoría por voluntad propia. De hecho, según los registros de la Policía de la Provincia, ninguno de estos niños en pos de fugarse había salido de Salta.
La reincidencia está siempre latente. En el 95 por ciento de los casos, los chicos tienen antecedentes por fugas anteriores. Durante 2014, hubo 1.760 denuncias. Especialistas coincidieron en que situaciones de maltrato, el abandono familiar, la falta de comunicación, la violencia sexual, física o verbal hacen que los chicos tomen esta determinación.
Al notar que su hijo no llega a la casa, la mayoría de los padres llama al 911. El Sistema de Emergencias emite una alerta de búsqueda a patrullas, móviles y controles vehiculares. No es menor la movida que se genera en términos de fuerzas de seguridad por una persona, sea ésta menor y mayor.
Luego se invita a los parientes, familiares o tutores a radicar la denuncia en la comisaría. En todos los casos interviene la División de Lucha contra la Trata de Personas. "Ante la gran incertidumbre, ya que no sabemos qué caso puede ser de trata", dijeron desde la institución.
Esa denuncia es, para la fuerza, un sumario informativo. Inmediatamente la Policía debe consultar a un asesor de menores e incapaces del Ministerio Público, quien da la orden de ubicar el paradero del menor desaparecido y dialoga con los padres para interiorizarse de la posible causa de fuga.
Lo que sigue en materia de investigación en situaciones de personas desaparecidas también es decisión del magistrado de turno.