inicia sesión o regístrate.
Mientras tanto, en el oficialismo la lógica de "a todo o nada" va ocupando más terreno y crece la idea fuerza de que a estos comicios hay que ganarlos como sea; incluso con un gol sobre la hora, en tiempo de descuento y con la mano, si es necesario.
Es interesante desde esta óptica analizar algunos sucesos que han ido apareciendo en esta semana en la campaña a la que el gobernador Juan Manuel Urtubey definió, casi proféticamente, como sucia. Los hechos posteriores han dejado en evidencia lo paradójico de aquel mensaje.
En la contradicción aparecen algunos de sus funcionarios que ningunearon los salvajes ataques a jóvenes que apoyan a la oposición o el intento de homicidio -tal como lo calificó la Justicia- al ataque perpetrado contra Carlos Marín. El pegatinero fue víctima de una emboscada por parte de grupos que trabajan para la campaña de Urtubey. Marín fue herido gravemente y, pese a la denuncia contra sus agresores, para el oficialismo se trató de "una pelea más".
Pero la campaña sigue con las reglas de juego que se imponen en estos tiempos; las pegatinas y carteles oficialistas ganan espacios en una obscena muestra de manejo en los fondos públicos. Difícilmente alguien pueda pensar que todo el dinero destinado a la exposición de Urtubey y sus candidatos salga del bolsillo de cada uno de ellos. Hay algunos que muestran el colmo del desenfado: ya ni siquiera son candidatos, pero siguen alquilando espacios para mantener su sueño electoral y la frívola idea de que la imagen lo es todo. Algo así como candidaturas testimoniales que surgieron previas a los acuerdos políticos, pero que quedaron allí como ejemplos indolentes de la "administración pública".
Pero la campaña que el oficialismo entiende como "limpia" va más allá de esto. Movilizar desde la Cooperadora Asistencial a madres con niños en brazos para escrachar las sedes de la oposición puede ser legítimo en las mentes perversas de ciertos funcionarios, pero trasladarlos al lugar en camionetas del Gobierno es lisa y llanamente una inmoralidad, amparada desde lo impune y con la complicidad de activistas disfrazados de periodistas. Eso es sacar rédito de la necesidad de la gente y subestimar sin ningún escrúpulo un pensamiento o una propuesta alternativa a este modelo de gobierno.
Es por eso que se ha notado también una actividad muy intensa en las redes sociales, donde muchos empleados del Estado exhiben con orgullo en su CV un apartado interesante: "tuitero de Urtubey". Desde allí se descalifica permanentemente las propuestas, sobre todo a las de desarrollo, empleo y vivienda, como si esto no mereciera la atención de cada salteño.
La provocación está a la orden del día en las redes sociales, pero también en las calles y los policías observan.
La actitud contemplativa se transforma solo en casos en los que la campaña oficialista se ve bajo algún tipo de riesgo.
En esta lectura es necesario advertir que la Policía se convierte una vez más en un órgano de difusión partidaria que descuida sus obligaciones naturales para dedicarse a la custodia de la cartelería, los pegatineros y los activistas a sueldo del Gobierno.
Un fuerte rumor se instaló estos días en el norte de la provincia, donde los empresarios y productores ya no niegan un cambio de visión electoral. Las ciudades más importantes de esa región, hasta hace poco tiempo bastiones infranqueables del urtubeycismo, parecen haber migrado en su posición hacia otras propuestas más concretas que el inconcluso Fondo de Reparación Histórica.
Con la idea de retomar posiciones es que allí se ha concentrado la energía de campaña de Urtubey e Isa.
Los rumores hablan de una sugestiva reactivación de los movimientos piqueteros de los cuales las autoridades policiales tienen pleno conocimiento.
Sería bueno entonces que la fuerza de seguridad de la provincia optimice su tarea preventiva, identificando y focalizando los evidentes actos de la "campaña sucia".
.
.
.
.
.
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x