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Son nueve las cuadras de la fatalidad en la zona oeste del macrocentro de la Capital. Desde la calle Talcahuano hasta el canal de la Esteco están destruidas todas las calles y las veredas.
Además, las intersecciones se volvieron una amenaza mortal y, como para que se complete el infierno, hay que mencionar que hay varios pozos con cloacas a cielo abierto.
Todo comenzó en noviembre del año pasado, cuando el secretario de Obras Públicas de la Municipalidad de Salta, Jorge García, anunció entre aplausos el nuevo plan de inversión en agua y saneamiento para el período 2015-2019.
Allí figuraban las obras en calle Mendoza, para la provisión de agua corriente en la zona oeste alta.
Ningún vecino se podía imaginar que iban a demorar más de cuatro meses para hacer pasar un caño por la calle.
"Comenzaron en diciembre y aún no terminan. Abren pozos y no los cierran. Yo les pregunté a los muchachos de Aguas del Norte y me dijeron que no les dieron los materiales para cerrar los pozos y que por eso quedan así", dijo un de los comerciantes afectados por un cráter abierto en su vereda de Mendoza y Chacabuco.
A ese hueco lo hicieron el miércoles pasado y hasta ayer destilaba aguas servidas por las calles en dirección a avenida San Martín.
"En cualquier momento va a pasar una desgracia porque los chicos se van a jugar en esas aguas podridas. Cualquiera se puede caer y entonces nos lamentaremos todos", contó otra vecina.
En la intersección con la Coronel Moldes hay un orificio que ocupa media calzada e impresiona porque el cartel indicativo de "bache abierto" quedó chico.
Son aberturas de casi dos metros de diámetro solo señalizadas con cintas y unas pocas maderas.
Así las cosas, ni las veredas se salvaron. Abrieron las zanjas y así la dejaron. Las rellenaron con escombros y los que sobraban los dejaron formando pequeñas apachetas a mitad de cuadra. Ninguna cuadra se salvó y ya fueron muchos los frentistas que, hartos de no tener las veredas aptas para la circulación, decidieron repararlas por cuenta propia.
Además, por los pozos abiertos se convierte en una martingala el cruzar por la calle Mendoza.
Los conductores no saben si mirar los agujeros y las zanjas o fijarse si viene algún auto por la intersección.
En esa realidad se originan las más curiosas noticias. En la primera quincena de febrero un automóvil pequeño quedó atrapado en una de las zanjas, en la esquina de Mendoza y Gorriti.
Otro de los vecinos comentó que el problema no se presenta solo en la Mendoza sino que toda la zona oeste está afectada.