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El puestero que cría animales en un pequeño campo de Tartagal sorprendió a dos sujetos que se movilizaban a bordo de una camioneta de color rojo cuando estos se disponían a sustraerle elementos de su propiedad, en la humilde vivienda que construyó con materiales que le proporcionó el monte tartagalense.
En la precariedad y la humildad de estos pequeños productores, Rita Gómez, esposa del baleado, relató que días antes ya habían estado en el puesto y que "manos anónimas" les habían robado un poncho, una escopeta y otros elementos.
El domingo, el abuelo criador montó guardia como un tigre y les cayó "cuando los delincuentes se aprestaban a llevarse todos los elementos del rancho de don Gallo", dijo.
La mujer aseguró que su marido los sorprendió, pero no aclaró si don Gallo usó la diplomacia antes de que la violencia, aunque dijo que el criador se hallaba muy molesto por el robo de su poncho, días atrás.
Vecinos consultados dijeron que probablemente el campesino salió al encuentro de los delincuentes machete en mano y los desafió a la usanza gauchesca a bajarse de la camioneta y dirimir el asunto como en los viejos tiempos. No fue así. Uno de los ladrones bajó de la camioneta y le hizo varios tiros que impactaron en diferentes partes del cuerpo.
"Mi esposo solo tenía un machete para defenderse. Los tiros le impactaron en el homóplato, en el pie, en la mano y en la pierna, pero logró ahuyentar a los malvivientes y evitar el saqueo de la casa", relató Rita.
Su esposa dijo que lo balearon porque sabían plenamente que a su esposo "no lo iban a correr con la vaina".
"Espero que la Justicia aclare este episodio de violencia extrema y detenga a estos criminales que todavía andan sueltos", afirmó.