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Hace un año fue beneficiada con la construcción de una vivienda de emergencia por parte de la Fundación Techo. Esa casilla, desde hace un año, se transformó en su hogar y le cambió la vida.
"Cuando llegaron los chicos de Techo solo tenía una piecita a medio terminar con ladrillos apilados. Esa piecita de 6x3 fue una bendición, una ayuda que andaba necesitando en ese momento", comentó la mujer.
La vida de Verónica está llena de pérdidas, pero quizá la peor ocurrió una Nochebuena, cuando quedó viuda. "El 24 de diciembre de 2009 mi marido falleció. El estaba haciendo una changuita en la construcción y tuvo un accidente. Cuando esto ocurrió estaba embarazada de la más chica. Me costó mucho salir adelante con la pérdida de mi pareja", agregó. El escenario era el peor: embarazada, con una hija de 8 años y con su compañero de vida muerto.
"Durante casi un año tuvimos que vivir en carpa con mis hijas. De a poco pude ir juntando materiales para poder armar una pieza con piso", comentó.
Un año con Techo
En junio de 2014 los voluntarios de Techo le construyeron una vivienda de emergencia. Esa experiencia fue tan reveladora que Verónica se inscribió como voluntaria. "Me dije: ¿porqué no colaborar? No puedo ayudarlos con dinero, pero si puedo hacerlo con mis manos. Me comprometí en agradecimiento, porque mis hijas viven ahora en una pieza que no tiene humedad. Es una hermosa casilla en la que no pasamos frío", dijo la madre.
Con la inocencia que tiene todo niño de cinco años, para Natalia la vivienda de Techo es un regalo del cielo. "Después de que me construyeron la vivienda la más chica me dijo: "Ma, esto es una ayuda que me mandó mi papá desde cielo''. Fue tan importante para ella que le hizo un dibujito a los voluntarios con una frase que decía: esta casita la envió mi papá del cielo", agregó.
Todo el tiempo Verónica demuestra lo agradecida que está, la vida para ella nunca fue fácil. "Como es la vida, me acuerdo que hace dos años, con mis hijas, vimos a los chicos de Techo haciendo la colecta y mi hija me dijo mamá hay que colaborar. Ese granito de arena que pusimos ese día Dios nos lo retribuyó.
Verónica está desempleada y mantiene a sus hija realizando changas. "Los fines de semana ayudo en una peluquería, pero no saco lo necesario para poder seguir construyendo. Sueño con tener una peluquería en mi casa y poder ganar más dinero. Más que nada por mis hijas y para poder darles lo que necesitan", finalizó.