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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Apocalipsis a la salteña

Lunes, 04 de mayo de 2015 00:30
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Hay que destacar el ingenio de los que se dedican a viralizar contenidos en la red.
El lunes 20 de abril de 2015, a la madrugada, más concretamente alrededor de las tres de la mañana, se escucharon unos extraños ruidos sobre el cielo de Salta.
Un video filmado desde la cumbre del cerro San Bernardo dejaba ver la ciudad iluminada y de fondo un sonido a chatarra parecido al de un camión que arrastraba hierros o el de caños de acero que se deslizaban.
Otros lo atribuyeron a trompetas. Algunos dijeron que el video era falso porque se veía el gran árbol de Navidad iluminado de fines del año pasado. Muchos aseguraron haber escuchado el ruido, mientras que otros ni se enteraron, ya que por la hora estaban profundamente dormidos. Lo cierto es que al despertar el día todos comenzaron a hablar del singular fenómeno y a atribuirlo desde cuestiones puramente naturales hasta las más claras señales del Apocalipsis bíblico. Llegaron noticias del interior diciendo que los mismos ruidos se habían escuchado en Galpón y en Metán. Con el correr de las horas las teorías se habían incrementado y ya se hablaba desde algún avión averiado hasta de los ovnis que tienen base permanente en Cachi y que habrían surcado la noche en vuelo rasante. Como se trataba de una cuestión del cielo fueron consultados respetados astrónomos, meteorólogos, físicos y otros expertos en asuntos relacionados con la atmósfera. No hubo consenso sobre la particularidad de los ruidos, salvo que ya en otras latitudes fueron escuchados sonidos similares y atribuidos a múltiples causas. Para los ufólogos y otros aficionados a los platos voladores, no quedó ninguna duda sobre su pertenencia a naves interestelares, probablemente nodrizas que estaban liberando platillos para que hagan visitas a los lugares de interés. Especialmente, dicen, donde hay minerales radiactivos que los necesitan para recargar las pilas atómicas con que viajan a través del cosmos. Para los creyentes dogmáticos no había duda alguna de que comenzaron a sonar las trompetas del apocalipsis y que estas son señales elocuentes del fin de los tiempos, los que por otra parte se vienen anunciando desde que Juan escribió su famoso texto evangélico. Parecería que nos hemos descarriado y merecemos el castigo que se derramó sobre Sodoma y Gomorra, tal como dice la leyenda que le aconteció a la pecadora Esteco. Aquella ciudad del este salteño, destruida por un terremoto un martes 13 de septiembre de 1692, cuando al decir de los viejos salteños la tierra se convulsionó "por justos y secretos juicios de Dios, Nuestro Señor" (Juan de Solorzano). Ni un solo teólogo de Salta convalidó trompetas apocalípticas.
Corrientes magnéticas, tormentas solares, silbidos de micro meteoritos como anticipo de la lluvia de estrellas, ecos de terremotos lejanos, aviones, ovnis, experimentos HAARP, drones, electricidad atmosférica, ángeles, demonios, trompetas, apocalipsis, fueron parte de las interpretaciones del imaginario colectivo. Los ruidos celestiales que se desencadenaron sobre el firmamento de Salta tuvieron así explicaciones naturales y sobrenaturales, científicas y pseudocientíficas, astronómicas y astrológicas, teológicas y geológicas, o sea que concertaron la atención masiva de la población que buscó respuestas en terceros o bien de quienes sacaron sus propias conclusiones. Las radios y portales de internet expresaron de mil maneras los comentarios de innumerables salteños que buscaban explicaciones racionales o irracionales a la singularidad del fenómeno.
En medio de esta vorágine informativa, apareció otra, y esta sí eminentemente geológica. El viejo mito urbano de que el cerro San Bernardo es un volcán. Con el condimento de que se estaba calentando como se habría podido comprobar en las bases del teleférico y en las propias rocas del cerro.
En estas columnas periodísticas lo hemos aclarado muchas veces: el cerro San Bernardo no es, no fue y no será nunca un volcán. La cuestión es absolutamente simple. Un volcán está constituido por rocas volcánicas como los que forman la alta cordillera que nos separa de Chile (Llullaillaco, Socompa, etc.), mientras que el San Bernardo forma parte de una escama de la corteza elevada por la tectónica andina y que recibe el nombre de sierra de Mojotoro. Esta sierra tiene elevaciones de distinta morfología, muchas de las cuales recuerdan por su forma a un volcán. Pero es simplemente la forma exterior trabajada por los agentes erosivos. La anatomía interna es muy diferente ya que se trata de rocas marinas depositadas en una vieja playa del Paleozoico inferior, más precisamente en los tiempos tremadocianos y arenigianos del periodo Ordovícico, entre 470 y 485 millones de años atrás. Esas rocas oceánicas pueden apreciarse en el camino que sube a la cumbre del cerro y contienen no solamente las antiguas marcas del oleaje de las playas sino también los fangos marinos saturados de restos de invertebrados fósiles (conchillas de braquiópodos, bivalvos, gasterópodos, ostrácodos, graptolites, trilobites, etc.).
Fuimos hasta el cerro para cerciorarnos si efectivamente había calor en las rocas como se había denunciado. Información falsa. El cerro estaba igual que siempre y por el contrario dos grados más frío que la ciudad, lo cual es lógico. De todos modos quién quiera abundar en el tema puede consultar mi libro "Rocas y fósiles del Cerro San Bernardo" o bien uno de reciente aparición "Los Andes del Norte Argentino", ambos de Mundo Gráfico Editorial. Alguien interrogaba acerca de cuáles eran entonces los volcanes más cercanos a Salta. Respondemos que son los llamados "Volcanes Gemelos" de La Poma, ubicados a 75 km en línea recta al oeste de Salta, en la ladera oriental del Valle Calchaquí. Son dos conos negros de escoria basáltica que tuvieron erupciones entre 50 y 30 mil años atrás. Esas erupciones fueron las causantes de que se bloqueara el río Calchaquí y que hoy se tenga unas curiosas cavernas por donde circulan las aguas y que dieron lugar a un lindo geositio llamado "Puente del Diablo". El lunes 20 de abril pasado habíamos alertado en estas mismas columnas que los volcanes que representan un peligro para Salta son los de la Alta Cordillera, entre ellos el Lascar. Esto en razón de que las cenizas de las erupciones, como pasó en 1986, 1993 y 2000 son impulsadas hacia el este por los vientos cordilleranos. Comentamos de la impredecibilidad temporal de las erupciones volcánicas.
Tres días más tarde entró en erupción el Calbuco en el sur de Chile, sin que nadie se lo esperara y que dormía desde 1961, demostrando el acierto anterior. La red está saturada de comentarios. Dado que nadie tiene la verdad absoluta, todas las opiniones vertidas son respetables, aún cuando suenen descabelladas. Lo importante es poder expresarse sin descalificar ni agraviar al que piensa distinto. Me quedo con lo dicho por uno de los comentaristas: "La gente cree en lo que quiere creer y huye hasta de las explicaciones que tienen que ver con el sentido común. Pareciera que quieren ser autores de sus catástrofes, mitificarlas, crear sus propios miedos que es una manera de negación a lo racional y verdadero".
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