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La semana anterior, Sandra Cristina Laureano, junto a la madre superiora de la congregación de las hermanas Clarisas Franciscanas Misioneras, la madre Karuna Kuruvanthann estuvieron visitando diferentes colegios y casas religiosas de lo que denominan Provincia Argentina.
Sandra es salteña y para la comunidad que conforman las hermanas, los alumnos, padres y docentes de los colegios de esta congregación, un verdadero orgullo, ya que es una de las cuatro consejeras a nivel mundial de esta orden, cuya tarea es la de acompañar y asesorar a la madre superiora.
Sandra tiene 45 años, nació en Salta, estudió en el Colegio San Alfonso y a poco de finalizar el secundario se inició en la vida religiosa inspirada por su profunda fe por la Virgen del Perpetuo Socorro.
La primera experiencia de noviciado, al iniciarse en la vida religiosa, fue en el colegio Santa Catalina de Bolonia de Tartagal. "Una de las experiencias más ricas de mi vida. Cuando recién nos iniciamos las jóvenes tenemos una experiencia apostólica de dos años y a mí me tocó el trabajo pastoral en el colegio y en la comunidad de la misión aborigen de La Loma. En esa primera experiencia tenía 20 años. Luego estuve en Salta y en Buenos Aires y regresé a Tartagal en 2003. En esa segunda permanencia en esta ciudad tenía otras responsabilidades, más a nivel directivo, pero de todas maneras para mí fue inolvidable", relató con entera amabilidad.
Visitas a varios países
Una experiencia muy rica para la hermana Sandra fueron los años dedicados al estudio del carisma y la espiritualidad de la congregación, lo que le permitió conocer a fondo el instituto y visitar diferentes provincias donde ellas tienen presencia, como Italia, España y Rumania, en Europa, Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, Guinea Bissau e India.
En el capítulo general (reunión de nivel mundial), de 2011, se propuso el nombre de la hermana Sandra para integrar el consejo que conforman cuatro religiosas. "Es el Espíritu Santo el que elige y como mi nombre era conocido, me eligieron para integrar este consejo. Mi servicio es ayudar y acompañar a la madre en el gobierno del instituto, lo que también implica acompañar a las hermanas para crecer en las vocaciones", explicó.
"En una cultura como la actual, en que todo es relativo, temporal o provisorio, es difícil mantener un compromiso en la vida vocacional como la nuestra", reconoció la religiosa salteña a El Tribuno.
Y agregó que "nuestra vocación y carisma son servir al Señor en el camino eucarístico y misionero".
Sandra es salteña y para la comunidad que conforman las hermanas, los alumnos, padres y docentes de los colegios de esta congregación, un verdadero orgullo, ya que es una de las cuatro consejeras a nivel mundial de esta orden, cuya tarea es la de acompañar y asesorar a la madre superiora.
Sandra tiene 45 años, nació en Salta, estudió en el Colegio San Alfonso y a poco de finalizar el secundario se inició en la vida religiosa inspirada por su profunda fe por la Virgen del Perpetuo Socorro.
La primera experiencia de noviciado, al iniciarse en la vida religiosa, fue en el colegio Santa Catalina de Bolonia de Tartagal. "Una de las experiencias más ricas de mi vida. Cuando recién nos iniciamos las jóvenes tenemos una experiencia apostólica de dos años y a mí me tocó el trabajo pastoral en el colegio y en la comunidad de la misión aborigen de La Loma. En esa primera experiencia tenía 20 años. Luego estuve en Salta y en Buenos Aires y regresé a Tartagal en 2003. En esa segunda permanencia en esta ciudad tenía otras responsabilidades, más a nivel directivo, pero de todas maneras para mí fue inolvidable", relató con entera amabilidad.
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Una experiencia muy rica para la hermana Sandra fueron los años dedicados al estudio del carisma y la espiritualidad de la congregación, lo que le permitió conocer a fondo el instituto y visitar diferentes provincias donde ellas tienen presencia, como Italia, España y Rumania, en Europa, Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, Guinea Bissau e India.
En el capítulo general (reunión de nivel mundial), de 2011, se propuso el nombre de la hermana Sandra para integrar el consejo que conforman cuatro religiosas. "Es el Espíritu Santo el que elige y como mi nombre era conocido, me eligieron para integrar este consejo. Mi servicio es ayudar y acompañar a la madre en el gobierno del instituto, lo que también implica acompañar a las hermanas para crecer en las vocaciones", explicó.
"En una cultura como la actual, en que todo es relativo, temporal o provisorio, es difícil mantener un compromiso en la vida vocacional como la nuestra", reconoció la religiosa salteña a El Tribuno.
Y agregó que "nuestra vocación y carisma son servir al Señor en el camino eucarístico y misionero".
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