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Sobre la calle Caseros, entre Buenos Aires y la peatonal Alberdi, se levanta el edificio de color amarillento de dos plantas y una torre que permitía ver la ciudad cuando esta apenas tenía un par de cuadras. Una recova con pisos de adobón, ahora lustrados, anuncia que estamos en el ingreso a uno de los edificios más antiguos de Salta. Su puerta de madera maciza, con herrajes en hierro fundido y clavos forjados, con pasadores de una sola pieza resguardan tesoros, algunos con más de 400 años de antigedad.
Dos viejos cañones rescatados de la revolución custodian el primer patio; un segundo ofrece una muestra de cardones de la zona y, el tercero, al final de la estructura, guarda carruajes que datan del siglo XIX.
El Cabildo cuenta con 17 salas, entre la planta baja y el primer piso, donde se puede encontrar restos antropológicos, arqueológicos, muebles del siglo XVI, vitrales, cuadros de la revolución y un traje de gala que supo usar alguna vez Martín Miguel de Gemes.
El Museo Histórico también cuenta con una sala de venta de recuerdos, que ofrece pequeñas artesanías en plata, alpaca y madera de la zona.
Los días y horarios de atención son de martes a viernes, de 9 a 19, sábados y domingos, de 9 a 14 y de 15 a 19. Además se puede contar con visitas guiadas, dos en la mañana y dos en la tarde. El costo del ingreso es de $20 y solo pagan los mayores de 12 años.
Las mejoras de la época
El Cabildo fue en sus primeros años un edificio sencillo aunque de dos plantas. Debido a los materiales frágiles con que se construyó sufrió varios arreglos hasta su reedificación completa. Hacia fines del siglo XVIII tenía en el frente corredores o una recova con columnas de madera, al igual que las barandas de planta alta, techo de torta de barro, muros de adobe y no tenía torre.
En 1789 se inició una reforma de consideración, fundamentalmente en el frente. Allí se construyó la recova con los pórticos con arcadas de mampostería, se colocaron los techos de tejuela y se construyó el magnífico balcón cuyas ménsulas están talladas con figuras antropomorfas, agregándose además las barandas de hierro de planta alta. Se colocaron lajas en las veredas y se construyó una nueva escalera para subir a la planta alta, interviniendo en las obras el arquitecto y alarife Felipe González, el maestro herrero don José Marzan y Montes y el carpintero Francisco Torán. La nueva obra se inauguró en noviembre de 1789. En 1797, ante la necesidad de colocar en un lugar visible el reloj público que se había sacado de la iglesia de la Compañía de Jesús, se construyó la torre del Cabildo. La misma mantiene una estructura independiente dado que los muros no podían soportar su peso. Como terminación se colocó una veleta de hierro forjado y chapa recortada que representa un pajecillo.