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Laberintos humanos. Nada es cierto | Laberintos Humanos

Jueves, 13 de agosto de 2015 20:39
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Laberintos humanos. Nada es cierto

Armando nos hablaba de esa sensación de que ya vivimos esto que estamos viviendo, y nos explicó que eso sucedía porque nada es cierto, o porque es siempre lo que vive una sola persona desde la misma eternidad.

Petraccio y yo lo miramos asombrados, y Armando nos dio el ejemplo de que la final de River y Tigres era lo mismo que el combate entre el rey Arturo y el gigante Felistán o una tarde aburrida de un pastorcito de la puna, pero enseguida se dio cuenta de que el ejemplo era poco gráfico. Vean, dijo, mejor les cuento.

Caminaba por el Túnel rodeado de gente que buscaba otro tiempo en el que reaparecer, cuando vi que de mi lado salía un camino que sólo yo podía transitar. No es que fuera demasiado angosto, sino que era mío, eso lo sabía con certeza, y al fondo del camino, bien en lo alto, se alzaba algo así como un templo con tres cúpulas en forma de gotas de lluvia.

Sabía que podía transitar ese camino o desecharlo, pero que nadie más que yo lo andaría, así que no dejé pasar la oportunidad y salté sobre la primera piedra que hacía la vez de peldaño. Tras esa había otra piedra y otra, hasta que supe que no se trataba de otra cosa que de una escalera. Y tras andar algo así como media hora, saltó a mi paso un enano con la cara cubierta.

¿Qué hace usted en mi camino?, le pregunté algo enojado y el eco, creo, me respondió enojado la misma pregunta que yo le había hecho al enano de la cara cubierta que, sin embargo, parecía reírse. Algo me decía que se burlaba de mi pero que, en esa burla, había algo de sabiduría.

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