La previa arrancó temprano en el bar de calle Mitre y Ameghino. Los hinchas de a poco empezaron a adornar el salón para que todo sea una fiesta.
Cerca de trescientas personas coparon el bar de River donde se gesta la filial. Jóvenes, grande y chicos deliraron con el gol de Alario.
Mucha emoción, todos se abrazaban con lágrimas en los ojos en los primeros cuarenta y cinco minutos. Seguro debió coparse en cada bar u hogar riverplatense.
Durante el entretiempo, para tratar de descargar la ansiedad, los eufóricos simpatizantes de la banda cortaron la calle Mitre y se acordaron de su eterno rival: Boca.
En el segundo tiempo, muchos no caían que la goleada era una realidad. Los goles de Carlos Sánchez y Ramiro Funes Mori hicieron realidad el sueño que esperaron diecinueve largos años. Parecía una noche de verano, las remeras transpiradas, las bebidas para calmar la sed y esas gargantas que explotaron tras el pitazo final.
La caravana rumbo a la plaza 9 de Julio se hizo eterna en la noche entre tanta multitud pero nada de eso importó. Y en el punto de encuentro el festejo fue total. "El que no salta abandonó!!!" y el "Dale campeón!!!" se hicieron sentir en el centro de la ciudad.
Vueltas y vueltas y más vueltas en una plaza invadida por camisetas con la banda roja dejaron a más de uno sin aliento, pero poco importó, el sueño se hizo realidad para muchos que hasta ni se imaginaban con dar la vuelta olímpica tras un irregular arranque copero.
Seguramente los festejos se prolongarán durante toda la semana. Salta también vibró con el nuevo campeón.