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"María apenas levantó la mirada para contarme, como sintiéndose culpable, que ya no tenía para alquilar ni una piecita y que pronto quedaría en la calle. Solo sobrevive de la venta de una olla de anchi por día", relató la concejala que se sintió conmovida por la historia y puso manos a la obra.
Algunos pensarán que ese es el trabajo de un concejal, pero Mansilla fue un poco más allá mientras el Estado toma cartas en el asunto.
Donó su casilla
La concejal desarmó la casilla en la que vivió por años para que María tenga una inmediata mejora en su calidad de vida, hecho poco frecuente en la política moderna. Es que la edil contó que durante años vivió en una casilla de madera junto a sus padres y hermanos. "Cuando ellos fallecieron hace un par de años, la casilla quedó para mí. Con el tiempo, pude empezar a construir mi casita de material", relató la concejala.
Además, con su esposo no dudaron en recurrir al Ejecutivo municipal y de esa forma consiguieron un terreno al final de la calle 20 de Febrero, que los vecinos ayudaron a limpiar, pusieron en condiciones las maderas de la casilla donde vivió la concejala y levantaron una pieza techada. También, con la ayuda de todos, hicieron un contrapiso para la familia de María Portugués. El intendente no dudó en sumarse a este acto solidario y enseguida se comprometió a armarle una galería, aportar camas, colchones y proyectar un baño.
"Agradezco a mi esposo Ariel, que me apoya en todo. Él estuvo encargado del armado, techado y pintado de la casilla. Estoy feliz de que parte de lo que fue mi hogar y donde pasé los mejores años de mi infancia esté en manos de quien más lo necesita", dijo la concejala Mansilla a El Tribuno. Lo cortés no quita lo va liente.