PUBLICIDAD

¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
28°
18 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. La coartada del flan

Martes, 10 de mayo de 2016 21:11
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Laberintos humanos. La coartada del flan

Lo conocí en una kermes, dijo la mujer. Ya estaban levantando el puesto de tiro al blanco porque la buena puntería de los participantes los dejó sin premios, y cuando notaron que les faltaba un rifle cayeron en la cuenta de que mi marido estaba haciendo puntería. Tan intrascendente era el pobre.

Justino Júmere Jumez interpretó sus palabras, y más exactamente sus tiempos verbales, porque hablaba del pobre en pasado, como si hubiera muerto, cuando en realidad no lo encontraba por ninguna parte. Es que se me hace que debe haber pasado algo terrible, dijo y el magistrado le preguntó que desde cuando estaba ausente.

Qué se yo, le respondió la mujer. Una hace las cosas de la casa y él puede estar o no estar y una no se da cuenta. A veces me asusta cuando se le escapa un suspiro o quiere decirme algo, y yo creyendo que estaba sola, pero no hace dos noches se acabó un flan que había dejado en la heladera, así que debe habérselo comido.

¿Ustedes viven solos?, quiso saber Neonadio y la mujer lo miró enojada. La que vive sola soy yo, que de él no podría decirle ni que sí ni que no. ¿Tenía alguna deuda o recuerda de alguien que quisiera vengarse?, pregunto entonces Pistoccio y la mujer le recriminó que no se haga en detective de televisión, le dije que lo perdí, no que lo encontré asesinado.

Que macana, dijo Justino Júmere Jumez. Van a tener que ir sin haberse terminado el desayuno, les dijo entonces al juez y a Neonadio, y ellos calzaron sus capas franciscanas, sus espadas al cinto y montaron en sus motocicletas.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD