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11 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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¿Qué nos pasó? (a los salteños)

Martes, 24 de mayo de 2016 01:30
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Pasaron ya casi diez años desde aquella vez en la que partí desde mi ciudad natal hacia otras latitudes por diversos motivos o porque lo laboral así lo requería. Pero el corazón nunca se fue de este lugar, ya que es aquí donde pertenece y se mantuvo siempre latiendo ahí firme en el Valle de Lerma o deambulando entre las recovas, intacto en su querencia e inalterable en su más legendaria tonada. El orgullo siempre fue enorme cuando estando afuera te nombraban a Salta y la relacionaban de inmediato con su belleza, Salta "la linda" te decían, palabras casi indivisibles para muchos que alguna vez anduvieron por estos pagos y se llenaron las pupilas de paisajes y calidez norteña. Estoy casi seguro que siempre fue una constante para cualquier salteño que residiendo lejos recibiera elogios a su tierra, cosa que a veces hasta nos estremecía la piel.
¿Y qué decir cuando te preguntaban si sabías tocar la guitarra o cantar por el sólo hecho de ser salteño? Bendita la suerte que tuve de que me hayan parido en tan agraciado suelo al que muchos admiran me dije muchas veces.
"Cuna de cantores y poetas", "lugar de gauchos y tradiciones", "tierra colonial", "gente humilde y paciente", son algunos de los modos con los que he oído se referían a nuestra Salta, fronteras afuera.

La desilusión

Pasó ya casi una década y he vuelto con el mayor de los entusiasmos a radicarme nuevamente a mi ciudad, en la que además tengo toda mi familia. Pero tristemente tanto entusiasmo se fue apagando a medida que empecé a desandar el trajín de los días bajo la atenta mirada del cerro San Bernardo. Salta no era la misma que alguna vez dejé.
Caminar por el centro hoy es como flagelarse al ver tantas edificaciones nuevas que no siguen ningún patrón arquitectónico que tenga que ver con la historia de la ciudad, sino más bien con intereses económicos ajenos, bancos; tarjetas de créditos; prepagas o empresas no salteñas en su gran mayoría. ¿Dónde está el cuidado de lo nuestro? En muchos casos se derribaron casonas antiguas para hacer edificaciones que se asemejan más a una caja de zapatos que a algún edificio acorde a un casco histórico, ni un mínimo de compromiso en mantener una armonía con nuestro patrimonio hubo.
No hace falta más que caminar algunas cuadras a la redonda de la plaza 9 de Julio para darse cuenta de ello.
Entonces, ¿qué nos pasó a los salteños en tan poco tiempo? Es casi como que nos estamos dejando insultar en nuestras narices. Sin reacción alguna.
Que contradictorio me resulta lo de colocar los antiguos nombres de las calles en algunas esquinas para evocar el pasado pero a su vez se siguen descuidando o derribando casas antiguas ¿No? Siempre pensé que la lógica de muchas ciudades que evolucionan lo hacen preservando el pasado, pero parece acá vamos a contramano de ello.
Es sabido que los turistas vienen a conocer una ciudad diferente, pero lo colonial cada vez es más escaso y la identidad arquitectónica que supimos tener se está reduciendo drásticamente y en no mucho tiempo va a quedar el Cabildo y solo algunos edificios de aquella época por no saber (o querer) preservarlos.
También me apena imaginar que dentro de no tanto tiempo no podamos ver el cerro San Bernardo desde el centro mismo, algo que desde siempre fue la postal orgullosa de todos. ¿Cómo dejamos que esto pase? Me pregunto.

La linda, nada limpia

¿Y en qué momento la suciedad se volvió algo cotidiano con lo cual ya muchos se acostumbraron a convivir? La mugre parece no molestar a nadie, no solo en las veredas descuidadas del centro sino también al alzar la mirada la contaminación visual con cantidades enormes de marañas de cables son un puñal a cualquier intento de contemplación.
¡Qué venida abajo te encontré, mi Salta querida! ¡­Cuánto te descuidaron todos estos años! Y no me cabe en la cabeza tampoco cómo se pudo llegar a tal punto de dejadez y deterioro de las calles siendo una ciudad turística de excelencia para muchos. Entonces ¿por qué no supimos cuidarla? ¿Tan poca vergüenza tuvimos para llegar a ese extremo?
Es notorio además cómo la ciudad se estancó en su crecimiento cultural y artístico, casi no se hicieron nuevos espacios de arte, no se ven museos nuevos, en definitiva no se ve más de lo que ya había hace más de una década.
Perdón, me equivoco, se hizo la colosal obra del monumento al quirquincho.
Me imagino lo lindo que sería tener un museo de nuestra rica cultura e historia, en donde se puedan encontrar por ejemplo cosas del Cuchi, del Gral. Güemes, de Figueroa Reyes, de Los Chalchaleros o de tantos que fueron o son embajadores culturales pero hoy ni se los reconoce en su tierra. También serviría como algo educativo para las escuelas.
Qué poca iniciativa parece que tenemos! La realidad es que hoy un turista luego de un par de horas no tiene más qué ver en Salta capital en cuanto a atractivo turístico.

La identidad

Y hablando de cultura, como salteño siento mucha tristeza además por el increíble detrimento que estamos pasando. Estoy convencido de que hoy en día es más raro para los ojos de muchos jóvenes ver a una persona con atuendos gauchos que a cualquiera con el pelo rojo paseándose envuelto en una cortina de baño por entre las peatonales, nomás hace falta tan solo sentarse unos minutos en la plaza principal y observar alrededor para darse cuenta de la poca identidad cultural que nos está quedando.
Los tiempos cambian, eso está claro, pero como decía Jaime Dávalos: "Los pueblos que olvidan sus tradiciones no saben de dónde vienen ni saben adónde van y se convierten en un conglomerado amorfo sin dirección ni sentido".
También me asustó mucho ver y comprobar que la amabilidad y la hospitalidad que nos caracteriza son ya menos frecuentes entre los transeúntes. Ya no se respira tanto ese ambiente de ciudad apacible de años atrás. La intolerancia y la histeria son ya moneda corriente y ni hablar de los conductores, la falta de semáforos parece haberlos mal acostumbrado de una manera increíble. Siendo peatón es más seguro cruzar a mitad de cuadra que por una esquina, ya que dejar pasar a alguien de a pie no es una opción en esta ciudad pareciera. Invito a cualquiera a la odisea de cruzar la calle Buenos Aires frente al Hotel Salta al mediodía, por dar un ejemplo de entre tantos que podría dar y, sin ir muy lejos, también esto es palpable en cualquier otra arteria del macrocentro. Es casi más rápido y seguro cruzar la avenida 9 de Julio en Capital Federal a la hora pico que dicha esquina.

La crueldad de la realidad

Y lo lamentable de todo esto es que es algo real, algo que se ve, que se vive y duele. Hay cosas que a la vista de cualquiera son tan ilógicas, como si quienes las hicieron o las autorizaron no tuvieran dos dedos de frente y lo digo con todas las atribuciones al ser un ciudadano salteño y que no milita ningún partido político, es lo que se ve.
¿Cómo se explica, por ejemplo, lo que se quiso hacer en las peatonales en un principio? ¿Cómo se explica la espantosa terminal que tenemos? ¿Cómo se explica el abandono que tiene el parque San Martin? ¿Cómo se explican las rotondas mal hechas?
¿Cómo se entiende que un 17 de junio, día tan especial para los salteños se gasten fortunas en un festival trayendo conjuntos que ni siquiera hacen folclore, que sería lo más propicio para esa fecha?
Y hay tantas cosas que se ven a diario. ¿Qué te hicieron, mi Salta querida? ¿Cómo dejamos que esto pase?
Fui también hace poco al Marteareana después de muchos años a ver Central - Gimnasia con enorme expectativa (creo que había tantos policías como hinchas). Entrar era casi o más complicado que ir a ver a algún pariente a la cárcel de Guantánamo, pero al ingresar te ubicaban al lado y entre las dos parcialidades rivales y a la salida si no corrías como Forest Gump era más que patoteada segura. ¿Acaso no hay gente capacitada o con un poco de sentido común al menos para organizar? Muchos amigos me dijeron que ya dejaron de ir por éste motivo también.
¿Y qué decir de la Balcarce? Bueno, es entendible, si no supimos hacer una rotonda menos vamos a saber cómo controlar cuatro manzanas ¿No? Ya no es ni la sombra de esa apacible calle que fue cuando partí. Entre tanta vorágine y decadencia creo que se les fue de las manos aquella impronta que solía tener de paseo turístico o polo cultural.
¿Qué nos pasó a los salteños? Verdaderamente da hasta bronca ver cómo ha cambiado en tantos aspectos la ciudad que tanto quiero. Obviamente que todos anhelamos ver una ciudad pujante y que crezca, pero estaría genial que se empiece a planificar con más orden y firmeza dicho crecimiento que ya estamos viviendo, también teniendo en cuenta lo patrimonial y lo cultural, y con funcionarios que funcionen e interesados en la ciudad de hoy, para evitar el quilombo de mañana.
Espero que Salta siempre siga siendo "la linda"
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