¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
15°
27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La hora de proponer esfuerzo

Acostumbrados a dar solo buenas noticias, necesitamos asumir la realidad y generar las condiciones para transformarla, con franqueza, sacrificio compartido y coraje cívico. 
Viernes, 22 de diciembre de 2017 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

No entiendo la razón por la que a los políticos les cuesta dar malas noticias. ¿Será porque los discursos preeleccionarios fueron todos con buenas nuevas?

¿O porque tienen temor a los ciudadanos?

En ambos casos, habría que primero señalar lo inconveniente que resulta postularse sin conocer la tarea que tendrá por delante. La política nos exige conocer el estado en que se recibe al Estado y, al dedillo, las obligaciones que están incluidas en la función.

Quien lo asume, debe saber si está preparado para el desafío y si tiene la debida vocación de gobernar para todos.

Transparencia

La transparencia en el manejo de la cosa pública es esencial en los nuevos tiempos, cuando los ciudadanos están informados, y pretenden con mayor interés conocer el qué, el porqué y el para qué de las cosas que se proponen, ya sean obras públicas como acciones de gobierno que signifiquen erogaciones de dineros públicos, o cuestiones de interés público.

Acciones de gobierno que signifiquen hacer, decidir, ejecutar, controlar e informar.

La transparencia es esto: hacer bien y controlar mejor, más y - muy importante- informar en cualquier etapa de la ejecución.

Ahora está más vigente que nunca aquello, de que "el pueblo quiere saber de qué se trata", sin eufemismos, grandes discursos, generalidades, y sin mentiras. Es importante cuando son buenas las noticias, como cuando son malas.

¿O acaso los políticos piensan que los ciudadanos no entenderán? ¿Que no están preparados para entender?

Si eso es lo que piensan, es muy grave; significa que hicieron poco o nada para que se entienda; significa que la educación democrática no se practicó, y menos se cultivó la educación en general.

El estadista

Me parece entonces que es bueno recordar entonces a políticos de otras latitudes y de tiempos pasados, como aquel que el 13 de mayo de 1940 dirigiéndose a la Cámara de los Comunes de Inglaterra dijo: "No puedo ofrecer otra cosa, aparte de sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor", para relatar durante la Segunda Guerra Mundial lo que significó y significaría para el pueblo inglés el tiempo de posguerra. Este fue el primer ministro Winston Churchil.

"Sangre" por la guerra; después, la necesidad del esfuerzo, las lágrimas y el sudor, por el trabajo que significaría reconstruir Inglaterra.

Nosotros, los argentinos, no salimos de una guerra, pero al parecer, según los fiscales y jueces, de una administración de los bienes públicos que no fue la adecuada; más bien, demagógica, corrupta, engañosa.

La sangre jamás debería ser derramada en época de democracia.

Pero en época de democracia hay que informar, transparentar el estado de la economía, dispersar la niebla y garantizar la transparencia, para que no nos engañemos los ciudadanos, para saber hasta dónde puede el Estado; qué y cuánto es lo que tiene y lo que no tiene.

El futuro

Lo triste será que los políticos, por imponer cada uno su posición, se olviden del futuro, de los que estamos ahora y, sobre todo, de lo que vendrá.

Ningún ser humano puede desentenderse del futuro; pero en el caso de quienes asumen responsabilidades políticas o institucionales, esa actitud es abominable.

Recordamos siempre aquel discurso donde se ofreció al pueblo inglés solamente "sangre, sudor y lágrimas"; es casi un apotegma.

Pero habitualmente olvidamos del término "esfuerzo", que también estaba incluido en aquel histórico discurso. Y esfuerzo es el que tendrán que hacer los que gobiernan, para hacer bien su trabajo; los de la oposición, para que su conducta sea coherente, realista, respetuosa y leal. Basta ya de retórica tramposa.

Y para los ciudadanos, corresponde asumir el esfuerzo en trabajar, todos los días, como lo hicieron nuestros padres y abuelos allá por los años 40, 50 y 60, y hasta los 70.

Esfuerzo de los ciudadanos para procurarse el pan trabajando; del gobierno, en procurar que ese trabajo exista en cada pueblo, en cada ciudad. No deberían los ciudadanos estar esperando que el gobierno les regale todo. Y este es un hábito extendido gracias a la "cultura del desempleo", un mal social extendido y creciente.

El esfuerzo de los empresarios consiste en invertir con fondos propios y genuinos, en pagar lo que corresponda a los trabajadores, y en pagar sus impuestos.

El esfuerzo de los estudiantes, en estudiar cada vez más; en los profesionales de desempeñar su profesión con dignidad, y con respeto, por ellos y por cada persona humana que se cruce en su vida.

Esfuerzo de todos, en actuar conforme lo señalan las leyes del país, y sobre todo con ética, con valores, con respeto por el otro, por el prójimo.

Comunicar malas noticias no siempre es malo, cuando se trata de decir la verdad; así conocemos "dónde estamos parados", qué debemos esperar y qué debemos hacer para mejorar.

Las malas noticias, contadas desde la verdad, la sinceridad, con claridad, y acompañas por el proyecto, claramente expuesto, para salir de la situación, se transforman en buenas noticias, porque son la verdad, y con ella se llega más lejos con la certeza. Aunque duela, la verdad, bien comunicada, nos hará derramar lágrimas, pero nos animará a trabajar más, porque sabremos el por qué y sobre todo el para qué.

 

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD