Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
20°
2 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La política del garrote

Domingo, 05 de febrero de 2017 01:30
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
Los europeos están indignados con Trump. No es para menos: el embajador que Donald designó para Europa, Ted Malloch, ya antes de asumir su cargo, ha declarado que el euro podría colapsar el próximo año y que no está seguro de que la Unión Europea siga existiendo. Ya, el Parlamento europeo resolvió considerar persona "non grata" al profeta de malos augurios yankee. Y razón tiene: es como si alguien llegara invitado a tu casa y te dijera que todo es un asco y que calcula que en menos de un año el edificio se viene abajo. (Parecido a lo que hizo Cristina Kirchner, en 2008, cuando invitó a visitar nuestro país al presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang. Cristina Elisabet lo recibió con un durísimo cuestionamiento público y fortísimos reproches por las violaciones de los derechos humanos en aquel país africano.)
Pero lo más interesante de esta designación surge del nombre completo del futuro exembajador: Theodore Roosevelt (Malloch); idéntico nombre al personaje que fuera presidente norteamericano a principios del siglo pasado. Teddy Roosevelt (no confundir con Roosevelt Franklin Delano, con perdón de la palabra) hizo las delicias de los caricaturistas de la época con sus prominentes mostachos y sus infaltables vestimentas de cowboy, combatiente o cazador. Fue quien acuñó la que se llamó (en materia de política internacional) política del "gran garrote" (big stick).
Tal denominación se desprendía de una frase usada por Teddy Roosevelt: "Habla suave, pero a la vez carga un gran garrote".
Nuestro personaje tiene varios puntos en contacto con Donald Trump. Era millonario, también nativo de New York, un outsider de la política (aunque con bastante más experiencia que DT), siempre anduvo peleado con su propio partido (Republicano) y soñaba con unos Estados Unidos imperiales, tutelando cada rincón del planeta.
Teddy fue el presidente más joven de EEUU; Trump, el más viejo.
Roosevelt era un importante escritor y gran lector; Trump es un gran lector de un solo libro, La Biblia. Compensa su falta de lectura viendo mucha TV (cosa que a Roosevelt, en 1907, ni se le ocurría). Trump es autor de varios best sellers, uno de ellos se llama "Piensa a lo grande y patéales el culo" (perdón estimado lector, pero así se llama: "Think Big and Kick Ass"), también le atribuyen otro con el título "Cómo triunfar en los negocios sin pagar a tus empleados" (Trump tiene varios "pagadioses" en su cuenta).
En 1907 Roosevelt en un discurso dijo: "Cualquier hombre que dice que es americano, pero también algo más, no es un americano en absoluto. Tenemos espacio para una sola bandera, la bandera americana. Tenemos espacio para un idioma, el inglés. Y tenemos espacio para una única lealtad, que es una lealtad al pueblo estadounidense". En 1897, en su libro "American Ideals" elogiaba la selección de inmigrantes con criterios raciales; creía que los chinos debían ser excluidos "porque pertenecían a una raza inferior e incapaz de gobernarse en democracia".
Bajo su mandato, el ejército americano intervino militarmente para apoyar la secesión de Panamá respecto de Colombia, estableció la base de Guantánamo en Cuba (1903), intervino en Santo Domingo (1904) y ocupó Cuba (1906). En este último año, ­oh ironía!, recibió el premio Nobel de la Paz. ¿Se lo darán también a Trump, como se lo dieron a Obama en su primer mes de mandato? En diez días ya se peleó hasta con sus "aliados" europeos, los mexicanos, los canadienses, los australianos. De los chinos parece que piensa igual que su lejano predecesor Teddy Roosevelt.

¿Y por casa?

En Argentina, mientras tanto, seguimos con más esperanza, fe y optimismo que nunca. Perdón eso era de Scioli; ahora el Gobierno es para el cambio. ¿Sabrán estos muchachos cuándo y cómo se pone la primera? Porque hasta ahora parece que no sacaron la marcha atrás. No nos vamos a desbarrancar, pero estamos yendo a los tumbos agarrando cuanto bache existe. Algunos ya piensan ­qué bien que estábamos cuando estábamos mal! Este gobierno no está haciendo muchas cosas bien, pero las pocas que hace bien las hace mal. Para que se entienda, van unos ejemplos.
Todo el mundo estaba de acuerdo en que había que sincerar las tarifas energéticas, pero armaron tal zafarrancho que siguieron tirando millones en subsidios mal aplicados y aunque la gente siguió pagando mucho menos de lo que correspondería, igualmente despotrican a coro.
¿Hacía falta armar semejante despelote con el pago en cuotas? Los precios transparentes están más oscuros que nunca. Nadie entiende nada. La gente estaba chocha pagando "sin interés" (aun sabiendo que esto es un imposible de la lógica capitalista). Algún genio pensó que los comercios sincerarían sus precios de contado, reduciéndolos. ­Qué ingenuo! Lo cierto es que todos los relevamientos indican que en los comercios líderes, el contado se mantuvo y el valor de las cuotas se incrementó en un 30%.
¿Era necesario buscar a Juliana y a Antoñita en el helicóptero oficial? ¿Dónde quedaron los viajes en avión de línea de los primeros meses de mandato? No sirve argumentar que Cristina usaba los aviones para que le llevaran los diarios o Florencia. para ir a cumpleaños de amigas o Máximo porque se le cantaba. Tampoco sirve que se diga que este gobierno es mucho menos corrupto que el de los Kirchner. La esperanza de los que votaron este gobierno (y muchos de los que no lo votaron) no era de menos corrupción, sino de un cambio real: tolerancia cero para la deshonestidad.
.
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD