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4 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Lala Pasquinelli: “Tenemos que desintoxicarnos de miradas ajenas que nos mutilan”

Entrevista a la artista plástica y activista que dará un taller en Salta a partir del próximo sábado. 
Sabado, 11 de marzo de 2017 19:42
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El arte es una herramienta de transformación social muy poderosa. Lala Pasquinelli, “artivista” (artista visual y activista), no tiene la menor duda de esto y con su trabajo se ha propuesto poner en duda los estereotipos de género que imponen una manera de “ser mujer”. Lala es, además, autora del proyecto “Mujeres que no fueron tapa”, una muestra que, en contraste con las revistas que acostumbramos a ver, pone el foco en las mujeres “comunes” pero maravillosas, singulares y diversas que andan por el mundo sin encajar en ningún molde. 
A partir del 18 de marzo, Pasquinelli llegará a nuestra provincia para sumarse al proyecto “Genero cambios”, de la Fundación Contemporánea, junto a la artista plástica salteña Laura Asaro. Se trata de charlas y talleres para transformar realidades de hombres y mujeres desde el arte. Ambas acompañarán desde sus distintas perspectivas el proceso creativo de los asistentes. En tanto, el equipo de talleristas de la Fundación Contemporánea (María Gabriela Arancibia, Yanina Salim, Soledad Sartor y Maru Rocha Alfaro) dialogarán y trabajarán sobre temáticas referidas a los derechos humanos, estereotipos de género, amor romántico, sexualidad, modalidades de violencia machista, empoderamiento, autonomía y liderazgo. El objetivo es colaborar en la creación de nuevos imaginarios de la mujer: una mujer empoderada que se sale de la esfera doméstica para decidir qué vida quiere vivir.

¿Cuál va a ser tu rol en el proyecto “Genero cambios”?
Voy a llevar a Salta el taller que hago en el marco de mi proyecto de artivismo que se llama “Mujeres que no fueron tapa”. Lo que hacemos es generar, a través de herramientas y técnicas artísticas, un espacio de expresión intuitivo. Es decir que no es necesario tener ninguna habilidad especial. La propuesta es generar conexión con lo propio y valioso de cada uno de los participantes, y también compartir, encontrarnos, disfrutar y jugar. 
Las charlas y talleres estarán destinados a mujeres y hombres. ¿Extender la perspectiva feminista a la participación directa de los hombres es la estrategia más efectiva para superar estereotipos y desigualdades?
La verdad es que no tengo una posición sobre el tema porque hasta ahora todo lo que vamos haciendo como sociedad es ensayo y error, y no está resultando demasiado bien. Sí creo que es importante que los hombres se interesen en estos temas, pero con mucho trabajo de deconstrucción de su “ser hombres”, porque sino vemos reproducidas las dinámicas de desigualdad nuevamente. Es interesante que los temas se abran, que además de hablar entre nosotras, contemos; que los hombres sepan cómo nos sentimos en la calle, en los trabajos, en las casas; que la información circule. Hay mucho desconocimiento porque son muchos años de naturalizar la violencia y hacer silencio. 
Hay personas que creen en los principios del feminismo pero tienen reparos para hacerse llamar feministas, ¿a qué lo atribuís?
No lo sé, imagino que puede ser por un lado que muchas personas no saben realmente qué es el feminismo, cuales son sus ideas... Que es un movimiento amplio y heterogéneo, con diferentes vertientes. Quizás todavía hay personas que creen que feminismo es igual que machismo pero al revés. Nada más lejos. Por otro lado, también me parece válido que alguien no desee usar ese tipo de etiquetas, no dejan de ser estereotipos que encarcelan. A veces las personas simplemente acuerdan con una ideología o parte de ella y no desean llevar encima una definición como si fuera un apellido. Me parece que lo más interesante es lo que cada uno hace en su día a día para modificar sus propias creencias en términos de igualdad; cómo nos cuestionamos la manera en que venimos haciendo las cosas y como renunciamos, o no, a nuestros privilegios. Que es la parte más difícil. 
¿Creés que algo está empezando a cambiar en las conciencias y en los hábitos de los hombres con respecto a las cuestiones de género?
Creo que hay muchos hombres que son sensibles al tema, les interesa y se involucran. Pero todavía no son los suficientes y todo sucede a un nivel muy superficial. Al mismo tiempo y en igual medida, es necesario que cambie la conciencia y los hábitos de las mujeres. El machismo y la desigualdad también son reproducidos por mujeres, muchas veces de manera inconsciente, porque hemos nacido en este sistema y hay que trabajar para poder modificar eso en cada una de nosotras primero. 
¿Qué papel juega hoy en día la mujer dentro del sistema del arte?
El arte no es un ámbito ajeno al funcionamiento social en general en términos de igualdad de género. Sí es cierto que hay muchas artistas que están trabajando en sus obras temas relacionados con la igualdad de género. Hay acciones y hay compromiso. Hay muchas obras que sensibilizan, que muestran. Porque el arte es una herramienta de transformación social muy poderosa; da la posibilidad de poner en duda lo que siempre ha sido de una manera a través de, por ejemplo, una imagen o una instalación que muestran lo absurdo de la manera en que hacemos las cosas. 
¿De qué cosas crees que debe “desintoxicarse” la mujer para empoderarse definitivamente? 
De los estereotipos, que dicen que ser mujer es ser esposa, madre, hija, hermana, cuidadora. Se puede ser eso y se puede no serlo y las dos cosas son buenísimas si parten de una elección que se hizo desde el ser y la libertad. Las mujeres tenemos muchas cadenas todavía. Creo que es necesario desintoxicarnos de la idea de que “hay una sola manera de ser mujeres”. No la hay, cada una puede inventar la propia, la que le resuena, la que le hace bien y es importante encontrar la propia manada para que eso suceda. Creo que es algo que aplica a los seres humanos en general. Vivimos en un sistema que nos pretende homogéneos, iguales en la acción y en el pensamiento, masificados, consumidores. Si no despertamos de eso para mirarnos y descubrirnos, para encontrar nuestro deseo y nuestra propia voz, para tratarnos amorosamente y valorarnos, es difícil empoderarnos. Las mujeres tenemos que desintoxicarnos de mandatos, de miradas ajenas que nos mutilan, de comparaciones ridículas, de consumo innecesario, de modelos perimidos. 

 

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