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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Wiliams Flores le hace honor a la perseverancia como jugador

El volante de Cachorros demuestra que con voluntad y sacrifico todo es posible. Se levanta todos los días a las 4 para trabajar en un puesto en el mercado y se da tiempo para entrenar.
Sabado, 18 de marzo de 2017 22:03
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¿Cuántas historias para destacar habrá detrás de cada club, de esas personas “enfermas” por el fútbol, devotas de uno de los deportes más populares del planeta? Esos mismos que sacrifican mucho sin importar qué recibirán a cambio. Los mismos que se conforman con muy poco, no porque así lo desean, sino porque la vida, por diferentes motivos, los puso en ese lugar.
Esas personas, con el solo hecho de estar en un campo de juego y competir logran obtener “su” felicidad, aunque sea un breve instante, pero de felicidad al fin.
Se podría decir que estas personas tienen doble casaca y no por ser simpatizantes de dos equipos; todo lo contrario, defienden los colores de un club y a la vez juegan el partido más importante: subsistir. 
La historia de Williams Flores, jugador de Cachorros, equipo que se prepara para disputar los play-offs en el Federal C, es un claro ejemplo de lo que significa el “amor incondicional” por jugar al fútbol, con una alta cuota de sacrificio.
El volante del tricolor, formado en Gimnasia y Tiro y el menor de ocho hermanos, está al frente del negocio familiar, un puesto en el mercado ubicado en calle General Paz y San Martín, y a su vez comparte su escaso tiempo con el deporte.
“Me levanto todos los días a las 4 de la mañana, voy al mercado y comienzo a trabajar. A veces voy directamente a los campos a comprar mercadería. En el negocio hago de todo porque no tengo la posibilidad de contratar empleados, vendo, soy carrero y limpio. Trato de ganarme el día a día”, relató Flores, quien tiene la responsabilidad de mantener a su familia. No es fácil cargar con tamaño compromiso. Aún así, Williams, a sus 26 años, cumple con sus obligaciones. “Mis hermanos se comenzaron a ir, mi papá se hizo mayor y me hice cargo del negocio”, expresó el volante, compartiendo parte de su historia.
Trabajar, entrenar y jugar es desgastante para cualquier persona y no muchas tienen la voluntad de sacrificarse y cumplir sus objetivos. “Es un poco difícil explicarlo, no sé cómo lo hago, pero me doy tiempo para ir a entrenar, me encanta. Desde los cinco años que juego al fútbol en el barrio, después empecé en Gimnasia y ahora estoy en Cachorros. Pero es medio difícil, la verdad es que no podría ir a entrenar sin la ayuda de mi papá, no tendría cómo. Me gusta jugar al fútbol y hago un sacrificio enorme para poder ir”, destacó Flores, orgulloso por su esfuerzo.
El volante por derecha del tricolor, con escasos recursos, mantiene vigente su ambición, una loable labor que muy pocos pueden lograr. “Mirándolo de mi lado, hay chicos que tienen la oportunidad de ir a entrenar tranquilos, sin pensar que tienen que volver a trabajar. Algunos desperdician el tiempo, van a entrenar y les da lo mismo”, comparó Williams, coherente en su análisis.
Todo lo contrario vive y siente Flores con cada oportunidad que tiene de ir a entrenar, porque es una realidad, no puede asistir con normalidad a las prácticas debido a su trabajo. “Cuando voy trato de dar todo lo mejor de mí al menos para superarme yo mismo, es lo que me gusta del fútbol, sino no jugaría más”, confesó.
El no disponer de todo lo que requiere un jugador para intentar ser profesional le da un poco de impotencia. “Pero también, por otra parte, me dan muchas más ganas de entrenar, me hago el tiempo de ir, hago ese sacrificio y trato de aprovecharlo al máximo”, concluyó Williams Flores, un ejemplo de perseverancia.

 

Un golpe a la ilusión

El fútbol te puede dar tanto alegrías como tristezas a la vez, sobre todo cuando un jugador está en proceso de formación y crecimiento. “Hice todas las inferiores en Gimnasia, menos en cuarta porque me fui a Talleres de Córdoba un año. A esa edad es medio difícil; a los 17 años todos te hablan y te hacen confundir. Me llamaban y decían que tenía condiciones”, recordó Flores. Motivado con alcanzar su sueño y llegar a formar parte de un club de Primera División, Williams partió a Buenos Aires. “Me probé en algunos clubes, en unos me fue bien y en otros no. Me tuve que volver porque no tenía plata para pagarme una pensión, y porque ya era tarde para que algún club me incluyera”, contó el volante.
Ahí no terminó todo. Flores volvió al albo luego de una lesión y subió a primera de la mano de Federico Acuña. “Estaba en el plantel que ascendió con Ragusa, era sparring”, contó, para luego agregar: “Me volví a lesionar, hacía un gran desgaste. Lo hacíamos por la mañana y era peor para mí, que me levantaba a las 4, iba a entrenar a las 8.30 y volvía a trabajar. Después vino el Tanito Riggio y me dejó libre, ahí me decaí porque toda mi vida jugué al fútbol”.    

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