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Pedagogía paralela en Europa

Lunes, 28 de agosto de 2017 00:00
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La pedagogía del Estado Islámico (EI) arrasa con los fines de la educación occidental. Las escuelas europeas ya no calan hondo en la mente de los sujetos porque hay jóvenes educados paralelamente en Europa por el proselitismo del EI y/o por la influencia de un imán, el guía e intérprete dotado de inspiración divina. La ciencia europea y occidental es tomada como amenaza para la religión fundamentalista.

La pedagogía del EI posibilita que algunos chicos, vinculados con lo árabe, tomen una nueva vida y se orienten hacia el terrorismo y al martirologio del suicidio. Jóvenes musulmanes, inclusive con estudios de grado y posgrado de Estados Unidos, Rusia y de no menos de sesenta naciones, podrían ser cooptados por el fundamentalismo para matar y morir en nombre de Alá.

Los autores de los recientes atentados en Barcelona y Cambrils rompieron con el perfil ético de la educación europea e hicieron saltar por el aire el fin último de esa educación destinada a crear ciudadanos que no discriminen, con valores, libres y responsables para con su comunidad.

Raquel Rull, una educadora social del Casal Cívico de Ripoll, pequeña localidad española, docente de varios de los integrantes de la célula terrorista autora de los recientes atentados, escribió una carta llena de impotencia y melancolía. Se interroga por el papel de la educación normativa de Occidente en la mente de los chicos de la emigración.

Se pregunta qué se hizo mal y aseguró que los terroristas "eran niños como todos. Como mis hijos, eran niños de Ripoll. ¿Qué estamos haciendo mal?... Y yo que creía que lo estaba haciendo bien, que había contribuido con mi granito de arena".

La carta de Raquel no fue la única muestra de perplejidad en Ripoll. Josep María Castaño, profesor de dos de los terroristas, firmó una reflexión en su blog en la que lamenta: "Tal vez con vosotros hemos perdido la partida, pero no renunciaremos a seguir intentándolo para ganar todas las que podamos. Tengo una mezcla de tristeza y rabia".

Raquel y Josep María, comprendieron que un deseo decidido y personal de sus exalumnos los llevó al crimen y luego a la propia muerte. Son docentes occidentales, creen que la educación supera a la barbarie y, seguramente ahora, estarán convencidos de que enseñar es un problema ético-

político. No superan el dolor que les causaron esos chicos al justificar la violencia religiosa en una promesa pos-mortem de gloria. Los jóvenes mataron y murieron por lealtad e identificación con el grupo yihadista que los comprometió a cumplir un servicio urgente al Islam: eliminar a los "impuros" antes de que estos terminen con los musulmanes. Sin el reconocimiento de que la yihad los necesitaba para ser defendida, no hubieran matado a tantos inocentes.

El pedagogo y sindicalista francés Célestin Freinet intuyó en el siglo pasado la transmisión de una pedagogía frágil y sin esperanza en una Europa posmoderna y de libres nihilismos, y advirtió: "No podéis preparar a vuestros alumnos para que construyan mañana el mundo de sus sueños, si vosotros ya no creéis en esos sueños; no podéis prepararlos para la vida, si no creéis en ella; no podríais mostrar el camino, si os habéis sentado, cansados y desalentados en la encrucijada de los caminos".

 

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