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7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Educación sexual, o una nueva Esparta

Sabado, 27 de octubre de 2018 00:00
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En la agenda de los temas polémicos que anidan en la sociedad de nuestros días tiene singular protagonismo la aplicación de la Ley Nacional 26.150 que fue sancionada en el año 2006, y que incorpora el Programa Nacional de Educación Sexual Integral en la totalidad de los establecimientos educativos en el territorio de la Nación.

Es indiscutible la necesidad que tienen los jóvenes de adquirir conocimientos acerca de un tema tan importante para sus vidas. No cabe duda sobre la responsabilidad que compete a la escuela en la trasmisión de estos saberes. El planteo deviene lógico: no todos los padres tienen el coraje y la capacidad suficiente para abordar un contenido tan complicado y comprometedor en su tratamiento. Una consideración es que muchos alumnos no tienen una familia educadora y contenedora.

Si bien las leyes se sancionan, su instrumentación lleva un tiempo extenso.

El rol docente

Un interrogante está centrado en el estadio de capacitación de los docentes para abordar contenidos de alta complejidad y en el que se comprometen ideas, valores, principios éticos y filosóficos. La formación docente está relacionada con los planes de estudios de los institutos de formación o de las universidades.

¿Se encuentra ESI en la currícula de formación? Es evidente que los docentes no han cursado tal materia en sus profesorados. Si bien esta carencia está siendo solucionada a través de una capacitación, lejos está de ser suficiente para abordar temática tan compleja. Cabría indagar hasta donde es apropiada esta capacitación para ser transferida en el seno de la escuela. Puede que configure solo la aplicación de un parche más en la oscilante política educativa.

Otra realidad es que cada vez con mayor frecuencia la escuela ha de hacerse cargo de la enseñanza de temas que si bien son necesarios, la alejan de su objetivo específico. Toda problemática social, es inmediatamente trasladada al sector docente para su resolución. Así, maestros y profesores han de multiplicarse para ocuparse en actividades tales como alimentar, quitar piojos y liendres, curar, contener, enseñar RCP, educación vial, aplicar tecnologías, además de ser innovadores y creativos. Es así como el estoico docente en las últimas décadas ha incorporado un importante caudal de contenidos en sus proyectos para subsanar las graves problemáticas que, políticas erráticas mediante, han signado negativamente a la sociedad generando inequidades y marginalidad.

Otra consideración nos lleva a observar a docentes con sobrecarga laboral, obligados a impartir conocimientos para los que no han sido preparados en su formación profesional, y asumiendo capacitaciones insuficientes ante la demanda de los educandos. Una simple capacitación no es suficiente. Sea que ESI se instrumente en forma transversal, como ha sucedido hasta el presente, o se introduzca un espacio curricular específico, lo real es que no hay sólida formación de docentes. Nada hace prever que será la panacea en la educación de niños y jóvenes.

Por otra parte, una consideración tangencial es que la legislación es veloz toda vez que el agente responsable de su aplicación es el docente. No suele suceder lo mismo cuando se trata de resolver temas cruciales como el narcotráfico, harto difícil de erradicar. Otro tanto sucede con la dificultad de combatir la corrupción, o en la instancia de recuperar los infinitos dineros públicos robados, toda vez que la ley de extinción de dominio es una deuda del Congreso hacia la ciudadanía. Otro presupuesto es que, ante la necesidad de cumplir con estas nuevas demandas que se le imponen a la escuela, los contenidos específicos hayan ido progresivamente en disminución.

La enseñanza de un contenido curricular requiere procesos de explicación, orientación, fijación, práctica, revisión, evaluación, devolución de resultados y recuperación.

El tiempo áulico no es un recurso infinito, todo lo contrario, es sumamente acotado.

Resultado: el joven egresado del nivel medio, tiene muy pocas herramientas para abordar contenidos de complejidad en sus estudios universitarios, sencillamente porque en la escuela media, no se ha apropiado de las competencias necesarias para enfrentar esos estudios, y hacerse cargo de su destino.

Una libertad cercenada

Una dificultad anexa se esgrime en estos días, y es la perspectiva de eliminar el contenido de este importante artículo de la antes citada ley, que prevé en su artículo 5´ que "cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, y en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros".

Durante largos años, los docentes han recibido densa capacitación para llegar a formular proyectos educativos institucionales. Dentro de la construcción de esos marcos teóricos, el "Ideario" no tiene una función secundaria. Todo lo contrario, el Ideario es el fundamento de la existencia de la escuela.

El Proyecto Educativo Institucional es a la escuela, lo que la Constitución Nacional es a la República. Es el marco regulatorio a partir del cual se ha de formular toda la propuesta educativa. Así como es impensable quitar de la Constitución de la Nación el Preámbulo, Declaraciones, Derechos y Garantías, es irresponsable desconocer el Ideario Institucional de una comunidad escolar. Más absurdo cuando en su redacción han intervenido democráticamente todos los actores institucionales.

Esta idea fuera de toda lógica pedagógica se comprende en el marco de un Estado, en el que para cierta clase política, la ley parece ser tema menor y que se aprueba o rechaza según el oportunismo político.

Se ha de considerar que los proyectos educativos se enmarcan en la legislación en vigencia, pero también en los marcos teóricos de las disciplinas pedagógicas y didácticas. No son caprichos de los docentes, son instrumentos con base científica. No ha lugar a que se modifiquen sin un exhaustivo análisis en que necesariamente han de participar la totalidad de los miembros de cada comunidad educativa.

Existe la fascinación en el gobierno de turno de introducir modificaciones en materia de educación. Esto nos ha llevado a un drástico cambio de paradigmas en menos de dos décadas. Esta errática política educativa, en base a modificaciones frecuentes, han obrado un efecto devastador en las instituciones educativas con el resultado negativo que las evaluaciones de calidad han demostrado fehacientemente en los tiempos recientes.

Si bien la escuela no puede permanecer al margen de las transformaciones de la sociedad y debe efectuar las modificaciones necesarias en sus proyectos y planes, pero tampoco se puede legislar irresponsablemente, comprometiendo negativamente la labor de docentes y alumnos, estos últimos convidados de piedra en su trayecto educativo.

El Estado autoritario

En el presente, un conjunto de padres argumenta su oposición a la abolición del artículo 5° de la ley, aspirando a educar en esta sensible materia, de acuerdo a sus principios y valores. Esta actitud es duramente cuestionada. Se ha de considerar que hay padres que se ocupan de sus hijos, los orientan, dialogan, atienden a sus necesidades no solo físicas sino también espirituales y morales. ¿Puede el Estado avanzar sobre aspecto tan privado? ¿No le asiste a quienes fundan una familia decidir los principios que la orientan? ¿Debe el Estado decidir como si de Esparta se tratara, qué debe aprender cada niño y adolescente en esfera tan sensible?

Aparentemente avanzamos hacia la construcción de un Estado Autoritario. ¿En base a qué presupuestos éticos y morales los legisladores pueden tomar decisión por la ciudadanía? Hay muchas deudas hacia la sociedad, ¿Por qué no ocuparse de lo prioritario?

A las instituciones escolares se las deja muy solas en muchas instancias. ¿Porqué no permitir que sus miembros dialoguen francamente y establezcan acuerdos, respetando su ideario? ¿Por qué rechazar la posibilidad de trabajar conjuntamente con los padres? ¿Por qué cercenar los derechos conferidos a través de la patria potestad?

¿No sería bueno que la escuela recupere la especificidad de sus disciplinas y que los alumnos egresen con competencias suficientes para continuar sus estudios sin dificultades?

¿No sería apropiado enseñar a los padres a recuperar su rol de padres y responsabilizarse por sus hijos, por sus necesidades físicas, espirituales y morales? Necesitamos más padres comprometidos con el destino de sus hijos. ¿O será el Estado una nueva Esparta?

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