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Deng Xiaoping o el fin del idealismo

Miércoles, 19 de diciembre de 2018 00:00
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El 18 de diciembre se cumplen 40 años del discurso de Deng Xiaoping en el Tercer Plenario del Partido Comunista conocido como las Cuatro Modernizaciones que marcó un cambio drástico de la política económica de China. La muerte de Mao Zedong en septiembre de 1976, la detención de la Banda de los Cuatro en octubre, el retorno de Deng Xiaoping al Gobierno y el establecimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos terminaron por enterrar los desvaríos mesiánicos del liderazgo del Partido Comunista forjado durante más de 30 años de guerra contra el Gobierno de Chiang Kai shek y el Imperio de Japón.

Mao Zedong condujo al Partido Comunista a la victoria. Tuvo la audacia de enfrentarse a los asesores de la Unión Soviética que recomendaban una política de frente popular con el Kuomintang para expulsar a las potencias extranjeras. En su lugar planteó la guerra rural y al campesinado como ejes de la revolución, lo cual era considerado una herejía para los teóricos de la Internacional Comunista (Comintern).

El Gobierno diseñó el Primer Plan Quinquenal al estilo de la Unión Soviética. La lenta recuperación impulsó el lanzamiento de una reforma conocida como el Gran Salto Adelante que promovió la descentralización, el uso de mano de obra desocupada, las comunas y la producción de acero para alcanzar a Gran Bretaña. El caos causó 40 millones de muertes por hambrunas y persecuciones políticas.

El padre del actual presidente Xi Jinping, Xi Zhongxun, fue degradado en 1962 y perseguido durante la Revolución Cultural al igual que Deng Xiaoping en 1969 y 1975.

La República Popular atravesó otros 30 años convulsionada por las luchas políticas internas para organizarse y definir su orientación. La definitiva derrota del ala izquierdista permitió el giro de la política económica. La apertura comenzó con el acuerdo comercial con los Estados Unidos el 15 de mayo de 1979. Bill Clinton firmó el Acta de Estados Unidos - China en septiembre de 2000 y George Bush allanó el camino para el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio. El Partido Comunista condujo los destinos del país como una continuación de la lucha armada aplicando los mismos criterios utilizados para lograr el apoyo popular y derrotar al ejército de Chiang Kai-

shek. Habían luchado para lograr una sociedad igualitaria donde no existiera la pobreza y no estaban dispuestos a ceder aun a costa de millones de muertos. El paroxismo de esa creación teológica fue el Libro Rojo de Lin Biao, estudiado y reverenciado por los intelectuales europeos y latinoamericanos porque condenaba a la sociedad burguesa y hablaba del hombre nuevo. Cuando la estructura de poder comenzó a resquebrajarse y los avances de países vecinos eran evidentes, surgieron las posibilidades de una rectificación. Deng Xiaoping fue quizás el último líder de esa camada que pudo llegar a impulsar un cambio en la política económica para superar la parálisis y recuperar la confianza popular. Deng, al igual que Zhou Enlai, Liu Shaoqi o Xi Zhongxun, trataron de aprender de la realidad y terminaron con la fantasía de ajustar el mundo a la voluntad. Esas políticas evaluadas cuarenta años después son las que permitieron a China convertirse en la segunda potencia económica y sacar a 800 millones de la pobreza.

 

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