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Los recientes aumentos de las tarifas del gas y de otros servicios públicos han generado una ola de reclamos de sectores de la industria, de las pymes, de la oposición del Gobierno y de vecinos que se ven perjudicados con estos aumentos.
Ante esta realidad desde el Poder Ejecutivo Nacional se escuchó que se habilitará la posibilidad de pagar en cuotas las facturas de los meses de mayor consumo, distribuyendo el costo en los meses de menos consumo.
Existieron propuestas que fueron bien vistas por el Ejecutivo Nacional como el aplanamiento de las tarifas durante el año y postergar los cambios en lo que hace a la tarifa social, pero lo que si quedó claro es que los aumentos en las tarifas son inevitables y que se seguirá avanzando en el camino de la reducción de subsidios a los servicios públicos, unos de los importes más significativos en la reducción gradual del déficit fiscal
Un escenario dramático
Es importante, en este punto, tener en cuenta lo que señaló el economista y exsecretario de Energía Daniel Montamat: "Entre diciembre de 2001 y diciembre de 2015, el índice general de precios aumentó un 1.392%, el peso se devaluó 1.043%, el índice de salarios creció 1.658% y la tarifa R1 (consumo de 500 m3/año) de Metrogas creció sólo el 75%" (Clarín, 23-4).
También, el informe del exministro de Economía Jorge Remes Lenicov y el economista de Abeceb, Dante Sica: "En estos 33 años los problemas sociales, lejos de mejorar han empeorado: la pobreza en 1983 era de 16% cuando en América Latina (AL) se acercaba al 40%; con los años y no sin altibajos fue creciendo hasta llegar al 30%, mientras en la región se redujo a 29%. Hoy hay 13 millones de argentinos que viven en una situación extrema. La informalidad laboral, que rondaba el 22% en 1980, comenzó a subir y desde hace varios años se encuentra en el 33 %. La desocupación aumentó en los 90, y en los 2000 se redujo aproximadamente al 8% pero por el aumento del empleo público, caso contrario estaría en más del 17%.
El origen es estos problemas es el bajo crecimiento y los serios conflictos distributivos característicos de estas décadas que impidió generar empleos de calidad, la base para reducir la pobreza. La culpa no la tiene la gente, pero la decadencia solo habrá de agravarse y agravar los indicadores sociales a niveles trágicos. Y esto no se resuelve con movilizaciones de ONG ni con sobreactuaciones de diputados, protagonistas de este declive que, en realidad, comenzó en 1975".
El bolsillo cotidiano
Lo cierto es que por ejemplo en la CABA, que durante el último gobierno mantuvo congeladas las tarifas del precio del gas, luz, transporte, agua, según un grupo de especialistas estiman que desde que asumió el ministro Juan José Aranguren los incrementos acumulados para el gas llegan a casi el 1.000%.
Hoy, la oposición quiere retrotraer las tarifas a valores de diciembre. ¿Es factible? Para la economía doméstica, significa equilibrar a esos gastos esenciales con el nivel salarial. Pero durante 15 años, los salarios subieron muy por encima de las tarifas, pero los impuestos que pagamos todos fueron aplicados a compensar el desmadre.
El problema es grave y se ha de resolver con "sangre, sudor y lágrimas", es decir, sin demagogias. Pero eso lo pudo hacer un estadista, como Winston Churchill, y no un grupo de ministros con formación de gerentes y tensionados entre el deber de Estado y sus compromisos con las empresas en que trabajaron siempre.
La perspectiva
Sea cual fuere el resultado de las propuestas de sectores de la oposición o la implementación de determinadas leyes que regulen estos aumentos en las tarifas de los servicios públicos, la fijación de los aumentos es facultad del Poder Ejecutivo y de este será el costo político y social por la implementación de las mismas
Sabemos que en los últimos años el país paso del autoabastecimiento energético con excedentes que se exportaban con cifras cercanas a los US$6.000 millones, a la necesidad de importar, montos que llegaron a mas US$10.000 millones anuales y hoy el pago de subsidios a la energía y al transporte representan cerca del 5% del Producto Bruto Interno (US$30.000 millones).
El Gobierno nacional eligió realizar ajustes parciales para equilibrar los precios de los servicios de energéticos, pero en este caso fueron demasiado altos los incrementos especialmente para los hogares que no pagan la tarifa social y las pymes.
Sectores del oficialismo dijeron que estos incrementos en los servicios serán los últimos y que posteriormente las tarifas se irán determinando de acuerdo a la inflación con un criterio mucho más razonable de acuerdo a la situación económica y social que vivimos, pudiendo entender que tendremos mucho más gradualismo para compensar los altos subsidios que debemos pagar a las empresas prestadoras de servicios.
¿Eso es lo razonable? Si se observa la realidad energética, es postergar el problema; si se considera la decadencia de las economías de un sector enorme de la población, para estas familias la asistencia debería ser mayor.
Por de pronto y de acuerdo a los montos de subsidios y la forma de cómo reducir el déficit fiscal que informa el gobierno, la discusión que tenemos de que si corresponde subsidiar los servicios públicos (agua, luz, gas, transporte) quedaría vigente y en espera hasta que definitivamente se logre reducir el excesivo gasto que estos representa y/o comencemos a autoabastecernos que no será en los próximos años.
La profundidad de la crisis
El planteo que se debe instalar en la opinión pública, primero que este tarifazo le hace mucho daño a los bolsillos de los trabajadores, jubilados, pequeños productores y pymes, es necesario poder pagarlo pero que sea accesible a los bolsillos de cada uno.
La alta carga impositiva también es un factor determinante en la composición de las tarifas y siempre se castiga al consumidor final, por ejemplo el Impuesto al Valor Agregado las empresas pueden tomarlo como crédito fiscal y descontarlo cuando deban pagarlo, en cambio para el consumidor es costo.
Pero cualquier solución no debe ignorar una realidad: ¿Quién no recuerda la campaña de 2011, cuando actores populares decían renunciar al subsidio pero después no renunciaban? El problema energético no lo resuelve el teatro: la energía es a la economía de una nación lo que la circulación de la sangre a un organismo humano.
Ahora, Salta
La determinación de los precios de las tarifas de los servicios públicos, el precio del transporte y del combustible, siempre, o por lo menos en estos últimos años, ha beneficiado a los ciudadanos y empresas radicadas particularmente en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Nos preguntamos por qué fuimos y somos ciudadanos de segunda y no se cobraron tarifas iguales para todos los argentinos. ¿Será porque es el distrito electoral más grande? ¿Era necesario beneficiarlos? ¿O fueron nuestros gobernantes los que no reclamaron para que se equiparen los precios en el país cuando en definitiva tendría que ser al revés? Los ciudadanos, y las empresas radicadas en el interior tendrían que ser las beneficiadas por la distancia los centros de consumo, en este caso fue a la inversa. Si el tope de las paritarias en muchos gremios fue del 15%, los aumentos fueron y son superiores a este porcentaje; es evidente el desequilibrio que se produce en la economía doméstica de cada uno de los hogares, el cambio de hábitos como sacrificar remedios, educación, transporte, disminuir el consumo, etcétera.
Es imperioso que el Estado contemple una solución sólida para beneficiar a los más desprotegidos.
El consumidor
Y si lo miramos desde la economía con estos aumentos no les queda dinero a los consumidores y tendrán que racionalizar sus gastos; en un esquema donde determinados rubros son los que crecen y el resto aun no empezó a hacerlo, es necesario incentivar el consumo interno porque todos sabemos que si disminuye, cierran empresas, no se generan fuentes de trabajo genuinos, crece el desempleo y la economía informal o en negro, con esta realidad no alcanzaremos el tan mentado crecimiento sustentable de nuestra economía y que sea parejo para todos.
Si disminuye el déficit fiscal podremos controlar y disminuir la inflación, pero también es necesario que el costo social que provocan estas medidas sea lo menor posible.
Seamos transparentes: el gradualismo en la aplicación de las medidas de ajuste ha llegado para quedarse por mucho tiempo.