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Vuelven las campañas

Domingo, 29 de julio de 2018 00:00
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Todos decían que después del mundial en Rusia se lanzaba la campaña política en Argentina, la campaña propiamente dicha, dado que en los últimos tiempos todos los políticos siguen en campaña pero bajo modalidades menos estridentes.

Esta diferenciación es necesaria aunque todavía no percibida por la opinión pública, pues la mayoría reconoce una campaña recién cuando empapelan las calles, los medios electrónicos saturan sus audiencias y las redes sociales estallan en insultos y descalificaciones a granel.

El otro modo de campaña, el más sutil y sofisticado, se reconoce rastreando todos y cada uno de los innumerables dispositivos del poder público, institucional, corporativo y callejero, por donde circulan presencias y mensajes con efectos multiplicadores, la mayoría de las veces prediseñados aunque parezcan espontáneos.

Borradores ilustrativos

Terminó, seguramente, un tiempo de especulaciones, aprestos y escarceos. Poco a poco se irá tiñendo el paisaje de imágenes y palabras, colores y emociones.

Pensando en todo esto, se me ocurrió revisar borradores y apuntes que guardo de investigaciones pasadas relacionadas con la política, candidatos y campañas.

Los materiales que estoy viendo resumen contenidos de Focus Group (Grupos focales o Grupos de Discusión, propios de la Investigación Cualitativa) donde las personas opinan libremente, expresan sus sentimientos y testimonian desde sus experiencias, en este caso en relación a las campañas políticas y sus protagonistas. Aquí van las consideraciones más reiteradas en cada Focus y en la mayoría de los Focus registrados.

"Papá Noel"

En primer lugar, todos reconocen una campaña política como la ocasión única y excepcional donde los políticos llegan al barrio. Es que al menos dos años llevan sin aparecer, casi siempre un poco más, salvo casos más raros donde algunos funcionarios vienen en comitiva para inaugurar alguna obra. Agregan que tal visita al barrio es bienvenida, aunque cargada de sentimientos ambivalentes: por un lado celebran la llegada como si fuera de Papá Noel (por los regalos para todas y todos), y por otro lado, con un difuso descreimiento bien disimulado detrás de la sonrisa y agradecimientos de ocasión. Esto es así porque los regalos son múltiples y variados: pueden ser chapas para techar piezas, frazadas, bolsones con alimentos, útiles escolares, zapatillas, remedios farmacéuticos clásicos, números de rifas (para ganar en el acto de cierre bicicletas y motos) y, lo más esperado, sobres con algún dinero y voto para guardar hasta el día electoral.

Ellos, los punteros

En este asunto son los punteros quienes administran la cuidadosa distribución, personajes estos que ofician de guías del político en el laberinto barrial, algo así como las llaves que abren las puertas de la ciudadanía.

Los punteros merecen algunos párrafos ampliatorios, afirman con entusiasmo los participantes del Focus: pueden dividirse en tres categorías. Primero, los que son militantes de un partido, gozan de reconocimiento en el barrio y casi siempre perciben un sueldo como empleado público (Adscripto a alguna repartición nacional, provincial o municipal) en el rubro Agrupamiento Político (AP).

Este perfil representa un modelo primordial de los punteros, el que nació con la democracia del 83'-. Pero también está el segundo tipo, que nació por evolución del primero: es un puntero que aprendió el pragmatismo de sus mandantes y algunas nociones de marketing, porque vende su capital (un paquete de familias que le responden) al mejor postor (candidato de un sublema partidario, o de otro partido). Si al fin y al cabo, sus mandantes también hacen lo mismo cuando se abren los libros de pases como en el fútbol, pero de un espacio político hacia otro. Y en tercer lugar, está el que nació como una degeneración de los primeros: el que manda en el barrio moviendo dineros sospechosos y oscuros, estableciendo con la política relaciones de complicidad.

Cohetería, discursos y aplausos

Otro capítulo que explican, hasta con algarabía, sobre las campañas políticas es el referido a las recorridas territoriales: casi siempre se anuncian con bombas de estruendo para que la gente salga a sus puertas (las bombas anteceden dos cuadras a la comitiva, alborotando a los perros) y vean venir una pequeña multitud caminando alrededor de un vehículo viejo con parlantes. El locutor contratado vocifera glosas alusivas escritas por un AP, y marcan el ritmo con los bombos y redoblantes alquilados a la barra brava de algún club de fútbol. Van lloviendo volantes y los chiquilines corren con sus golosinas, mientras que jóvenes y mayores se prueban remeras con los símbolos del candidato. Este, como corresponde, encabeza el séquito y saluda sonriente, o apura el paso para abrazar a vecinos en sus puertas y besar niñitos que le ofrecen; o en casos especiales hacen todo esto pero trotando en zigzag, de vereda a vereda.

Culmina la agitada jornada, oscureciendo ya, en la plaza del barrio o en un cruce de calles donde espera el escenario: puede ser un camión modesto, atravesado y con las barandas caídas, o un más modesto acoplado tirado por un tractor desvencijado.

Pero allí aturdirán los discursos eufóricos, los jingles pegadizos, los gritos enronquecidos solo tapados por sirenas, percusiones y explosiones. El candidato es el último orador, objeto de todos los aplausos y ovaciones que le vienen de su pequeña platea, compuesta por los AP de aparato y los punteros con su prometedora tropa barrial. Ellos no solo hacen el número de la concurrencia sino que son la claque para contagiar al público restante. El final siempre es parecido por lo alegre y festivo. Cantan grupos folklóricos ritmos festivaleros o grupos tropicales sus ritmos bailanteros, hasta la culminación con fuegos artificiales iluminando la noche. Después, la retirada y el silencio creciente en las calles polvorientas.

En estos apuntes aparecen también opiniones más difíciles de explicar, pero que intentan describir a los políticos como profesionales (de un oficio para vivir); o como miembros de una comunidad cerrada (parecido a un club de acceso restringido) que los reúne más allá de las diferencias partidarias. Por eso varios integrantes de este Focus se animaron a decir que colocaban a sus hijos en los principales partidos y en los sublemas correspondientes (como mandaderos, o para lo que sea) en clara estrategia de salvación familiar.

Perdón; se me olvidaba aclarar algo: que los borradores y apuntes de Grupos Focales que acabo de mencionar pertenecen a investigaciones realizadas en la República del Paraguay hace ya varios años, contratado entonces por los amigos de una importante consultora.

 

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