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Inversión, ¿nuestra utopía?

Viernes, 29 de marzo de 2019 00:00
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Sabemos de la imperiosa necesidad de generar nuevas inversiones productivas que necesita hoy el país, invertir significa: generar fuentes de trabajo, riqueza, y desde el Gobierno recaudar mayores impuestos.

No es un problema de coyuntura. Nuestro país, cuyas posibilidades de desarrollo humano parecían inagotables en los años 50, desde entonces ha ofrecido un crecimiento en declive: promediando desde 1951 muestra el 0,81 anual: el puesto 153 entre 179 países.

La inversión de hoy es del 15% del PBI, contra el 19% de América Latina y 24% del promedio mundial.

Pero los que invierten en Argentina son los que conocen el país y están dispuestos a arriesgar capitales en un clima inestable tanto político como económico como el que estamos viviendo; en cambio, los que están dispuestos a iniciar y/o continuar determinados y muy contados emprendimientos lo hacen pensando en el mediano y largo plazo, y conscientes de que a pesar de que este es un año electoral, en el que normalmente no se deberían tomar decisiones importantes, confían en que el proyecto sea exitoso.

Mientras que el producto declina y las pymes pasan por uno de sus peores momentos, son muy pocas las actividades que están creciendo e invirtiendo. Se trata de la minería, hidrocarburos (Vaca Muerta), el campo, el turismo y la banca, pero las mismas no son las suficientes para iniciar el tan ansiado desarrollo y crecimiento de nuestra economía.

Las tres barajas

Son varios los requisitos que necesitan los inversores tanto locales como extranjeros para instalarse en nuestro país. La confianza y la estabilidad en una economía normal son condiciones fundamentales.

Los tiempos de los inversores para este año estarán definidos en dos etapas, la primera que terminaría a mediados de año sería la llamada "esperar y ver" (wait and see) hasta que se terminen de constituir las alianzas políticas y la segunda cuando los inversores analicen a quien gane, evaluando los tres escenarios que podrían aparecer.

Las proyecciones que analizan los inversores referentes al panorama político son: si gana Macri, ya con peso político propio continuará con su objetivo de ir por las políticas pro negocios y proseguirá tratando de aprobar las reformas laboral, fiscal, impositiva, previsional y una ley de mercado de capitales con las reformas que está pidiendo el mundo inversor, entre otras.

Si gana el peronismo que entiende que Argentina necesita crecer y que existe un tremendo disgusto social con el modelo económico del presidente Macri, se supone que buscará incentivar y hacer crecer el consumo interno y reducir las tarifas de los servicios públicos para que la gente tenga mayor cantidad de dinero para gastar.

Y si gana algún candidato vinculado al kircherismo o la misma Cristina Fernández, varios analistas entienden que en su gobierno han tenido aciertos y desaciertos con muchos empresarios, pero en esta nueva etapa habrá una importante emisión de moneda y se ampliarán los gastos del Estado con las consecuencias que ya todos conocemos.

Analicemos los objetivos económicos actuales para ganar las elecciones. Bajar la inflación para proyectar un crecimiento sustentable de la economía y controlar el tipo de cambio para ganar las elecciones son las mayores preocupaciones de la actual gestión.

El costo del Gobierno para mantener de alguna manera estas variables controladas es pagar una mayor tasa de interés con los efectos recesivos que provoca en la actividad económica y corriendo el riesgo de no ser reelectos.

La cotización del dólar sigue subiendo, la inflación tampoco baja, la tasa de interés sube con el objetivo se sacar de circulación nuestros pesos; se trata de variables que van en contramano con los objetivos del gobierno que en varias oportunidades atribuyó las razones a hechos inadecuados, como las crisis externas, la mala cosecha del año pasado, la política monetaria de los Estados Unidos, y las causas de corrupción obtenidas de los cuadernos, cuando en definitiva lo más relevante y con mayor impacto en la política económica se debe a las variables macroeconómicas que actualmente observamos. A partir de mayo, la expectativa oficial ya sin ajustes tarifarios con recesión y una política monetaria controlada, será mantener la inflación con registros mensuales no mayores al 2% para poder mostrar algún éxito económico en las elecciones.

El objetivo primordial del Gobierno es frenar la escalada del dólar implementando medidas fiscales y monetarias para este fin. Apunta a congelar la base monetaria (no a la emisión monetaria) hasta fin de año y desde abril piensa inyectar al mercado cerca de 10.000 millones de dólares para mantener controlado el valor de la divisa.

Se espera con optimismo que se mantenga estable la cotización del dólar y comience a bajar la tasa de interés para que la gran cantidad de dinero que actualmente está en la especulación financiera pase a la producción sustentable, ese sería el objetivo en el mediano plazo. Lamentablemente no tenemos muchas razones para pronosticar que la inflación bajará en los próximos meses y que la cotización del dólar se mantendrá estable.

La historia del último medio siglo no ayuda. Nos queda la esperanza de que ya los equipos técnicos de los candidatos presidenciales estarán trabajando en un plan de estabilización y crecimiento que será instrumentado a partir del 10 de diciembre.

 

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