inicia sesión o regístrate.
Todavía aún me da vueltas por la memoria cuando allá entre los años 93 y 97, de changuito y viviendo en el Ingenio Tabacal, esperaba ansioso los fines de semana en los que jugaba el albo para venirme cuando podía a la capital salteña a ver esos partidos contra equipos del viejo Nacional o los de primera división. Recuerdo casi patente que el colectivo desde el norte llegaba siempre muy temprano, tipo cinco de la mañana o algo así a la antigua terminal y una de las condiciones del permiso de mis viejos, era la de esperar hasta que amanezca y aclarase un poco para recién tomar el cole urbano hasta a lo de mis abuelos, pero yo de la ansiedad ya quería irme corriendo a sacar una entrada para no quedarme sin lugar y además para ver cómo iba quedando el por entonces remodelado Gigante del Norte. Claro, no teníamos celulares ni internet por aquellos años.
¡Qué épocas!
Ir temprano a sacar una entrada y quedarme en las afueras viendo todo ese revuelo de gente que se agolpaba de repente y alineaba sus latidos con el repique de los bombos, mientras el humo de los choris acariciaba las banderas y los gorros recién estampados.
Y ni hablar cuando subía por las escaleras de la bandeja de la Leguizamón y pensaba que era el estadio más grande del mundo! Recuerdo también el orgullo que sentía al ver en los programas deportivos de televisión nacional que hablaban de Salta y hasta mostraban imágenes destacando las virtudes de "La Linda" cada vez que había aquí un partido de trascendencia.
Qué lindos años. Tribunas abarrotadas bajo una atmósfera de pasión y algarabía que furibundas se desarmaban aplaudiendo a tipos que realmente sentían la camiseta.
Si bien elegí desde chico ser de Gimnasia, este breve relato es aplicable a cualquiera de los equipos históricos del fútbol salteño, porque tanto hinchas de Central o Juventud tendrán también guardados en sus retinas imborrables momentos, grandes hazañas e inolvidables ídolos que defendieron tenazmente sus colores.
El "tanque" González, Pedro Guiberguis, Valdiviezo, el "pichi" Velarde o, yendo un poco más atrás el Central Norte del 82, que le ganó al Boca campeón del 81, solo por citar algunos de tantos nombres o formaciones que aún merodean por la nostalgia de los futboleros por sus logros y entrega.
Es increíble cómo quedaron marcados en la historia los hombres con hambre de gloria y cómo los que no tienen aspiraciones se esfuman tan raudamente sin dejar casi ni rastros.
Pero ahora cortemos con tanta dulzura y volvamos a la tristísima y lamentable realidad del fútbol salteño actual.
¿Qué nos pasó?
Mientras en las provincias vecinas se codean en la elite de las principales categorías, acá se juegan clásicos entre los denominados equipos grandes, pero para dirimir cuál de ellos descenderá a la dimensión desconocida de las categorías, o algo así.
Dos décadas ya de decadencia absoluta y fracasos constantes!
Y los hinchas ya estamos cansados de ver cada año esa misma película sin argumentos que ya sabemos cómo va a terminar: festejar la clasificación a un octogonal o a un reducido para quedar eliminados en la siguiente fase o pelear por mantener la categoría.
Así, desde hace dos décadas y llamale el club que sea!
¿Qué le hicieron a nuestro fútbol? ¿Por qué dejaron que llegue a tan calamitoso estado?
Ya es hora de refundar nuestro fútbol. Voy a ser bien directo y que le duela a quien le tenga que doler, la gente ya se cansó de pagar una entrada para ir a ver a tipos perdedores y sin ambiciones, que por usar peinados de moda, brazos tatuados o llevar un bolso con botines de colores bajo el brazo se creen jugadores profesionales de fútbol.
Los mismos que se cambian de camiseta como medias, para volver al año porque no tienen lugares en otros clubes de la zona. La gente se cansó de ver que siempre vuelven los mismos cinco o seis técnicos aleatorios que parecen no trasmitir nada o que llegan con la valija escasa de grandes metas.
Realmente aplaudo a los pocos hinchas que siguen yendo a un estadio a alentar y es destacable el amor que le tienen a su club a pesar de tanto tiempo de adversidad deportiva.
No hace falta ser un cerebro para darse cuenta de que todo es un círculo en el cual si no hay resultados, hay tribunas vacías, no hay ingresos, no hay sponsors y así siempre lo mismo. Encima los pocos hinchas violentos son amos y señores del tablón que ahuyentaron a las familias, a los socios y hasta mataron los colores de las banderas y apagaron los bombos en los estadios.
¿Acaso los dirigentes no aprendieron nada de esto en tanto tiempo? Cada uno sabrá su grado de inoperancia, pero es hora de que hagan un mea culpa por tantos años de fracaso y sacudan las bases para que vuelva a despertar el fútbol salteño. Desde presidentes hasta utileros, Basta de conformismos con diminutas metas! ¿Por qué no probar con trabajar, además de lo físico y deportivo, en lo mental para enseñarles a los planteles de primera y a los jóvenes de las inferiores lo que es tener hambre de gloria? Se puede ganar de varias formas, pero hay dos maneras que no fallan: teniendo los mejores jugadores en cada puesto o con jugadores con mentalidad ganadora. De tibios y desmotivados ya estamos cansados. Por el bien del fútbol salteño. Qué lindo sería poder volver a vivir aquellos años de gloria!