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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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2015-2019, un necesario balance

Sabado, 01 de junio de 2019 00:00
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Puntos de partida y de llegada. Los argentinos somos muy especiales, conforme nos juzgan quienes pueden tener la necesaria perspectiva de la que nosotros obviamente carecemos por ser protagonistas de nuestra forma de ser.

Esta "especialidad", amén de otras características propias, incluye el divorcio entre nuestras raras habilidades para sobresalir acertadamente en algunas áreas, por ejemplo, tenemos una excelente gastronomía y gran talento creativo en numerosas actividades junto a nuestra torpeza inconcebible en otras, como la de no saber gobernarnos ni lograr establecer un mínimo de acuerdos que protejan perdurablemente nuestros intereses y los de la Nación.

Tal vez, una de nuestras mayores torpezas en el campo político sea la de no distinguir entre los puntos de partida y de llegada, o, si se prefiere, entre los objetivos que nos proponemos alcanzar y los instrumentos de que disponemos para conseguirlos.

Así, debería ser evidente que una cosa es que nos impongamos derrotar a la inflación y otra muy diferente que podamos conseguirlo el mes entrante, o que explicable y legítimamente queramos elevar nuestro nivel de vida, pero que podamos conseguirlo instantáneamente mediante un aumento "mágico" de nuestros ingresos "ya"

El gobierno 2015-2019

El gobierno que completará su período en diciembre de 2019 se propuso -siguiendo la línea argumental propuesta- "pobreza cero", junto a otros objetivos económicos más "estándares", como el de reducir la inflación, alcanzar precios de mercado sin coacciones gubernamentales, eliminar impuestos distorsivos, corregir el déficit energético y de infraestructura y otros, además de, en el terreno político, respetar la República con su división de poderes, el federalismo y la libertad de prensa.

Si se mira desapasionadamente, con excepción tal vez de la "pobreza cero", los otros objetivos mencionados podrían ser considerados una obviedad, porque, salvo por torpeza o desvíos constitucionales de los gobiernos de turno, no correspondería a quienes se proponen reemplazarlos en el período siguiente, por ejemplo, incluir en su plataforma o propuesta política el cumplimento de la Constitución, tener una inflación comparable a la de otros países, la existencia de un sistema de precios libres, etc.

Diagnóstico, objetivos e instrumentos

Supuestamente, la tarea de los partidos políticos -más allá de su retórica que sería equivalente a la pólvora que impulsa a los proyectiles- es la de conformar un diagnóstico de situación, acompañado seguidamente de los objetivos propuestos para mejorar el estado de cosas, a lo que deben añadírsele los instrumentos con los que se pretende alcanzar esos objetivos.

Claramente, en línea con la dualidad mencionada al principio y que nos caracteriza como argentinos, en política no es donde descollamos ni mostramos nuestras mejores habilidades, con lo que los partidos políticos, en general, carecen de un diagnóstico de situación, y mucho menos se proponen objetivos, para no hablar de los instrumentos con que los lograrían ("¿qué son los instrumentos?..."), a la vez que la "pólvora", en el mejor de los casos, está mojada y no sirve ni para fuegos artificiales.

En el caso del gobierno que completa en diciembre su mandato, la "pólvora" directamente se planteó como innecesaria por "obsoleta", según su enfoque. Dicho en otras palabras, se consideró que los discursos, arengas y énfasis que caracterizaron a nuestros mejores políticos eran cosa del pasado, como esos políticos, y "lo que se usa" son los mensajes por las redes sociales. En cambio, lo que sí debía importar es el cumplimiento de los objetivos, lo que sería condición suficiente para lograr el acompañamiento de la población en las elecciones sucesivas.

Lamentablemente para el gobierno, esa visión le resultó un "boomerang", porque justamente la incapacidad de cumplir con uno de los principales objetivos, la "pobreza cero", junto a otro no menos importante, el abatimiento de la inflación, le restaron simpatías políticas y, por añadidura, no se habían provisto de "pólvora", ni siquiera para los juegos artificiales, con lo que no había "mística" ni capacidad de seducción para explicar los errores y fracasos que el gobierno no podía justificar, o, cuanto menos, lograr convencer a la ciudadanía de que no eran completamente propios.

De manera similar, tampoco los importantes éxitos fueron debidamente promocionados, con lo que el gobierno se aisló innecesariamente, a la vez que se desdibujó más allá de lo que objetivamente habría sido lo que correspondía a sus reales equivocaciones.

Errores y aciertos

Se ha hablado ya de los numerosos errores cometidos por el gobierno, por lo que correspondería, por una parte, destacar por qué se habrían generado, y por la otra, señalar cuáles habrían sido sus aciertos.

Comenzando por la génesis de los errores cometidos, indudablemente el más importante de ellos ha sido el diagnóstico relativo a las causas de la inflación.

Como se ha destacado en numerosas notas anteriores, la explicación que tanto el gobierno como la mayoría de los economistas de la Argentina tienen sobre este grave, distorsionante y endémico problema, es que este se origina en el déficit fiscal que, como también varias veces se ha destacado, genera un exceso de demanda dado por la diferencia precisamente entre el gasto e impuestos, y esta brecha presiona sobre la oferta de bienes y servicios siendo la variable de ajuste la suba de los precios.

Desafortunadamente, este diagnóstico deja sin contemplar “el lado de la oferta”, vale decir, los costos de producción de estos bienes y servicios, que se incrementan con la suba de las tarifas, del tipo de cambio, incluso de los salarios aunque vengan rezagados respecto de los aumentos de precios, del dólar y, tal vez lo más importante, de la capacidad de una gran parte de las empresas argentinas, concentradas en pocos kilómetros cercanos al puerto de Buenos Aires, para aumentar sin competencia sus precios vía márgenes de ganancia, protegidas estas empresas por altos aranceles y prohibiciones a la importación.

Sin embargo, entre los aciertos, no sería de justicia dejar de reconocer las muchas transformaciones que el gobierno actual ha llevado a cabo en materia de infraestructura y energía principalmente. 

Obviamente, lo más destacado es el fenomenal avance en Vaca Muerta -la gigantesca cuenca de petróleo no convencional en la Patagonia- y la enorme expansión del ferrocarril, especialmente el Belgrano en el norte, que ha sumado cientos de kilómetros en nuevas y mejoradas vías junto a flamante material tractivo y rodante y, tal vez lo principal, ha conseguido acelerar sustancialmente el tiempo de traslado de la producción unido al impresionante incremento en las toneladas - kilómetros transportadas.

Sin duda, estas importantes transformaciones no deberían ser dejadas de lado a la hora de efectuar un balance de gestión del actual gobierno, y tampoco sería honesto no rescatar que la República está siendo respetada, sin duda, como debe ser, pero también como no siempre lo ha sido, porque otros gobiernos han arrinconado las instituciones tanto como han podido, y no del todo porque los argentinos nos hemos dado maña para que no lo consigan. Por cierto, la sentencia de Clinton para las elecciones sostiene que “es la economía, estúpido”, pero también está la otra sentencia que propone que “no solo de pan vive el hombre”.

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