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4 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Fórmulas para intentar el despegue

Viernes, 07 de junio de 2019 00:00
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Los instrumentos para el crecimiento de la economía. Si bien dentro de la Economía y otras disciplinas relacionadas con el bienestar de las sociedades hay matizaciones respecto a lo que proporciona una mejora en la calidad de vida, sin duda no hay reparos en considerar que el aumento en la disponibilidad de bienes y servicios apunta a jerarquizar el bienestar, y para el logro de este objetivo las economías deben crecer, esto es, producir precisamente más bienes y servicios.

Aceptado este punto, la pregunta siguiente es: ¿qué herramientas permiten a las economías crecer, esto es, producir más bienes y servicios?

Para muchos economistas, la clave del crecimiento es el ahorro, pero ya se ha señalado en una columna anterior que, salvo que se haga referencia al stock de fondos acumulados por las economías a lo largo del tiempo en forma de depósitos y activos financieros, el flujo de ahorro corriente no es garantía de un mayor crecimiento porque, si así fuera, las economías pobres estarían condenadas a permanecer en esa condición, toda vez que un mayor ahorro sólo sería posible a costa de un menor consumo, lo que las condenaría a la inanición, además de que la respuesta de las empresas a un menor consumo es una caída en la producción y el empleo y no al revés, como se observa actualmente en la Argentina.

El papel del consumo

Otros economistas, en cambio, sostienen que las economías se reactivan y elevan su PBI de la mano del consumo, apoyados en la simple reflexión de que, si las personas adquieren más bienes y servicios, las empresas, justamente por lo que se decía en el párrafo anterior, producirán más y ocuparán más mano de obra.

El problema con esta lectura de la economía es que, en muy buena medida, el consumo depende del ingreso de las personas y no al revés, con lo que, si lo que se busca es que precisamente el ingreso sea más elevado, el consumo no puede ser el detonante de este incremento. Sin duda, esta conclusión puede matizarse teniendo en cuenta que el consumo también depende de los temores o confianzas que las personas sientan por el propio desempeño de la economía, con lo que, si se percibe que la economía es más estable, algunos planes pospuestos pueden volver a llevarse a cabo. De manera similar, el consumo depende también del crédito, y si este se hace más asequible o barato, las familias sin duda aumentarían sus compras. En definitiva, el consumo es claramente un motor del crecimiento, pero no es probablemente muy poderoso, a la vez que la forma de incentivarlo es algo indirecta y dificultosa.

La inversión y el crecimiento

En general, los economistas reconocen que la inversión es una variable muy importante para explicar el crecimiento de las economías. En efecto, por una parte, la inversión supone compras de las empresas de nueva maquinaria e instalaciones, construcciones de viviendas, etc. todo lo cual moviliza las economías por sus efectos directos e indirectos a la vez que la inversión, al incrementar la dotación de maquinaria y equipos de las empresas, aumenta la potencialidad de estas para producir nuevos y más bienes y servicios. No obstante, la inversión tiene también un talón de Aquiles consistente en que las empresas que tienen a su cargo las decisiones de nuevo y mayor equipamiento, para inclinar la balanza a favor de ese mayor desembolso necesitan tener algunas certezas con relación al escenario temporal en que esas nuevas inversiones madurarán. Dicho de otra forma, los empresarios toman sus decisiones de inversión hoy, pero la maduración de esa inversión se concretará más adelante y, explicablemente, los empresarios necesitan alguna "pista" de que ese futuro será mínimamente previsible: las reglas de juego no se cambiarán, no existirán conductas invasivas hacia la propiedad, etc.

Adicionalmente, la inversión, además de los factores señalados recientemente -que Keynes llamaba los "animal spirits" de los empresarios- depende de los recursos disponibles para financiar los proyectos, conformados por los activos financieros que balancean los préstamos de los bancos; también de los beneficios no distribuidos y de las obligaciones de las empresas que puedan ser colocadas en la economía, todo lo cual, de alguna manera y algo simplificadamente, se relaciona con el nivel de las tasas de interés, con lo cual un alto valor de estas torna difícil un aumento de las inversiones en la economía.

Una alternativa que es altamente funcional a todas las economías es la exportación. Evidentemente, una economía que puede exportar dispone de un mercado siempre superior al interno y de allí que, casi sin excepción, todas las economías se esfuerzan por llegar a mercados más allá de sus fronteras. Sin duda, en el caso de una provincia como Salta o cualquiera otra de la Argentina, la “exportación” no deber ser entendida como ventas a países extranjeros solamente, sino como ventas fuera de la propia provincia, o sea, aquellas realizadas al conjunto de las provincias de la Argentina, además de al extranjero.
Por último, las economías también se expanden a través del gasto público, si bien no cualquier desembolso público es igualmente beneficioso para la economía, porque la simple contratación de personal no necesariamente implica una mayor producción de bienes y servicios sino solamente mayores ventas, y si la producción no responde de la misma forma, una parte, al menos de ese mayor gasto se traduce en precios más elevados.
En cambio la inversión pública en obras de infraestructura, saneamiento, viviendas, etc. sí posee un efecto expansivo porque el propio gasto se refleja inmediatamente en más bienes y servicios producidos, a la vez que, especialmente en el caso de las obras de saneamiento, se logra un inmediato mejoramiento en las condiciones de vida de los beneficiarios, además de la expansión en el empleo que se genera. Sin duda, la inversión, pública y privada, junto a la exportación, son las mejores herramientas para impulsar el crecimiento de las economías, sin que esto signifique desechar o descalificar las otras fuentes. No obstante, especialmente en el caso de una provincia, el único instrumento sobre el que se posee alguna capacidad de direccionamiento es el gasto del gobierno, siendo la parte verdaderamente funcional, la obra pública.
Por lo tanto, para crecer es imperativo que se ejerza un control eficaz sobre esta variable, control que debe darlo la Legislatura en el caso de las provincias, para que el gasto corriente se reduzca a un mínimo imprescindible y el gasto de capital en obra pública sea protagónico, asociado a una estrategia de crecimiento y mejora de los indicadores sociales.
 

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