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La prevención en medicina es celebrada como principio, pero resistida en la práctica. Fue muy importante para aumentar la longevidad a los niveles actuales; en solo 100 años, la expectativa de vida en los países más desarrollados aumentó 25 años.
Recién en el siglo XX la aceleración del crecimiento económico, las mejores prácticas higiénicas y el reconocimiento de las enfermedades infecciosas permitieron mejor nutrición y mejores condiciones de vida y la administración generalizada de vacunas y antibióticos. Las grandes enfermedades infecciosas que florecieron en los barrios pobres de las naciones recién industrializadas ya no eran tan amenazantes.
Los enfoques preventivos difieren del enfoque curativo tradicional. Cuando el paciente procura atención médica por sus síntomas, el objetivo del médico es hacer el diagnóstico, conocer la patología que causa la enfermedad e identificar el tratamiento óptimo para ese paciente. Para la atención y la cura no es importante saber cuántos en la población experimentan una enfermedad similar.
La medicina preventiva no se centra en la patología de la enfermedad sino en el riesgo. El objetivo es que toda la población cambie a un nivel más saludable. Mientras que en la medicina curativa la responsabilidad profesional es hacia el paciente, en la medicina preventiva, el centro es a nivel de la población.
En la medicina curativa, las soluciones son recetar medicamentos, cirugía, u otros tratamientos. En prevención, hay mucha mayor diversidad de posibilidades, desde cambios en la conducta hasta alterar las condiciones sociales, además de intervenciones como las vacunaciones.
El éxito de la prevención es silencioso e invisible. Este obstáculo es fundamental e intrínseco a la prevención. No hay manera de documentar o demostrar que los esfuerzos preventivos de una persona mejoraron su salud. Solo se puede presumir que el esfuerzo permanente para mantener hábitos saludables evitan las enfermedades.
Cuando las tasas de vacunación disminuyen las enfermedades pueden reaparecer, pero cuando se emplean vacunas, el éxito de las mismas es invisible. Ciertos tipos de intervenciones curativas son espectaculares. Las vidas estadísticas tienen poco efecto emocional. Las estadísticas pueden estimar la cantidad de vidas salvadas por la prevención, aunque no se puedan identificar las personas.
Hay muchísimas personas con vidas limitadas por la pobreza y las condiciones familiares que no reciben cobertura socio sanitaria continua porque sus circunstancias de vida no son espectaculares. Las historias personales conmueven. Es difícil, en cambio, conmoverse por una estadística.
La prevención a menudo significa hacer algo todos los días y la recompensa no sólo es estadística e invisible, sino también alejada.
La ciencia progresa cuando reexamina, refina y descarta creencias anteriores. La acción se debe basar sobre lo que se considera cierto, pero sin embargo esto crea un mensaje preventivo más débil porque no hay garantía de que el consejo no cambie en el futuro. Los cambios de conducta persistentes son difíciles, pero necesarios para tomar conciencia de los beneficios de la prevención. La parte difícil de la conducta saludable es cumplir con las decisiones saludables día tras día. Pensar que las cosas son normales cuando son evitables es un obstáculo psicológico para implementar estrategias de prevención.
La intervención preventiva no sólo debe ser eficaz y rentable, sino también ahorrar en recursos. Las intervenciones preventivas deben producir ahorros netos, mientras que a las intervenciones terapéuticas sólo se les exige mejor valor. Existe un doble estándar para juzgar los méritos de las intervenciones preventivas en relación con las terapéuticas. as estrategias preventivas a veces son contrarias a creencias religiosas o personales muy arraigadas. Algunos creen en curaciones por la fe y abjuran de la medicina moderna. Cuando las acciones preventivas son contrarias a convicciones muy profundas, todo es mucho más difícil.
Se debe pagar a los médicos por las acciones preventivas que realizan. No solo el médico necesita incentivos, sino que éstos también se deben procurar para la población con recompensas en efectivo a las familias de bajos recursos para controlar su salud, recibir vacunas y adoptar otras medidas preventivas.
Será útil lograr que la prevención sea más fácil, más barata y más conveniente. Es igualmente importante que los médicos expliquen mejor la prevención a toda la población. Se debe divulgar que los riesgos para la salud evitables son realmente evitables y establecer una cultura que celebre las opciones saludables cotidianas. Los medios de comunicación tradicionales - diarios y revistas, radio y televisión- y las nuevas redes sociales de internet se pueden movilizar en este esfuerzo, junto con la industria del entretenimiento o debe esperar una transformación repentina; los mensajes preventivos se deben repetir por todos los medios de comunicación y entretenimiento para que con el tiempo se consoliden como normas culturales. Para tener éxito será necesario el esfuerzo sostenido de las personas y las familias en sus vidas cotidianas; de médicos, enfermeras, farmacéuticos y otros profesionales sanitarios; de celebridades del mundo de la cultura, el entretenimiento y el deporte; de empleados y aseguradoras; de líderes políticos, cívicos y de negocios y de filántropos. Vale la pena invertir en prevención y posibilitar un futuro más saludable para todos.
Las recompensas de la prevención no son inmediatas como en el caso de la medicina curativa, pero si las políticas públicas tienen coherencia y continuidad, los mensajes preventivos se podrán ir instalando hasta consolidarse como normas sociales, con beneficios indudables para toda la población.
(Inspirado en: Dr. Harvey V. Fineberg)