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A esta altura del transcurso de la pandemia de COVID-19, hay algunas certezas (muy pocas, por cierto) que dejó la experiencia mundial sobre el manejo de los cuidados ante la enfermedad del coronavirus. Una de ellas es que la reclusión casi total de la población, como la que a partir de hoy se implementa en Salta, no es por sí sola suficiente para frenar los contagios en el mediano plazo.
En el corto plazo, la "fase 1" de la cuarentena podrá servir para ralentizar la curva de enfermos, que es algo de suma urgencia en la situación de saturación del sistema sanitario que atraviesa la provincia, pero una vez que se empiece a liberar ese confinamiento, porque no puede ser indefinido, se corre el riesgo de volver nuevamente al punto del colapso en cuanto a cantidad de afectados y disponibilidad para atenderlos. Si eso sucede, todo el esfuerzo que la mayoría de los salteños empezarán a realizar será en vano.
Los expertos hablan de cuatro medidas que se necesitan mutuamente: los testeos, para descubrir quién está infectado; los aislamientos, que evita que se contagie a otros; el seguimiento de contactos, para descubrir a posibles infectados y las cuarentenas, para evitar que esos contactos infecten a otros.
Sin esas cuatro patas, la estructura necesaria para combatir a la COVID-19 no se sostiene.
Los testeos que se realizan en la provincia no son suficientes. La estrategia de "salir a buscar los casos" que se había anunciado en el Gobierno no funciona sin testeos. Una prueba de ello se puede deducir a partir de los reportes diarios sobre la cantidad de infectados con COVID-19. En el de ayer, para citar un ejemplo, el Ministerio de Salud de la Provincia da cuenta que de 345 casos nuevos solo 80 estaban bajo sospecha por los síntomas o por ser contacto estrecho. Sobre el resto, es decir el 77% de los nuevos positivos, no se sabe cómo se contagiaron. A ese gran porcentaje de afectados, que es parecido al de todos los días, no se los fue a buscar.
Fundamental
La estrategia que proponen los infectólogos es testear a la mayor cantidad de población posible para detectar de manera temprana a los contagiados y así aislarlos. Para ello hacen falta insumos y más laboratorios, algo que en Salta parece estar estancado. La cantidad de casos de COVID-19 en la provincia empezó a crecer de entre 150 a 200 por día a alrededor de 400 recién cuando se empezó a dar por positivos a los contactos por nexo epidemiológico, sin necesidad de una prueba, lo que supone que no aumentaron los testeos.
Hacer los test solo a los sintomáticos tampoco es lo más acertado, ya que cerca del 80% de los casos con COVID-19 no tienen síntomas, por lo que queda una gigante porción sin testear y propagando el virus. Basta recordar la experiencia de julio pasado, cuando se buscaron sintomáticos para testearlos en ocho barrios de la zona sur de la ciudad de Salta y no se halló ningún caso positivo.
La mirada sobre los testeos masivos parece no estar dentro las prioridades, a pesar de las recomendaciones de los especialistas. La Cámara de Diputados de la Provincia dio una muestra de ello cuando, a principio de este mes, en el recinto ni siquiera se trató un proyecto para realizar pruebas de coronavirus al personal de Salud y de Seguridad, que son los más expuestos ante la pandemia.