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Lionel Messi finalmente decidió continuar en el Barcelona hasta junio de 2021, que es cuando culmina su vínculo con el club catalán, aunque mantuvo en vilo al mundo durante diez días, en una novela donde lo jurídico, a la luz del resultado final, le ganó al deseo deportivo.
El resumen de todo lo que ocurrió se podría resumir en que se quiso ir para buscar nuevos desafíos, no pudo concretarlo por diferentes lecturas jurídicas y ¿tendrá consecuencias?.
Si bien el tono que usó durante la entrevista con el portal Goal fue tranquilo, Messi está molesto con la situación y principalmente con el presidente de Barcelona, Josep María Bartomeu.
Se desprende de una de sus frases en particular: “Se lo dije al presidente y bueno, el presidente siempre dijo que yo al final de temporada podía decidir si me quería ir o si me quería quedar y al final no terminó cumpliendo su palabra”.
Ese reclamo provocó el envío del burofax y las miles de especulaciones (o realidades) sobre su futuro futbolístico, basadas en lo deportivo y la necesidad de renovar objetivos.
Incluso Messi fue más allá, y en esto quizás haya estado el marco real de la situación, al reconocer que pudo haberse ido del Barcelona en cualquier año anterior y por mucho más dinero del que se habló ahora.
Por eso, el rosarino optó por no romper filas con Barcelona y cuidar la imagen que tejió a base de rendimientos dentro de la cancha (y actitudes fuera de ella), por más que esta batalla, la haya ganado Bartomeu.
Evidentemente, como en el amor, cuando una pareja convive afectivamente durante tanto tiempo, lo de Messi con el Barcelona -a nivel club- es irrompible.
(Por Diego Provenzano).