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La patrulla integrada por efectivos del grupo Operativo Policial de Alto Riesgo de la policía de la provincia y baquianos de Las Capillas iniciaron esta mañana desde muy temprano el rastrillaje en las laderas del Cerro Chorro Malo sobre los 5 mil metros sobre el nivel del mar.
La búsqueda tiene como objetivo disipar la incógnita concerniente a los rastros de sangre observado por Paulino Sulca, tío del joven desaparecido David, que aseguró identificar mientras rastrillaba el sayal de una ladera, rastros de sangre y luego un montículo negro que quedaron tapados tras un deslizamiento de arena y piedras lajas.
Desde el paraje Las Mesadas, a unas dos horas a camina y una hora a caballo desde el puesto de la exescuela de Las Capillas, que sirve de casa familiar de los Sulca, partió el equipo de rastrillaje en un último intento de localizar rastros del desaparecido joven de 21 años.
Han pasado 18 días desde el miércoles 15 de septiembre cuando David no llegó a su puesto de Las Capillas llevando unos animales que había llevado a pastar en los altos de un cerro contiguo a la casa, a unas tres horas de andar por las faldas de esas cumbres.
“Nuestra esperanza es rastrillar con cuidado el sayal del Chorro Malo. Debemos ingresar por la Quebrada del Salvial y de ahí varias horas caminando. Desde abajo podremos rastrear con la patrulla de la policía enviada para este trabajo duro en medio de la ladera” comentó Wenceslao Sulca en comunicación temprana con El Tribuno.
Los relieves de la geografía hacen difícil la comunicación. El agotamiento también comienza a dificultar el rastreo. Los baqueanos conocedores de la zona saben que son horas decisivas para saber qué pasó con David Sulca. Según avance la jornada de rastrillaje para este sábado y domingo los resultados se sabrán al final de cada largo día.
Todo el esfuerzo estará centrado en esta zona de unos 30 kilómetros en donde David pudo haberse extraviado y desaparecido. Las huellas del joven desaparecieron en el Chorro Malo, una empinada montaña que tiene en sus laderas sayales con 600 metros de profundidad.
En esta zona los familiares y baqueanos llegaron a su cima, comprobando lo arriesgado que es andar en esa cumbre cercana al pico del San Miguel. “No pudimos avanzar mucho sobre la ladera, hay derrumbes a cada rato, mi hermano me dijo que vio una piedra con sangre pero no la pudo levantar porque el sayal comenzó a moverse (derrumbe) en forma inesperada” comentó anteayer Wenceslao Sulca a este medio antes de volver a Las Capillas al último rastrillaje.