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30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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A la deriva, sin poder ni autoridad

Martes, 05 de octubre de 2021 03:27
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Mientras la oposición cierra filas y se afana en retener los votos que logró Facundo Manes, el oficialismo avanza y retrocede más por despecho que por estrategia luego de que el Frente de Todos (¿unido?) estallara en mil pedazos luego de las PASO.

Inmerso en una interna feroz que desprecia la máxima de someter al enemigo sin luchar, el Frente oscila entre hostilizar a sus enemigos internos mucho más que a sus adversarios y mantener una alianza que no existe manoteando sin ton ni son para no perder aún más votos y lograr lo que pueda (mientras se pueda) para su tropa de incondicionales.

Sin siquiera confiar en recuperar los votos perdidos en nombre de una edad dorada que solo ellos recuerdan (en la que el final obligado es denostar a Mauricio Macri) y sospechando con fundamento que puede perder la mayoría en las Cámaras, la vicepresidente Cristina Kirchner (conforme a su costumbre y siempre gobernada por su temperamento) ha redoblado la apuesta urdiendo un golpe palaciego contra Alberto Fernández, maniobra que ha debilitado aún más pero no solo al ya desacreditado Presidente sino también el Frente que ella misma integra.

Vengativa hasta la destrucción y a sabiendas de que su suerte depende de vencer o morir, pone en escena un sainete donde ministros presentan renuncias "de mentiritas" mientras retienen cargos clave que asegurarían su impunidad, único móvil que la mueve, única meta que persigue... por lo que no duda en aparecer después en un acto junto al presidente, al que ni habla ni respeta, sin siquiera cruzar palabra, según su humor del día le aconseje atacar a los de adentro o a los de afuera.

Prueba de ello son las embestidas que el propio bloque oficialista prepara para los dos proyectos de ley enviados por el Presidente al Congreso después de las primarias: el Presupuesto 2022 y la nueva Ley de Hidrocarburos, sin contar con el hambre con que Máximo, el hijo, espera al ministro Martín Guzmán en el Congreso para indagar sobre lo que "mami" considera un "ajuste fiscal equivocado" del ministro.

Tampoco es exclusivamente atribuible a las PASO el descrédito y desprestigio de Alberto Fernández, cuya autoridad ha sido socavada casi desde el inicio por su propia mentora: la imagen positiva que tuvo al inicio de la pandemia empezó a opacarse cuando miles de jubilados se agolparon frente a los bancos sin orden ni concierto, con distancia de centímetros, para cobrar sus haberes y pensiones que no habían percibido a falta de tarjeta o clave, siguiendo la desorganización orquestada por el cristinista puro titular de Anses de ese momento, que expuso así a miles de ancianos. Los desaciertos de la Cancillería, con posturas tan cambiantes como oportunistas (y, para colmo, siempre tan poco discretas) reflejaban no solo la ausencia de una política exterior sino la inexistencia de políticas de Estado, lisonjeando a supuestos aliados ideológicos mientras mendigaban ayuda y comprensión de Estados Unidos y de Europa.

La ideologización de las vacunas y los posteriores parches con que pretendieron remediarla expusieron no solo las mezquinas razones de elegir unas y descartar otras, sino la miseria de hacerlo a expensas de tantísimas vidas que tal vez se habrían salvado con una gestión adecuada.

El festejo de Fabiola mientras los hijos no podían despedirse de los moribundos resultó tan indignante como la pusilanimidad de las explicaciones del Presidente.

Y como si el panorama no fuera lo suficientemente complicado y el momento no exigiera prioridades, a las perfidias de la vicepresidenta se suma la pretensión del Presidente de revertir los resultados, emitiendo y emitiendo, aun cuando sabe que esa emisión es mortal a corto plazo. ¿Cómo lo hará con una inflación del 50%, una escandalosa pobreza en aumento, con dos millones de personas que han descendido de la clase media a la clase baja , con miles de pymes y comercios quebrados, con los ciudadanos desahuciados sin trabajo, sin ahorros y con las tarjetas reventadas?

Y todo esto sin mencionar las empresas que se van o ya se fueron, las inversiones que faltan y no llegarán, la seguridad jurídica y la institucionalidad en terapia.

 

 

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