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El helicóptero que piloteó el vicecomodoro retirado Claudio Zanlongo quedó inmortalizado en las imágenes históricas del operativo que sacó a Fernando De la Rúa de la Casa Rosada. A 20 años de aquel episodio que marcó un antes y un después, asegura que los hechos también lo marcaron personalmente y entendió cuan frágil es la democracia si los hechos se encadenan sucesivamente sin freno.
Al ser testigo del abrazo que De la Rúa le dio al intendente de la quinta de Olivos, también entendió que detrás de “la figura presidencial” había un hombre que buscaba un puerto seguro. Todos episodios que, cuenta, los vivió aislado junto a su compañero, atentos a sortear todos los obstáculos y cumplir con el objetivo: trasladar de manera segura al presidente. Solo después supo que había trasladado a un expresidente. De la Rúa firmó su renuncia y 7 minutos después estaba en el helicóptero comandado por Zanlongo y su compañero. De la terraza de la Casa Rosada el vicecomodoro pasó a los cerros salteños, a donde llega con su nueva tarea: ser piloto de Aviación Civil de la Provincia.
Ese 20 de diciembre ustedes acompañaron desde temprano a De la Rúa con el helicóptero.
El presidente siempre tiene el helicóptero presidencial a su disposición. Nosotros teníamos un turno de 24 horas y dormíamos en la quinta de Olivos. A media mañana lo llevamos a la Casa Rosada, el día anterior se había declarado Estado de sitio. Por eso uno había tomado recaudos y en el momento del despegue tratábamos de ver el panorama de alrededor, pero esa mañana en Casa Rosada no había variaciones. De ahí nos fuimos a hacer mantenimiento en una base área de Mariano Moreno. Lo que sí vimos fue que el caos social se iba incrementando en la mañana. Alrededor del mediodía nos hicieron ir a Aeroparque para estar más cerca del Presidente. Desde Olivos a Casa Rosada son 4 minutos y monedas; Aeroparque está en el medio, son 2 minutos.
De a poco ustedes se iban dando cuenta que les esperaba una difícil tarea.
Cuando llegamos a Aeroparque nos informan que había varias posibilidades de acción. En ese momento Presidencia tenía dos helicópteros, uno de un radio de acción grande que podía llegar a Santiago del Estero sin hacer escala que estaba listo en Moreno. Después estaba el nuestro que era más versátil, teníamos los tanques a full pero no teníamos en claro la misión. Nos dicen que comencemos a manejar tres teorías, una era el techo de Casa Rosada, que había sido usado por última vez en Pascuas de 1987, con la famosa frase de Alfonsín -“La casa esta‘en orden”- con el levantamiento de carapintadas.
Tu compañero había estado en aquel aterrizaje para sacar a Alfonsín...
El brigadier Carlos Zarza extrajo a Alfonsín. Imaginate una azotea en la que no se usa el helipuerto hace años. Había antenas y cables por todos lados. Había un cable que venía del Banco Central a la Casa Rosada que era como de cinco pulgadas, era una maraña de cables. Teníamos miedo de llevarnos las cosas por delante. Por eso todas las precauciones, el jefe de Operaciones en aquel momento estaba en el techo dándonos indicaciones.
Antes, ¿se evaluó estructuralmente el edificio para ver si se podía hacer el aterrizaje?
El helipuerto está sobre el Salón Blanco y no hay columna estructural y eso puede generar vibraciones y rajaduras. El helicóptero presidencial es de tren retráctil, son amortiguadores que cuando uno baja se extienden y se apoyan las ruedas. Nosotros apoyamos las ruedas pero no apoyamos el peso, el helicóptero de lejos parecía aterrizado pero era un vuelo estacional con las ruedas apoyadas y eso permitió estabilidad. Si ustedes ven las imágenes, el presidente se acerca con su espalda quebrada hacia adelante, los motores estaban como si estuviera volando, había mucho flujo de aire, por eso iba el edecán sosteniendo al presidente y del otro lado un suboficial de FFAA para acompañar y darle seguridad.
¿Aún ustedes no sabían que había renunciado?
Nos enteramos que renunció cuando lo dejamos en Olivos. La firma oficialmente fue presentada 19.45 y según los registros nosotros lo sacamos 19.52 cuando ya no era más presidente, pero cuando lo sacamos no lo sabíamos.
¿Cuál era el ambiente en el momento del traslado?
Somos dos comandantes que por llevar al presidente no hay piloto y copiloto, y vamos con auriculares. Y el Presidente se sube atrás, no hay contacto de audio. Nosotros íbamos atentos porque la pista está al final de Aeroparque, así que estábamos en coordinación con espacio aéreo.
Una vez que lo dejan en la Quinta de Olivos, ¿cómo fue la situación?
En Olivos hay un intendente de la Quinta presidencial que es el administrador, que generalmente es una figura muy afín a la autoridad presidencial. Me llamó la atención que este hombre estaba esperándolo en el helipuerto, y cuando el presidente se bajó lo primero que hizo fue bajar a abrazarlo y sonreír. Evidentemente era una carga emotiva de lo que estaba sufriendo como de estar en tierra, de “estoy en Casa Rosada, entregué el mando, fue muy fuerte esa situación para mi porque además pensaba que seguía siendo Presidente de la Nación, y verlo abrazándose con alguien de su confianza sintiéndose seguro...
En un momento se barajaron otros destinos.
El viejo helipuerto estaba a 230 metros de Casa Rosada y era muy inseguro. Nuestras 3 hipótesis de aterrizaje eran, Olivos, Campo de Mayo y otro era la Quinta Presidencial de Uruguay que se llama Estancia Anchorena, por eso teníamos el helicóptero con full combustible, porque son 50 km de poder cruzar el Río de La Plata.
¿Qué significó este episodio en tu carrera?
Un antes y un después, uno se cuestiona lo frágil que es la democracia si permitimos que avancen ciertos hechos. Las autoridades políticas eran muy frágiles, el año anterior había renunciado el vicepresidente, en 19 días tuvimos 3 ministros de Economía, todo un caldo de cultivo para que esto se mani festara.