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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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El tsunami educativo de la pandemia

Viernes, 30 de abril de 2021 00:00
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Durante el 2020 asistimos al cierre masivo de establecimientos como consecuencia de la pandemia. Se perdieron, en promedio, casi 160 días de clases presenciales.

Para mitigar los efectos de esta pérdida, la comunidad educativa en general, en todos los niveles, se vio obligada a implementar una educación remota de emergencia, para la cual, en general, no estaba preparada.

Fue necesario adoptar un conjunto de herramientas de la educación a distancia para enfrentar este reto y poder seguir enseñando, pero los resultados fueron los esperados; no se pudo reemplazar a la presencialidad.

Los inconvenientes que se debieron enfrentar fueron infinitos.

En Salta

Poniendo foco en nuestra provincia es notable que, a pesar de los enormes esfuerzos de los docentes, los resultados medidos en niveles de aprendizaje principalmente en el nivel inicial, primario y secundario de gestión estatal han sido insuficientes.

La deserción y el abandono llegaron a niveles históricos. Por cierto, no se cuenta con datos oficializados que describan la realidad educativa al instante (lo cual es otro problema que desnudó la pandemia), pero es una situación conocida por la mayoría de los docentes debido a sus experiencias; los alumnos que se pudieron conectar y seguir en condiciones aceptables las clases fueron los menos; el resto no lo pudo hacer, prácticamente por múltiples causas; tampoco se implementaron estrategias de tutorización o seguimiento virtual para estos casos oportunamente.

Se estima un incremento de la deserción de un 15% mínimo entre los estudiantes de alrededor de los 17 años, por ejemplo.

No hubo directivas ni estrategias claras de retención por parte de las autoridades educativas que minimizaran los riesgos que se enfrentaban con esta situación.

También quedó al descubierto la calidad de gestión escolar a nivel de cada establecimiento; las prácticas que pusieron en marcha algunos directores de establecimientos son modelos para destacar.

En Italia, por ejemplo, un programa de tutoría en línea implementado a nivel gubernamental para estudiantes desfavorecidos en escuelas secundarias durante el cierre de establecimientos aumento el rendimiento académico de los mismos.

El COVID está siendo un golpe duro en el avance en términos de cobertura que se venía logrando desde hace un tiempo hasta antes de la pandemia; tal vez los jóvenes lleguen a perder el interés por el sistema educativo y se vean tentados con otras alternativas, como por ejemplo ingresar al mercado laboral por la difícil situación económica que atraviesa la mayoría.

Esto podría engrosar el porcentaje de "ninis" (jóvenes que ni trabajan ni estudian), cuyo crecimiento se estima en un 21% en el largo plazo.

Presencialidad , a toda costa

En el 2021 nos toca continuar viviendo los nuevos embates del flagelo que pusieron al desnudo lo poco que se había hecho en el 2020 en cuanto a obras y dotación de recursos. El brote de la pandemia está golpeando nuevamente al sistema educativo local dificulta el regreso masivo a las aulas, a la necesaria presencialidad en los niveles inicial, primario y secundario, que son los que más la necesitan por las características propias de esa población estudiantil. En la mayoría de los casos las condiciones para la presencialidad no difieren de las que había el año pasado: no hubo aún vacunación masiva del personal docente y de apoyo, que debieron haber sido considerados personal esencial desde el primer momento, conjuntamente con los de salud; continúa en muchos casos la persistencia de infraestructura deficiente; la falta de conectividad y equipamiento tecnológico en la mayoría de los establecimientos que hace inviable la "bimodalidad" si el docente no aporta de su parte los recursos para hacerlo; el eterno problema de los baños; los idas y, vueltas con las estrategias para las "burbujas" que hace que los niños sigan perdiendo cantidad y calidad de aprendizajes, la falta de tutorización para los que no les toca "burbuja", etc.

Cambios a paso de tortuga

El cierre de escuelas o el no asistir todos los días a clases es la forma directa en la que el virus ataca al sistema educativo ya que las medidas que se impulsan, muy cuestionables por cierto, propician mayormente el cierre de los establecimientos para detener la propagación del virus.

Todo esto contribuye a que la enseñanza híbrida también sea una utopía si no está bien diseñada e incorporando soluciones digitales adecuadas; en el mejor de los casos, es educación a distancia para los que tienen la dotación de recursos e infraestructura y voluntad para hacerla y hace que se sigan profundizando las desigualdades

Según estimaciones solo el 77% por ciento de los estudiantes de 15 años tienen acceso a internet en sus hogares y el reto es mayor para los grupos desfavorecidos.

Las brechas digitales son notables aunque también hay que destacar que Argentina está dentro de los países que han habilitado el acceso web a portales educativos sin costo o a bajo costo para los usuarios finales principalmente mediante planes con tarifa cero en coordinación con empresas de telecomunicaciones.

En Salta, las acciones para mejorar la conectividad y dotación de recursos son escasas ante la dimensión de la problemática; tampoco el apoyo al docente es el esperado en cuanto a capacitación para la bimodalidad; educación a distancia, contenido pedagógico adaptado para estos escenarios; herramientas Tics y conectividad gratuita.

Tampoco los padres están recibiendo apoyo para esta metodología, ya que en ellos reside gran parte del esfuerzo educativo para la permanencia, aprendizaje y promoción de los chicos.
Estos son los motivos principales que dan argumento académico necesario para defender la presencialidad, además de la evidencia sanitaria de que los principales focos de contagio no estarían en la escuela por supuesto.

Las enormes pérdidas 

Los resultados de las recientes mediciones de la “pobreza en el aprendizaje” que se utilizan para hacer referencia a la proporción de niños que han sido privados de aprendizajes o no alcanzan un nivel mínimo de comprensión lectora y/o están privados de escolaridad, encienden luces rojas.
Hay muchas situaciones de desigualdad educativa que están ahondando la crisis de aprendizajes, principalmente a los alumnos más desfavorecidos. 
Ya las pruebas PISA del 2018 develaron que el 54% de los niños y niñas de 10 años, en Argentina, no pueden leer y entender un texto y que los alumnos de 15 años, en promedio, se encontraban 3 años por atrás de los estudiantes de la OCDE en matemática, lectura y ciencia.
Las amplias brechas en los resultados educativos del 2018 ya revelaban patrones regresivos de acceso y calidad en estas reconocidas pruebas. Se estima, como mínimo, que estos porcentajes podrán aumentar 16 puntos con 10 meses de cierre de escuelas, llegando a tener casi el 77% promedio de estudiantes por debajo del nivel mínimo de rendimiento. 
Esta situación nos permite inferir que, a futuro, las implicaciones para los ingresos y la productividad en la región podrían ser enormes. Hay métodos para calcular estas pérdidas. 
Según algunos cálculos estimativos de esta realidad dan cuenta que con un cierre de 10 meses un alumno promedio perteneciente a la cohorte que actualmente asiste a la escuela podría perder $23.628 dólares (PPA 2017) de ingresos a lo largo de su vida, equivalentes a $1,313 dólares (PPA 2017) de ingresos anuales ¿Cómo se lograrán los objetivos de crecimiento económico y desarrollo si los recursos humanos manifiestan falencias en su formación de habilidades y competencias?
De acuerdo a estimaciones las pérdidas de aprendizaje podrían representar hasta el 88% de lo que los estudiantes aprenden en un año escolar promedio; esta cifra se eleva más para los niños más vulnerables por supuesto.
El desafío actual de los gestores educativos es retener a los chicos en el sistema educativo fortaleciendo la calidad de la educación a distancia o bimodalidad e impidiendo que abandonen; apoyar también a los padres en este contexto además de los docentes que están poniendo sus mejores esfuerzos a esto, aun a costa de su salud inclusive. 
También hay una necesidad urgente de contar con datos ciertos de la situación para poder tomar decisiones acertadas; no actuar a ciegas; poder contar con sistemas de alertas tempranas antes de que se produzca el abandono; el uso inteligente de datos y tecnología podría crear oportunidades para mejorar la eficiencia del sistema escolar y ayudaría a identificar y corregir ineficiencias a tiempo. Colombia, por ejemplo, está mejorando el proceso de incentivar a los alumnos y recompensar su aprendizaje mediante la implementación de tecnología de Blockchain como medio rastreable que asegure este objetivo. Un acierto, y de avanzada, en la utilización de recursos digitales. 

La oportunidad de cambiar 

Es bien sabido por todos, que detrás de una crisis manifiesta siempre hay una oportunidad. 
Esta crisis podría representar una oportunidad histórica de cambios en el sistema educativo y en la gestión institucional que propicie la transformación digital centrada en el alumno impulsando la incorporación de las Tics en el proceso de enseñanza y aprendizaje para dar un salto cualitativo importante hacia adelante, hacia una nueva etapa de desarrollo educativo mirando al futuro que permita sumarnos a la Cuarta Revolución industrial. 
Sería fascinante plantearnos re imaginar la educación que necesitamos para estos nuevos escenarios y dejar de politizar el tema educativo que nada suma a la realidad que están viviendo miles de estudiantes y docentes comprometidos. 
Aunque para esto deba mejorarse urgentemente las barreras para el acceso y uso efectivo de las tecnologías digitales y que se priorice el aprendizaje de los estudiantes utilizando los nuevos recursos. 
El desconocimiento manifiesto de estas cuestiones y cómo implementar estrategias acertadas para lograrlo, profundizan más las brechas existentes en nuestra provincia facilitando el aumento, lamentablemente, de la pobreza. 
El mal endémico de nuestra sociedad.

 

 

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