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El Distrito de Murales continúa creciendo. Recientemente, se inauguró una obra de la artista Macarena Escudero, que ahora integra este corredor proyectado por la Municipalidad de Salta en la zona norte de la ciudad, más precisamente en Parque General Belgrano, barrio que fue elegido por su ubicación, su accesibilidad y por disponer de grandes superficies verticales para pintar.
El transeúnte puede elevar su mirada hacia el edificio que se encuentra en la intersección de las calles C. Lazarovich y Pulares, y contemplar a una mujer de ondulados cabellos que toma mate entre follajes sempiternos, ramas rugosas y nervudas, hojas detalladas y flores desmesuradas. De fondo, un cielo bruno plagado de estrellas salpicadas.
La expresión de la dama es atenta, relajada, intrigante, de hastío. Tal vez una mixtura de todas estas emociones. Tal vez una y luego otra, en sintonía con quien se atreva a un intercambio de miradas con ella.
Macarena Escudero es estudiante avanzada de la Licenciatura en Psicología de la Ucasal e ilustradora. También una extraordinaria profesional del tatuaje.
Maestra de un arte de proporciones minúsculas, de microuniversos sumamente detallados, le dijo a este medio que había respondido afirmativamente a la invitación para realizar este mural sabiendo de antemano que para ella iba a implicar un desafío. “Lo cierto es que mi zona de confort son los formatos más pequeños o medianos. O sea, estoy más acostumbrada al trabajo editorial. También en las obras de arte, al mediano y pequeño formato. Por supuesto, a los tatuajes. Y sí había hecho varios murales anteriormente, aunque sus dimensiones eran bastante más pequeñas que las de este. Por eso significó para mí toda una aventura”, se sinceró. Luego de recibir la aprobación del boceto que iba a realizar, Macarena se dedicó a esa pared, de dieciséis por seis metros, como si protagonizara episodios sucesivos de una acción tensa y emocionante, trepada a andamios y asegurada con arneses.
“Por mi parte les tenía un pánico tremendo a las alturas. Así es que cuando dije que sí a este desafío en el fondo sabía que iba a tener que quebrar con una parte mía y así fue como con ese pánico y todo me atreví a hacerlo, aunque, por supuesto, con todos los equipos de seguridad mediante”, destacó. Sin embargo, agregó que al segundo día ya se había acostumbrado a subir y bajar esos doce metros, “a mirar hacia abajo y sentir que literalmente estaba en la cima de un edificio y perdí el miedo, así es que me encantó esa posibilidad tanto de ampliar mi panorama artístico como de quitarme mis miedos a favor de lo que yo más amo que es el arte. Fue toda una aventura”.
Por otra parte, calificó de “muy disfrutable” al proceso de trabajo, debido a que fluyó en conexión y afinidad con su grupo de amigos: cuatro personas implicadas en el mural y otras que fueron a poner música y cebar mate, justamente.
“Me acompañaron casi todos los días y mientras laburábamos, charlábamos y me tiraban buena onda. El proceso estuvo muy, muy disfrutable. Los vecinos también se acercaron a nosotros con mucha disponibilidad. Incluso he escuchado de otros artistas que también han hecho murales para el Distrito que les ha pasado lo mismo: la gente está siempre atenta a lo que necesitemos, siempre brindando ayuda y no puedo pedir nada más”, señaló.
Los transeúntes recrean la vista sobre obras de arte. Javier Corbalán
“El mate argentino es un orgullo nacional, una excusa para el encuentro, una costumbre que se transmite por herencia familiar y acompaña todo el día”, definen en el sitio yerbamateargentina.org.ar. Y aunque según la misma página la costumbre de matear está muy arraigada, porque se asocia a la hospitalidad del hombre de campo, a lo rural y gauchesco, Macarena tuvo esta visión, y una muy particular también.
“Esa fue mi temática no solo porque barrio Parque General Belgrano es bastante universitario y concurrido por personas jóvenes, sino también porque el mate es un rasgo identitario para nosotros, como argentinos y como sudamericanos, es una expresión de nuestras costumbres”, destacó.
Agregó que “por un lado representa unión, pero por otro también es una excusa de encuentro, promueve el hecho de compartir, de intimar con otras personas, de socializar”.
De esta manera, Macarena dijo que aunque el mate esté emparentado con momentos de distensión en compañía, también es un aliado en el aislamiento. “Es un gran paliativo a la soledad. Te acompaña, te entretiene, te concentra y te activa para hacer cosas. Por eso, mi idea fue la de hacer una especie de homenaje al mateador o al mate”, sintetizó.
Autodidacta
Puesta a mirar su trayectoria Macarena señaló que no cumplió una formación profesional estricta. “Lo mío siempre fue lo artístico. Lo que más me gusta, lo que más me llama es eso. No estudié arte de manera formal, pero sí a través del autoaprendizaje y están las influencias: los artistas que me gustaron de niña o de adolescente, que también son mis maestros”, expresó.
Entre estos destaca como referentes en su carrera a Pedro Vilar, ilustrador en la década del 60 de clásicos de María Elena Walsh como “Tutú Marambá”, “Dailan Kifki”, “Zoo Loco”, “Manuelita” y “El Reino del Revés”; Harry Clarke, ilustrador de cuentos de Andersen, Perrault y Edgar Allan Poe y descollante vitralista irlandés; Luisa Rivero y Klimt o Freeorgy (también tatuadora) y Yuko Shimizu. Además de estas lecturas y contactos en los que agudizó su ojo artístico, de niña asistió al Taller Azul de Silvia Katz, un espacio de arte para niños y adolescentes multipremiado y que ya ha superado dos décadas de existencia.
El sello de Macarena son la naturaleza y las mujeres. “Si hago un hilo de mi trayectoria, mis musas fueron mujeres y la mayoría de las protagonistas de mis obras son mujeres, bajo la luna, en situaciones de libertad, con animales, con mucha vegetación, en bosques, en selvas”, afirmó.
Por ello el mural quedó tan singular, la gente lo notó y se lo dio a conocer. “Comentaron cosas muy bonitas tanto los días que estuvimos trabajando como los días posteriores. Muchos me escribieron a mis redes sociales, agradeciéndome o haciéndome saber que estaban contentos. Eso es lo que más deseaba que suceda porque son ellos los que van a disfrutar los murales de este proyecto que son un montón. Desde ya están todos invitados a pasear por las calles de Parque General Belgrano y encontrarse con un montón de arte de distintos artistas salteños”, cerró Macarena, que guarda consigo esta satisfacción y también algún que otro moretón y raspón producto de pequeñas caídas o de haberse tropezado con un fierro. Gajes del oficio.