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Un gobierno con las prioridades invertidas

Jueves, 15 de diciembre de 2022 00:00
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El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) consigna datos escalofriantes sobre la economía del país: el 43,1% de la población del país vive por debajo de la línea de pobreza; casi 18 millones de argentinos; solo considerando la pobreza por ingresos. La tasa de indigencia se ubica en un 8,1%; más de 8,5 millones de personas. En los últimos 10 años la pobreza creció 15 puntos porcentuales. De no existir la asistencia social que otorga el Estado, la pobreza afectaría al 50% de la población y la indigencia llegaría al 20%. Dicho de otra manera, de no existir la asistencia social, uno de cada cinco argentinos sería indigente y uno de cada dos, pobre. Estamos en condiciones iguales o peores a la inmediata posterior a la de la crisis del 2001. Veinte años tirados a la basura.

Para terminar la radiografía -cruel como pocas veces vista-, casi dos de cada tres chicos del país son pobres y uno de cada dos vive en la provincia de Buenos Aires; una provincia que supo ser la más rica del país. El reporte describe, con crudeza: "los nuevos pobres son clases trabajadoras de sectores medios y populares, vulnerables a las crisis, a la falta de trabajo y a la inflación. Mientras tanto, los pobres estructurales logran protegerse reproduciendo una economía informal de subsistencia que no los saca de la pobreza pero que al menos la alivia". Según este mismo reporte, tres de cada diez trabajadores -en blanco- son pobres. Gente que trabaja con denuedo para no caer en la indigencia y que no puede llegar a fin de mes. Catorce millones de argentinos no llegan a fin de mes. Entre ellos, por ejemplo, el 86% de los jubilados que cobran la pensión mínima; la que apenas alcanza a cubrir la canasta básica y nada más.

En este contexto -catastrófico-, las autoridades del PAMI gastaron más de 14 millones de pesos para adquirir cotillón para el Mundial. Agrava la situación que se trate -otra vez- de una empresa fantasma y que sus socios sean dos muchachos -¿militantes?- de 31 y 33 años sin ninguna experiencia en el rubro. Todo con fondos de las jubilaciones. ¿Era necesario? De nuevo, dejando de lado todas las irregularidades que habrá que probar en la Justicia, el gasto en sí mismo, ¿era ineludible? Con un país destruido hasta la médula, con jubilados que no llegan a fin de mes; ¿es necesario gastar en cotillón para el mundial? Me parece que no. Que es una falta de respeto y de empatía.

Pero, como siempre en Argentina, los desatinos no acaban acá.

Por un decreto oficial, el Gobierno nacional hizo oficial la entidad denominada "Corporación Juntos 2030", para continuar con la postulación del país para organizar la Copa Mundial de la FIFA 2030, en conjunto con los gobiernos de Uruguay, Paraguay y Chile. La historia de los mundiales demuestra que todas sus organizaciones han sido deficitarias y que se gasta en infraestructura y servicios entre siete y diez veces más que lo que se termina recaudando después.

Un país con más de 18 millones de pobres y más de 8 millones de personas que viven en la indigencia, ¿puede organizar un Mundial? ¿Podemos darnos el lujo de construir estadios, hotelería e infraestructura que, también casi siempre también después, queda sin usar? No contamos con esa plata, así que es previsible suponer que nos vamos a endeudar más para asumir el compromiso. ¿Es lógico que un país que tiene el 50% de su población por debajo de la línea de pobreza -y que solo gracias a los subsidios del Estado esta cifra disminuye el 42%-, se endeude más para organizar un Mundial de fútbol? Me parece que no. Que es inadmisible. Que, una vez más, la falta de sentido común es inconmensurable.

Pero, de nuevo, los desatinos tampoco acaban acá.

Por otro decreto oficial, el Gobierno pagó -constante y sonante- casi 23 millones de dólares por un nuevo avión presidencial. No hay dólares para pagar los insumos que necesita la industria, esa industria que necesitamos con desesperación para exportar y conseguir divisas genuinas. O para generar más o mejor empleo para tratar mejorar la situación de los tres de cada diez trabajadores registrados en blanco que existen hoy por debajo de la línea de pobreza; o al 62% de los chicos pobres; o al 8% de la población de la indigencia. Parece que nada de eso importa. Lo que sí importa es comprar un avión para renovar la flota presidencial. Aunque no tuviéramos ni un solo avión y el presidente y su comitiva -siempre innecesaria y fastuosa- debieran viajar en aviones de línea; ¿no sería más adecuado eso que gastar dólares que no tenemos en un avión que no necesitamos?

He cerrado las últimas opiniones diciendo: "Argentina es un país que lastima. Que hace doler cada día. Que no da respiro. Que nos asfixia con su incesante e insensata insensibilidad. Que nos atropella día a día con la irracionalidad y la más absoluta falta de empatía y de visión de país tanto de sus gobernantes como de sus aspirantes a gobernarlo. Pero los equivocados -como siempre- somos nosotros, que nos inclinamos y rendimos homenaje a aquellos que nos roban, día a día, la vida y la esperanza". Me faltó agregar: "Y seguimos ratificando a todos aquellos que tienen todas sus prioridades invertidas que siguen privilegiando sus intereses personales, sectarios y espurios sin importarles, en lo más mínimo, que nuestra población no llegue a fin de mes; que se muera de hambre; o que no tenga un colegio donde estudiar o un hospital donde morir".

 

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