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La política como estorbo

Jueves, 29 de diciembre de 2022 00:00
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Un diciembre porteño con helicópteros, cinco millones de personas en las calles, la caravana más grande de la historia, una copa del mundo a puro besos y tres fuerzas de seguridad permeando la incapacidad total de la política.

Una pintura de la modernidad AMBA-centrista que gobierna los destinos de este país y la felicidad federal de su equipo profesional de futbol. La letanía de errores a los que fuimos testigos durante el fallido feriado no es ni nueva ni sorprende. Hay que remontarse a los serios problemas de toma de decisión y de operatividad de esas decisiones. Ejemplos sobran: el primer día laboral durante el confinamiento, la apertura de vacunatorios masivos, el velorio de Diego Maradona, la seguridad de la vicepresidenta, los partidos de fútbol cuando hay clásicos, los cortes de calle por protestas sociales, y ahora la celebración de la obtención de la copa del mundo.

Estos hechos recientes demuestran una tendencia, un patrón de conducta que clarifica que la política es un estorbo cuando no entiende su rol. La política no es la puja sectorial de partidos políticos que momentáneamente lideran gobiernos. Es más bien la capacidad de resolver problemas desde una impronta idiomática, con certezas sobre el porqué y el cómo, aun cuando se falle.

Durante el fallido feriado del martes 20 la política fue un estorbo a tal punto que utilizó la estrategia de la no - toma de decisiones como su mejor impronta. El contexto feliz fue desbordado por el nulo intento de entender el sentimiento popular: organizar un tramo para ver a los campeones del mundo, bailar en esa alegría, cantar un rato, y volver a casa con seguridad y empachado de satisfacción. Si este era el fin, no importa el volumen de 5 millones de almas que cortan o colapsan una calle, porque formatos para llegar al objetivo de celebración sobraban.

La inoperancia de la política para organizar una celebración se dio el mismo día que el Indec reportó que una familia tipo necesitó en noviembre $145.948 para no caer bajo la línea de la pobreza, un 4,4% por arriba de octubre y 94,2% desde enero. Si la política no se va a enfocar en la inflación, en los salarios, en la inversión productiva ni en las ganas de bajar la pobreza, podrían haber organizado, como mínimo, un recibimiento acorde al momento de felicidad de la gente.

Me surgen ciertas dudas como: ¿realmente era tan difícil un acuerdo operativo entre tres fuerzas de seguridad? Si el gran problema era el volumen de gente en las calles, ¿en serio no existen metodologías de seguridad ciudadana para direccionar y contener multitudes?, ¿no se podía pensar en un recorrido corto, abierto, espacioso sin tener que demacrar un microcentro? Si la incertidumbre era la conducta del simpatizante, ¿no se puede comunicar antes ciertas consignas para la movilización y recomendaciones para los y las concurrentes? Si el fin era una celebración nacional, ¿no se podía empezar el día con una conferencia de prensa desde la sede de AFA en Ezeiza para que los jugadores pudieran hablar con ciudades del interior, ver la presencia en plazas de todo el país y hasta, porque no, mantener un dialogo breve con algún o alguna hincha? ¿No se podía seguir ese día con un recorrido breve por la autopista hacia el aeropuerto de Ezeiza y después ir por vías aéreas a Casa Rosada para salir del balcón como lo hizo Diego Maradona? Claro, ir y salir del balcón sin caer en la trampa partidista de la política. Dejar a los jugadores recibir su ovación. En este escenario, el Presidente hubiese tenido el rol de abrir la puerta de Casa Rosada, mostrar hacia donde está la escalera que lleva al balcón y salir de escena. Tal escenario ya era mejor que nada, porque luego fue justamente nada.

Todas estas preguntas eran para que la política diera una respuesta. Y en este contexto, incluyo a los dirigentes de AFA dentro de la política porque la conducción de esa institución es parte de la maquinaria de la política argentina desde siempre. Los encargados de brindar las condiciones para celebrar terminaron insolando la posibilidad de tener una jornada calma y feliz. Las circunstancias en las cuales el decreto para el feriado daba mil vueltas terminarían siendo un presagio. Esa falta intrínseca de poder para tomar una decisión con convicción, con entereza y con recursos se repitió. Y no porque la idea del feriado haya sido errónea. Es más, concebido como una oportunidad federal de festejo, aunque sea a través de una conferencia de prensa, hubiese sido un feriado más que digno sabiendo el lugar que ocupa el fútbol en nuestra cultura y permitiendo una celebración que no se da ni cada cuatro años. Recordemos, cuando fue la cumbre del G20 en Buenos Aires, también hubo feriado en la Ciudad de Buenos Aires. ¿En cuál feriado celebraste más? No existe la doble vara cuando se trata de una demanda popular, pero las formas de ejecución son igual de importantes. Lo que pasó durante el feriado es la materialización de la política como estorbo y la inoperancia como slogan.

La crítica diría que igual esto se trata de 11 o 26 personas que son multimillonarias y que suelen evadir impuestos o liderar entramados legales que hacen que muy poco de su ganancia sea parte de la repartija hacia servicios públicos de calidad. Es verdad. También es verdad que por un tramo de 30 días supieron exigir más las emociones de 47 millones de personas que la misma cantidad de millonarios que hoy manejan las grandes empresas del país. A ambos se les exige la misma caducidad de conductas mezquinas, y a ambos también la responsabilidad de hacer para la grandeza de un pueblo. Más allá de los millones amasados, queda la sensación de que por lo menos la Selección de fútbol, aun con el "caset" puesto, representó en la cancha sus palabras. Esa misma vara de decir y hacer debería regir por sobre los que toman decisiones.

A las puertas de un 2023 muy cargado de rendición de cuentas más de un votante se va a acordar cuánto le salió la casaca pre-Mundial y a cuanto le piden pagar la remera con tres estrellas al momento de su compra. Esa diferencia se la hará pagar a la política que, como estorbo, no resuelve ni lo urgente ni lo simbólico. Se acordará también del feriado fallido y así para atrás. Cuando los votantes recorren la historia buscando resultados con impacto personal, aquellos lanzados en candidaturas tiemblan.

A modo de despedida de otro año acompañando a El Tribuno desde estas columnas, y agradeciendo el espacio, dejar al lector con una pregunta para el 2023: ¿usted, a quien va a elegir en las urnas? No lo diga, no lo cante, no se abrace.

 

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