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Siempre alineados con el lado equivocado de la historia

Domingo, 13 de febrero de 2022 02:11
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No hay ocasión en que el presidente Alberto Fernández hable en público y no cometa un error importante o cuando, lisa y llanamente, no cometa un furcio descomunal. La lista de acciones, de desatinos y de dichos sin sentido alguno, luego de dos años de mandato, es interminable y llevaría mucho más que el espacio disponible para enumerarlos a todos. Los memes interminables dan cuenta precisa de los mismos.

Por supuesto, la gira por China -en un momento de tensión internacional de una extrema delicadeza- no podía ser la excepción.

Ya desde el vamos, en la pista misma del aeropuerto, el presidente comenzó su gira con una reverencia absurda y fuera de lugar. Días más tarde, llevaría esa ignorancia hasta lo peligroso al momento de rendir tributo a la tumba de Mao Zedong; uno de los más grandes genocidas de la historia.

La cadena de noticias china mostró un video donde el embajador argentino, Sabino Vaca Narvaja decía, de manera clara y en un correcto mandarín: "Sin el Partido Comunista, no habría una nueva China"; una vieja canción que se cantaba cuando todavía gobernaba Mao Zedong y cuando arreciaban las acusaciones por las violaciones a los derechos humanos de su mandato en todo el mundo.

Hay quienes buscan adjudicar a Vaca Narvaja un pensamiento similar al de Juan Bautista Alberdi. Sabino Vaca Narvaja no es Juan Bautista Alberdi. Jamás podría serlo. No le da la estatura intelectual. Tampoco la moral. Juan Bautista Alberdi tampoco se habría alineado a la China de hoy.

Vivimos declamando infinitas soberanías imaginadas, todo para terminar regalando la única y verdadera soberanía real a Rusia y a China sin chistar. Sin la menor duda ni dilación. ¿O ya nos olvidamos que Argentina le cedió soberanía a China, en Neuquén, para que instalara una base militar sobre la cual no podemos ejercer el menor control soberano? Para que quede claro, ningún argentino puede entrar en ese territorio. Es terreno soberano chino en el medio de Argentina. Fue cedido por Cristina Elisabet Fernández de Kirchner por cincuenta años, en un acuerdo cuyas cláusulas secretas aún no han sido conocidas.

¿En ese contexto, de veras tiene sentido reclamar las islas Malvinas? Lloramos por una soberanía violentada por un lado cuando, por el otro, cedemos un terreno a otro país, en el medio de la Patagonia, y nos negamos -de manera voluntaria- el derecho a ejercer el menor control sobre el mismo.

Nunca nos detuvimos a pensar por qué, por ejemplo, en lugar de permitir exportar carne de cerdo y sus derivados a empresas argentinas que aporten dólares genuinos de exportación al país; subsidiamos la instalación de criaderos chinos en nuestro territorio, bajo sus leyes laborales y que emplean a personal chino para su explotación.

¿O por qué les dejamos expoliar nuestra riqueza ictícola sin que hagamos absolutamente nada por evitarlo? Declamamos infinitas soberanías imaginadas mientras cedemos soberanía legítima sin chistar.

Treinta monedas de plata

Al final de su inexplicable gira por China, Alberto Fernández firmó trece acuerdos de entendimiento donde, si se cumplieran todas las premisas delineadas en dichos acuerdos, les entregaríamos el país por las mismas treinta monedas de plata con las que fuera comprado Judas. Tanta es la desesperación del gobierno argentino por dólares frescos. También imaginarios. Mientras tanto, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, trajinaba los pasillos de Washington prometiendo renunciar si no se llegaba a un acuerdo con el FMI. Lo mismo hacían Gustavo Beliz, Sergio Massa y Jorge Argello; aunque ninguno de ellos prometiera poner a disposición su renuncia.

El presidente, en cambio, diría muy suelto de cuerpo en Barbados: "He leído que le he mordido la mano a quien me ayudó... ¿Quién me ayudó? A mí con el Fondo me ayudaron los países europeos, me ayudó China, me ayudó Rusia, los países americanos y paro ahí".

Desconocer las gestiones mencionadas antes de encumbrados funcionarios americanos quizás no sea morder la mano que le dio de comer para el presidente, pero sin duda alguna es una afrenta -importante- para todos aquellos que realizaron gestiones decididas y hasta arriesgadas por los funcionarios argentinos. Sobre todo, en vista de las declaraciones contradictorias y hasta provocativas que ocurrían al mismo momento, tanto en Argentina como en los lugares más insospechados del mundo por donde se paseaba, indolente, el presidente argentino. Es que a Alberto Fernández parecen encantarle los sainetes pendulares inconducentes que no pueden dejar ni contentos ni satisfechos a nadie; todo para llegar al borde del default y con la soga al cuello. Otra vez. Una vez más.

¿Qué derechos humanos importan?

Fernanda Vallejos, desatinada y desproporcionada como siempre, dijo: "Estados Unidos pretende, vía el FMI, arrasar los derechos humanos de los argentinos". Al presidente, que forma parte de ese mismo espacio político, no parecieron importarles los derechos humanos cuando le rindió tributo a Mao -responsable directo por la muerte de 67 millones de chinos-; o cuando China viola hoy sistemáticamente los derechos humanos de su población. Ni hablar de las atrocidades que comete contra los uigures, una minoría musulmana.

 ¿Fernández y Vaca Narvaja se enteraron alguna vez de la brutal matanza llevada a cabo por el Ejército Popular de Liberación hace 32 años en la plaza de Tiananmen, contra estudiantes y obreros que se oponían a las reformas?
Peor, luego de esa masacre, el Partido Comunista Chino, además del millar de personas que puso en cárceles, envió a una cantidad desconocida a campos de trabajos forzados para ser reeducados luego de ser tachados de “contrarrevolucionarios”. ¿Saben acaso eso?
¿Acaso el presidente es consciente de que, en China, su propio hijo estaría desaparecido, preso, en un campo de trabajos forzados o ya habría sido ejecutado por su preferencia sexual? Y lo mismo vale para Rusia; país al que el presidente le ofrece a Argentina como puerta de entrada a los intereses rusos en América Latina. ¿Quién es él para hablar en nombre de América Latina?
¿Dónde quedan así los derechos humanos tan reclamados por la desatinada diputada Fernanda Vallejos? 
Como siempre me pregunto, ¿por qué hay derechos humanos que valen la pena reclamar y decir que vale la pena defender y otros que no? ¿Por qué se rasgan las vestiduras por la presunta violación de los derechos humanos por parte del FMI, que nos quiere “arrasar”, pero nadie se preocupa por los derechos humanos pisoteados en China, negados en Nicaragua, Venezuela o Cuba; o mucho menos por los derechos humanos de sectores enteros de la población general en Irán? 
¿Acaso Fernanda Vallejos podría ser diputada en Irán? ¿Acaso Maduro, Ortega o Miguel Díaz-Canel no “arrasan” los derechos humanos en Venezuela, Nicaragua o Cuba? 
Es llamativo -y perverso- el silencio de todos los colectivos peronistas y kirchneristas antes estas violaciones sistemáticas y estructurales.

La ignorancia

Debe preocuparnos la ignorancia del gobierno en temas internacionales. Por supuesto, no puede ser de otra manera cuando el canciller es Santiago Cafiero, alguien que no es siquiera capaz de articular un mal inglés.
Es preferible quedarse callado y parecer poco inteligente antes que hacer una declaración nada inteligente y demostrarlo sin el menor atisbo de duda. Ya sospechábamos que Santiago Cafiero no tenía ninguna luz propia, pero luego de decir “en el mundo se despertó un interés por escuchar a Alberto Fernández”, lo demostró más allá de toda duda razonable. 
Pero, más allá de la anécdota, lo que de veras nos debería preocupar es tanta falta conocimiento y tamaña insensibilidad internacional de parte de un canciller. 

 La seducción autoritaria 

Pareciera que a Argentina la seducen los regímenes autoritarios. Peor, parece que cuanto más criminales y más “arrasadores de los derechos humanos” sean estos regímenes; más afinidad habremos de mostrar. Por alguna extraña razón, siempre quedamos alineados con el lado equivocado de la historia. 
Repitiendo la vergonzosa postura argentina en la Segunda Guerra Mundial, cuando le declaramos la guerra a Alemania minutos antes de su rendición -para luego dar refugio en nuestro territorio a todos sus genocidas-; ahora nos mostramos aliados a regímenes como Rusia, China, Irán, Nicaragua, Cuba o Venezuela. ¿No es eso, acaso, perder libertad? ¿No mina nuestra democracia? ¿No atenta contra la soberanía del país?
Perón fue un autócrata que mostró simpatías por los regímenes fascistas. ¿Será ese acaso el huevo de la serpiente autoritaria fascista argentina?
¿Qué nos lleva a impostar tanto interés por los derechos humanos en lo discursivo, pero a aliarnos con dictadores como Maduro, Ortega, Fidel Castro, Putin o hasta el propio Xi Jinping? Por ahora, el único país de ese perfil al que no nos estamos acercando es a Corea del Norte y al único mamarracho autoritario al que no estamos seduciendo es a Kim Jong-un. Por lo menos por ahora. 
Queda poco menos de un mes para llegar a un acuerdo con el Fondo. Si no logramos dicho acuerdo, y si la escasez de dólares alcanza límites intolerables; ¿nos alinearemos con el narcotráfico y nos convertiremos en un narco-estado? Los picos de importación de fentanilo podrían sugerir que sí; tanto como los de efedrina mostraban una tendencia similar una década atrás cuando se triangulaba su exportación a México.
¿O daremos refugio a reconocidos terroristas internacionales como alguna vez dimos refugio al nazismo que escapaba de los juicios de lesa humanidad y genocidio? 
¿Qué precio estamos dispuestos a pagar ante la escasez de dólares? 
O, preguntado de otra manera; ¿Hay algún precio que no estemos dispuestos a pagar?
Son todas preguntas que debemos hacernos como sociedad y que alguien como Alberto Fernández, la cabeza de este país al margen del mundo que suplica por migajas y gritonea a quien puede dárselas; nos debería contestar.

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