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Luego de las intensas lluvias que se registraron días atrás, alumnos de la escuela N° 4.643 Dr. Joaquín Castellanos, en el barrio Tres Cerritos, no tuvieron dos días de clases y desde el lunes próximo tendrán clases virtuales, mientras comienzan las obras para refaccionar el edificio de la institución, que está en mal estado.
Desde el Ministerio de Educación dijeron que buscan un lugar donde reubicar a los cientos de chicos que estudian allí, hasta que se resuelvan las obras en la escuela. Según las previsiones de la Secretaría de Obras Públicas de la Provincia, a cargo de la refacción, el costo de las obras será de más de 3 millones de pesos y el plazo de ejecución, de 60 días.
Alumnos, madres y profesores consideraron que es peligroso el estado del edificio y que pone en riesgo las vidas de las personas que están allí. Lamentaron que se haya llegado hasta esta instancia “crítica”, ya que desde hace muchos años hay reclamos por mejoras edilicias.
Manifestaron que quieren que los chicos tengan clases presenciales y que recuperen las que perdieron estos días. Evaluaron que “volver a la virtualidad es afectarlos”. Lamentaron que, como en el edificio hay escuela primaria en turno mañana y turno tarde y una escuela de idiomas por la noche, “son muchísimas las personas perjudicadas”.
Contaron que la única parte de la escuela que está en buen estado es el tinglado de un patio interno, que encaró la cooperadora y para la cual todos -incluso los niños- colaboraron vendiendo rifas, bingos y haciendo colecta en la calle. Aseguraron que para eso el Ministerio no aportó nada, aunque era un pedido que llevaba décadas.
La secretaria de Gestión Educativa, Adriana Saravia, mencionó que de manera “circunstancial” los chicos tendrán clases virtuales ya sea por medios tecnológicos o con cartillas “hasta que se los reubique, mientras se resuelve el problema del edificio”. “Queremos mantener la presencialidad y la Copa de Leche”, mencionó la funcionaria, quien aseguró que desde la cartera educativa se hicieron intervenciones en algunas partes de la escuela.
En primera persona
El jueves último, Camilo llegó temprano a la escuela y, cuando estaba por dejar la mochila en el curso, vio que goteaba el techo de la galería, al lado del foco. Luego, encontró que la canaleta del patio estaba partida y que chorreaba un montón de agua.
Ayer, luego de dos días sin clases, tenía ganas de volver y de que arreglen las canaletas, que, según dijo, eran nuevas.
Una madre lamentó que el jueves, luego de dejar a los chicos, tuvieron que ir a retirarlos por cómo estaba la escuela. En los grupos de padres, circularon videos en los que se ven conexiones eléctricas en paredes y vigas por donde se filtra el agua. Si bien ellos sabían que la situación del edificio no era buena y que había obras en ejecución, las últimas tormentas revelaron que, en verdad, era muy mala.
La mujer relató que, por las obras que se hacían, los chicos debían ingresar por lugares diferentes a los habituales y no podían ir a un patio. Dijo que no se concentraban porque había ruidos por los trabajos con maquinaria y que había obreros mientras ellos estudiaban.
“Hay que trabajar en el edificio y armar un plan para que los chicos no pierdan las clases. Volver a la virtualidad es afectarlos... Ahora están socializando y de pronto tienen que volver para atrás. Lo más urgente es ver cómo continúan su educación”, planteó.
"Son muchas más"
Marcelino Vargas, quien es profesor de Artes Visuales en esta escuela desde hace 31 años, lamentó que el deterioro del edificio viene de hace años y que últimamente se acentuó. Mencionó que la obra más grande que se hizo en los últimos 20 años es el tinglado que levantaron los miembros de la comunidad educativa.
El maestro cuestionó que las autoridades provinciales señalen que en las escuelas estaba todo bien y los niños comenzarían bien las clases: “Da bronca el escuchar discursos grandilocuentes, que contrastan con la realidad que vivimos a diario en nuestras escuelas”.
Vargas lamentó que “se dejó pasar mucho tiempo sin arreglos ni mantenimiento” en la escuela y aseguró que no es la única en esta situación. “Son muchas más”, reveló y lamentó que muchos colegas no se animan a denunciar el mal estado de los edificios por miedo a represalias.