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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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La realidad paralela del Presidente

Viernes, 04 de marzo de 2022 02:07
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"Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". (Abraham Lincoln)

La asamblea legislativa estaba convocada a las 10.30 y el Presidente comenzó su discurso a las 11.55. Un signo de la falta de apego a la forma y de respeto a la Asamblea Legislativa.

En el discurso abundaron imprecisiones e inconsistencias entre los datos que daba y la realidad que nos toca vivir. Sin autocrítica, Alberto Fernández atribuyó todos los males a la herencia del Gobierno anterior ignorando por completo los problemas estructurales acumulados desde 2003, con tres gestiones kirchneristas a lo largo de doce años.

Los resultados negativos de la gestión son exclusivamente el fruto de las malas decisiones, de la mala política, la imprudencia, de la impericia, o la falta de preparación para llevar adelante un cargo. Dijo que quiso salvar vidas y por eso dejó de lado la economía. Por especular en la compra de vacunas demoró la vacunación y las 120 mil víctimas fatales de COVID describen un fracaso que es pura responsabilidad de su gobierno. Y el nuestro resultó el país con mayor pérdida o más caída en el nivel de producción por la prolongada cuarentena injustificada.

Sorprendentemente, ante un auditorio integrado por representantes del pueblo y de las provincias, describió una recuperación creciente y constante, con aumento del nivel de empleo con respecto a 2019, etcétera. Si esto fuese así, la pregunta es, ¿por qué aumentó tanto la pobreza?, ¿por qué el déficit fiscal se acrecentó como lo hizo?

La realidad de los seres humanos normales no estuvo en el discurso.

Incluso, el Presidente intentó responsabilizar a la oposición por el rechazo del Presupuesto: ¿No escuchó el discurso del hijo de la vicepresidenta cuando echó por tierra un acuerdo entre todos los demás sectores y el Gobierno para tratar el proyecto en comisiones? ¿No le llamó la atención la ausencia de Máximo Kirchner y de Oscar Parrilli -además del ministro Eduardo de Pedro y de la mayoría de los gobernadores- en la Asamblea Legislativa? El mismo presidente Fernández retiró el proyecto de Presupuesto 2020 "hasta tanto pudiese arreglar las condiciones de deuda".

Ningún objetivo de superación o de equilibrio basado en la reducción del déficit fiscal puede sostenerse en la fantasía de incrementar la producción sin incentivos ni garantías para que la gente invierta y aumente la producción. Las empresas en esta Argentina gobernada por el Frente de Todos son objeto de una persecución pocas veces vista a lo largo y ancho del mundo. La presión fiscal es insostenible; prohibiciones para exportar, cupos para exportar en materia de granos, fideicomisos, como que el Estado se quiere hacer el dueño de la producción agropecuaria. Crear una empresa nacional de alimentos para competir con el sector privado es una ficción de terror para el país. Basta mirar el desastre que hizo el chavismo con la empresa petrolera de Venezuela (la fundió), y revisar cómo terminaron todas las aventuras estatistas de este tipo en el mundo.

El que tiene algo de libertad se va a invertir en los países vecinos y es imposible pensar que la República Argentina vaya a tener los niveles de recuperación que augura o presagia el Presidente manteniendo las mismas políticas.

Fernández no dijo qué va a hacer para cumplir los requisitos del acuerdo con el FMI (tampoco, cuáles son esos requisitos), pero aseguró que no va a reformar nada y que no va a haber ajuste. No habló del tipo de cambio, acusó a los "formadores de precios" por la inflación (sin advertir que el formador de precios, por ineptitud, es el Estado populista que él administra, porque destruye la moneda); tampoco habló de los incendios en Corrientes y en toda la Patagonia; de la inseguridad.

El silencio atronador sobre la invasión criminal de Rusia sobre Ucrania pone al desnudo la hibridez ideológica y la carencia de criterios de política internacional, así como la fractura interna de la coalición gobernante.

La ideologización de la Economía, que hoy divide y anestesia a su gabinete genera un Estado parasitario, que cobra muchos impuestos y no genera bienestar. Un Estado ciego que no valora el esfuerzo y la calidad.

Un Estado mediocrizante que apunta a la chatura; en la narrativa del Presidente hay que ser mediocres para no sobresalir o no ser perseguido.

En un berenjenal de falacias y acusaciones infundadas, Alberto Fernández habló de "reconstruir la confianza". Con contradicciones, ambigedades y ocultamientos de la realidad evidente no se gana la confianza de nadie.

¿Dónde están las 3.700 obras que dijo que realizó el Estado el año pasado? El tiempo de culpar al gobierno anterior se terminó para Alberto Fernández. El ataque a la Corte Suprema de Justicia de la Nación no es más que un pretexto para descalificar la investigación de gravísimas denuncias de corrupción, contenidas en expedientes atiborrados de testimonios de ex funcionarios, empresarios y asesores del sector público y privado que se autoinculparon. Fue solo un ataque grotesco, con argumentos ideológicos y sin pruebas concretas; una conducta inaceptable en el Presidente de una república que aspira a ser moderna y desarrollada.

Alberto Fernández describe una realidad paralela. ¿O cree que la ciudadanía es ingenua?

 

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