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En la sociedad moderna los mecanismos de control se han diversificados. Se ejerce control sobre toda la actividad humana. Todo tiende a ser medido a través de las estadísticas, de los datos del mercado, de los bancos. El hombre no está encerrado, está endeudado. El dinero es el que mejor expresa la clase social. Se administra la miseria de las tres cuartas partes de la humanidad, a través de distintos mecanismos como la producción farmacéutica, los enclaves nucleares o las manipulaciones genéticas. La vida humana, vegetal y animal está controlada con mucha mezquindad.
Un claro ejemplo de esa dura realidad, afloró con el suicidio del doctor René Favaloro, ocurrido hace casi 23 años, cuando el sábado 29 de julio del 2000, a las 14.30 horas, este reconocido cardiocirujano, de 77 años, que desarrolló la técnica del bypass, se quitó la vida con un tiro al corazón. Afrontaba una complicada situación económica a consecuencia de que no podía cobrar los servicios prestados a las obras sociales, entre ellas al PAMI por varios millones de dólares; solicitó a los funcionarios del gobierno nacional que agilicen el tema para poder atender a sus proveedores, sin recibir respuesta. Decía que prefería desaparecer, al sentirse derrotado por la sociedad corrupta. Mostraba con orgullo sus principios éticos, legado por sus padres y sus formadores. Tal vez haya sido como consecuencia a las críticas que realizaba a la sociedad de privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo y la mayoría vive en la miseria y en la desesperación.
Foucault ha analizado profundamente la decadencia de la sociedad disciplinaria, sucesora de las sociedades de monarquía, entre los siglos XVII al XX, para luego dar paso a esta sociedad de control, que ejerce el poder a través de la televisión, el marketing, el consumo y el endeudamiento.
La sociedad está controlada en todos sus movimientos. El control es individual a través de los celulares, computadoras, tarjetas de créditos, que premia y castiga el camino de cada habitante. En tiempos de alta inflación, el gobierno inculca el ahorro y un alto porcentaje de la población se volcó a invertir en plazos fijos, tratando de mantener el valor de su dinero, pero la inflación siempre gana. Cuando el gobierno percibe que mucha gente está defendiendo su pequeño capital con los plazos fijos, la AFIP, investiga la inversión, pidiendo a los bancos que informen sobre el movimiento de las cuentas y las tarjetas de los usuarios. Se fijaron nuevos montos autorizados, expresados por la Resol. 5349/2023, que fue publicada en el Boletín Oficial. Son las inversiones de la clase media y la clase media baja, las que se realizan con mucho esfuerzo, para proteger su dinero y ahora surge esta medida para complicar la vida de todos los usuarios. Los grandes capitales juegan financieramente de otro modo y saben resolver sus negocios, porque transitan por otra realidad.
Las leyes son para ser observadas, respetadas y cumplidas por las clases más bajas, a las que se controlan con más celo. Tenía razón el doctor Favaloro cuando decía que unos pocos gozan hasta el hartazgo y la mayoría vive en la miseria y en la desesperación.
Que la gente ahorre, que tengan sus recursos para cualquier emergencia, pero con garantía y no con castigos como programa esta medida que ha instalado la AFIP. Se debería trabajar en fomentar el ahorro, en darle alegrías al que hace esfuerzos para hacerlo.