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El desafío de no ser mendigos sentados sobre bancos de oro

Opinión. Por Ricardo N. Alonso. Doctor en Ciencias Geológicas.
Sabado, 06 de mayo de 2023 19:33
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Hoy 7 de mayo se festeja el Día de la Minería en la República Argentina. Ello en razón de que la Asamblea de 1813 promulgó ese día un amplio decreto minero que abría las puertas para que todos los habitantes, nativos o extranjeros, gozaran de innumerables beneficios si ponían en explotación las minas y generaban riqueza genuina para las alicaídas arcas de la joven nación. Han pasado 210 años desde entonces. Desde que la sabiduría de los hombres de mayo, Juan Larrea, Hipólito Vieytes y Vicente López Planes plasmaran sus ideas en el famoso decreto que hoy se conmemora. Y sin olvidarse de Juan Antonio Alvarez de Arenales que en 1826 hizo un decreto visionario para la minería de Salta siguiendo los lineamientos de los próceres de mayo e igual de visionario.

También el 7 de mayo se celebra el nacimiento de Eva Perón. Ella fue un adalid a favor de la actividad minera y como muestra cabe recordar que recibió en su día a los mineros del país a quienes homenajeó en el Teatro Colón de Buenos Aires. Entre otros conceptos les dijo: "Siempre he tenido un gran cariño, tanto para los señores mineros como para los trabajadores, porque ellos van a las entrañas de nuestra tierra a sacar la riqueza que nos hará un país grande, libre y poderoso, como ambicionamos todos los argentinos para felicidad de nuestros hijos y de las generaciones futuras'. Asimismo, recordar que un 7 de mayo de 1910 fallecía doña Ascensión Isasmendi de Dávalos, la primera empresaria minera de Salta que supo explotar las minas de boratos de los salares de Diablillos y Hombre Muerto, especialmente estos últimos que pertenecían íntegramente a Salta.

Quien mejor ha tomado la posta del aprovechamiento integral de los recursos naturales, y especialmente de los minerales, es nuestro vecino Chile. Más allá de los vaivenes políticos recientes que pueden desalentar las inversiones. Uno solo de sus yacimientos, el depósito de cobre de La Escondida que entre otros descubriera Nivaldo Rojas, produce del orden del millón de toneladas anuales de cobre fino lo que representa a valores de hoy unos 8 mil millones de dólares por año.

La Escondida es un yacimiento excepcional, que junto a Chuquicamata y otros grandes proyectos a cielo abierto generan gran parte de la riqueza de Chile en uno de los desiertos más áridos del mundo. En condiciones muy adversas por la falta de toda clase de insumos que deben traerse desde otras regiones de Chile o desde el extranjero. Incluso el agua. Ahora bien, La Escondida está justo detrás de la frontera argentina, a pocos kilómetros del límite con Salta y Catamarca.

Esto es un recordatorio de la importancia de la Cordillera a ambos lados de la divisoria de aguas. Más allá de muchas disquisiciones geológicas que tienen que ver con la evolución de los distintos segmentos cordilleranos en función de los ángulos de subducción de la placa de Nazca y la historia geológica pre-andina, la Cordillera es un gran cinturón geológico-metalogénico que alberga grandes concentraciones minerales en sus caras oriental y occidental.

Un viejo minero decimonónico, Federico Benelishe, escribía en 1887: ..."conociendo yo con antecedentes las riquezas metalíferas que han hecho tan ricas a las Repúblicas de Chile, Perú y Bolivia, y convencido que esas riquezas habían surgido de las mismas Cordilleras, que dividen la República Argentina solo que ellas están en la parte occidental y la Argentina en la parte oriental, hay aquí los mismos panizos, las mismas rocas donde existen los metales de esos países". Y esto dicho en la segunda mitad del siglo XIX.

Pero además se preguntaba: "¿Por qué con tantas ventajas en los terrenos metalíferos no estamos en el ramo de la minería al alcance de Chile y otros países sudamericanos? Sobre esto no hay disculpas", decía. Benelishe escribió un librito sobre el tema cuyas frases resultan premonitorias. Señalaba entre otros conceptos: "...estoy persuadido que esta industria, está destinada a dar un vigoroso impulso al progreso material del país, el día que sean explotadas con inteligencia y práctica, las importantes riquezas que ocultan en sus entrañas casi todos los terrenos montañosos de la privilegiada República Argentina".

Benelishe era un español emigrado que llegó a nuestro país con una mano atrás y otra adelante. Trabajó duro y vivió hasta casi los cien años. Sus memorias fueron rescatadas por el suscripto de un curioso y olvidado texto (Véase: Alonso, R. N., 2017. Minería en La Rioja. Las memorias de Federico Benelishe y su descripción del Famatina en 1887. 1ra. Ed., Prólogo de Dr. Florencio Gilberto Aceñolaza. Mundo Gráfico Salta Editorial, 2017. 92 p.; 16 x 22 cm. ISBN 978-987-698-175-0. Salta).

Al igual que Alexander von Humboldt quién afirmaba que los países de la América del Sur eran 'mendigos sentados en bancos de oro' o mucho más tarde Juan D. Perón quién afirmaba que "no considero riqueza lo que está bajo tierra sino lo que se ha extraído", Benelishe estaba convencido de las riquezas de la nación y lo señalaba así: "¡Feliz del país en cuyo suelo se esconden esos inmensos tesoros que la pródiga Naturaleza brinda al hombre en cambio de un poco de intrepidez y de trabajo!".

Afirmaba con razón que: "La industria minera, así como toda clase de descubrimientos, dan a las naciones brillo, grandeza y porvenir". Y declaraba que escribía sus memorias deseando que: "...la única conquista y gloria a que aspiro es hacer conocer con la verdad por delante lo que es la República Argentina en riquezas metalíferas"...

Y todo esto, dicho como dijimos en 1887. Al cumplirse un nuevo aniversario de la Asamblea del año XIII, muchas de las verdades de Benelishe siguen más vigentes que nunca. Y las riquezas del país siguen aún dormidas en gran parte. Estamos esperando a los grandes proyectos como Taca Taca en Salta, Agua Rica en Catamarca, Pachón en San Juan y muchos otros que en total suman recursos de 60 millones de toneladas de cobre fino y que van a cambiar la matriz productiva del país. Recordemos a Lola Mora cuando se quejaba amargamente de los decisores políticos y nos interpelaba: "Hasta el último escolar sabe que nuestras montañas están repletas de minerales, que en el subsuelo de la república toda entera, se hayan entrelazado los yacimientos de combustibles y que con estas riquezas, no sólo podemos cubrir nuestras necesidades, sino alimentar... las industrias del orbe".

La seguridad jurídica es fundamental para lograr un marco para las grandes inversiones de riesgo. De la seguridad jurídica depende la confianza en las inversiones, sea de inversores locales, nacionales o extranjeros. Sin distinciones, como lo quisieron los padres fundadores de la patria en aquellos momentos iniciales y fundacionales de la República.

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