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La idea de escribir sobre mis seños de la primaria, de las que me acuerdo, surgió una madrugada en el programa Hora 24 en la AM 840 Radio Salta. Para el Día del Maestro le pregunté a Tucho Figueroa: "¿Vos alguna vez te enamoraste de tu maestra?". Como no contestó, yo confesé que sí me enamoré y ahí nomás largué el nombre y apellido, "Mirta Martorell", la seño de séptimo grado de la Escuela Julio Argentino Roca (1967 más o menos), una santiagueña. Risas va, risas viene, una fiel oyente, La Turquita, conocía a mi seño y le avisó de mi confesión.
El programa transcurría con la alegría de todos los días y un día el operador Julio Villafañe recibió un llamado e hizo señas que era para mí. Atiendo: "Hola, buenas noches, ¿quien está ahí?". Del otro lado contestó: "¡Tu seño de séptimo grado!". Casi me caigo, ¡qué alegría! Ella dijo que ¡cómo no se iba a acordar de semejante sanbandija! y al referirse al tema de que yo me había enamorado de ella largó risueñas, en broma, con la onda del programa: "¡Cómo no me lo dijiste antes!". El estudio se llenó con una carcajada en coro y seguramente la audiencia hizo lo propio en sus hogares.
Desde ese día prometí ir a visitarla, pasaron como dos años y nunca arrancaba, hasta que decidí ir cuando por el Facebook me saludó recientemente con mucho cariño para el Día del Periodista. Fui con mi hijo Facundo, que sacó unas fotos maravillosas y de paso fue testigo de tan hermosa tarde compartida.
"¡Cómo no me dijiste un mes antes para ponerme pestañas postizas!", dijo ella con todo el humor en sus sabios ochenta pirulitos al aceptar mi visita y contar su trayectoria como docente.
Ella se recibió como Maestra Normal Nacional en la Escuela Normal de Profesores Manuel Belgrano de Santiago del Estero. En tierra mistolera se desempeñó como maestra de plurigrado de primer y segundo grado en la escuela de Brea Puñuna; al año siguiente pasó a la escuela camino de las Termas de Río Hondo, cuarto, quinto y sexto grado. De ese lugar recuerda que participó como censista recorriendo a caballo los ranchitos, la acompañaba otra maestra montada en otro caballo. Detalla que al terminar la jornada volvían a esperar un camión para regresar a la ciudad porque el colectivo ya había pasado.
Su próxima escuela fue en La Banda, pero acota que su destino estaba en Salta. Cuando se casó se vino a Salta y lo primero que hizo fue inscribirse en el Consejo General de Educación. Trabajó como suplente en las escuelas Paula Albarracín, Mariano Cabezón, Julio Argentino Roca, Juana Azurduy de Padilla, Evaristo Uriburu, Indalecio Gómez, Escuela Normal, colegios Belgrano, del Milagro y Rivadavia. Fue titularizada como maestra de grado en la escuela San Martín (entonces nacional) y escuela Alberdi (provincial) por concurso de antecedentes.
Destaca que en la etapa como suplente la ayudó a conocer el programa de estudio y la articulación de los contenidos de la escuela primaria. Pasó el tiempo y por concurso fue secretaria docente, luego vicedirectora de la Escuela San Martín y Hogar Escuela. También concursó para la Junta de Clasificación de Disciplina, donde se desempeñó un año como secretaria y al siguiente como presidenta.
Ella recuerda que corría el año 1995 y asumía como gobernador el doctor Juan Carlos Romero y el doctor Antonio Lovaglio como ministro de Educación. En ese año terminaba su gestión en la Junta, pero fue convocada por el doctor Lovaglio para ofrecerle el cargo de la Secretaría Técnica del Nivel Inicial cuando comenzaba la reforma educativa en todo el país. Salta fue una de las primeras provincias en implantarla, no solo en su estructura sino también en sus contenidos. De ahí surgió la Educación General Básica, Nivel Inicial y Guarderías, más conocida por E.G.B y Nivel Inicial.
Intenso trabajo
Subrayó que fueron años de intenso trabajo donde se implementaron nuevos contenidos y una forma distinta de supervisar, conocer y apoyar a los docentes en toda la provincia. Su horario era de 8 a 24 por decisión propia y porque conocía los problemas de capital y del interior. Destacó que tuvo la suerte de trabajar con supervisoras de carrera que fueron, junto a los administrativos, el basamento de su gestión.
Entre tantas conquistas recordó que a partir de 1996, por resolución ministerial, los docentes del interior dejaron de estar acampando por días en la plaza 9 de Julio hasta su designación. La Junta de Clasificación y disciplina designó a las escuelas cabecera en distintos puntos del interior donde los docentes concurrían para su designación.
"Hay una frase que dice: 'Confieso que he vivido', yo puedo agregar: 'Y que he cumplido', es el final para una larga charla amena, matizada con bromas picarescas a su exalumno y su acompañante fotógrafo.
(Por Fredi Minola)