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Violencia en el aula: expertos proponen más apoyo emocional y programas preventivos en las escuelas

Un adolescente de 14 años fue detenido tras ingresar armado con un machete al colegio secundario 5176 de Villa Esmeralda. Expertos analizan las causas detrás de la violencia juvenil y proponen medidas preventivas para evitar que hechos como este se repitan.
Jueves, 27 de marzo de 2025 16:26
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Un adolescente de 14 años fue detenido luego de ingresar armado con un machete al colegio secundario 5176 de Villa Esmeralda, generando alarma y temor entre docentes y alumnos. La causa, que inicialmente estaba caratulada por lesiones, amenazas y daños, ahora se investiga bajo la figura de tentativa de homicidio, ya que se sospecha que la intención del menor era causar un daño grave a alguno de los presentes. De confirmarse esta calificación, el joven podría enfrentar severas consecuencias judiciales, aunque su edad implica que se le trate bajo el sistema penal juvenil. Expertos psicólogos, psicopedagogos analizan las causas detrás de la violencia juvenil en las escuelas y proponen medidas preventivas, como gabinetes psicopedagógicos y mayor atención de los adultos.

El 25 de marzo, un violento hecho conmocionó a la comunidad educativa de Villa Esmeralda, al sur de Salta. Un adolescente de 14 años irrumpió en el Colegio Secundario 5176 portando un machete, generando pánico entre alumnos y docentes. La situación se desató durante la jornada escolar, cuando el adolescente, cuyo nombre no fue revelado por motivos legales, ingresó a uno de los salones con la intención de intimidar y, al parecer, agredir a sus compañeros. La intervención de las autoridades permitió que el menor fuera detenido luego de varias horas de búsqueda, y finalmente fue puesto a disposición de la Justicia.

El impacto psicológico: análisis de expertos

El caso genero un intenso debate sobre las causas que llevaron a este joven a adoptar un comportamiento tan extremo. En diálogo con El Tribuno, la psicóloga clínica Marcela Aguirre brindó su perspectiva sobre el fenómeno de la violencia juvenil. Según la especialista, este tipo de comportamientos suelen tener múltiples factores de fondo que pueden estar relacionados con problemas familiares, sociales o incluso psicológicos. "Las conductas disruptivas pueden deberse a muchos factores", explicó Aguirre, añadiendo que, en muchos casos, los adolescentes actúan de manera impulsiva debido a situaciones de frustración no manejadas adecuadamente.

Aguirre destacó que trastornos como el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) son comunes entre los jóvenes que muestran conductas violentas. “Algunos chicos con TDAH tienen dificultades para manejar la frustración y suelen reaccionar de manera desproporcionada ante situaciones que los desbordan", explicó. Además, la psicóloga indicó que la violencia puede estar vinculada a problemas en el hogar, como el abuso o la negligencia, que afectan directamente la estabilidad emocional del adolescente.

Un aspecto clave que Aguirre resaltó es la importancia de la intervención temprana. "El diálogo es fundamental. Los docentes, la familia y los profesionales de la salud mental deben trabajar de manera conjunta para identificar y tratar las señales de alerta antes de que estos comportamientos se conviertan en hechos tan graves como el ocurrido en Villa Esmeralda", comentó.

También añadió que el estrés postraumático es una de las secuelas más comunes en las víctimas de violencia escolar, que en este caso incluye a los compañeros del agresor, docentes y padres. "Es necesario abordar este tema con seriedad, ofreciendo apoyo emocional y psicológico tanto a las víctimas como a la comunidad educativa en su conjunto", enfatizó.

El rol de las redes sociales: nuevos desafíos

Otro factor que se menciona como posible detonante de la violencia juvenil son las redes sociales, plataformas en las que los adolescentes pasan gran parte de su tiempo. La psicopedagoga Carolina O'Brien analizó cómo el uso desmedido de estas herramientas puede influir en los comportamientos de los jóvenes. "Las redes sociales, aunque no fueron el factor directo en este caso, pueden contribuir al malestar emocional de los adolescentes. A través de las redes, los jóvenes tienen acceso a información violenta o perturbadora, y muchos de ellos, por falta de contención emocional, terminan replicando esos comportamientos", explicó O'Brien.

"Los adolescentes son extremadamente sensibles a la información que circula en las redes sociales, y esto puede tener un impacto negativo en su salud mental y en sus relaciones interpersonales", añadió. En este sentido, tanto Aguirre como O'Brien coincidieron en la necesidad de que los adultos, especialmente los padres, asuman un papel activo en la supervisión del uso de las redes sociales. "Es fundamental que los jóvenes sientan que pueden hablar sobre lo que ven y experimentan en las redes, y que los adultos estén ahí para guiarlos y contenerlos", remarcaron.

Asimismo, O'Brien, remarcó que se tiene que trabajar, y desde la escuela, hacer planes de acción. “Pero sobre todo lo que estoy viendo, si no contamos con gabinetes psicopedagógicos, psicológicos, y les explico que eso es lo fundamental”, criticó. Luego explicó que el chico, si no cuenta con esa contención en casa, en la familia, es muy ideal que pueda ir a la escuela y tener un apoyo emocional, una escucha activa de un adulto que pueda mirar esa situación.

La respuesta institucional

A nivel institucional, la situación fue manejada con rapidez. Claudia García, supervisora del Colegio Secundario 5176, informó que el Ministerio de Educación está trabajando de manera interdisciplinaria para abordar el trauma causado por el hecho. "Estamos colaborando con la secretaría de Niñez y con la Fiscalía que lleva adelante el caso del menor", indicó García, quien también destacó que se estableció un protocolo de acción con el equipo de orientación escolar para ofrecer contención psicológica a los estudiantes y docentes afectados.

El adolescente no tenía antecedentes de conductas violentas

Según la supervisora, aunque el incidente fue extremadamente grave, no se registraron antecedentes de conductas violentas similares en el joven agresor. "Lo que sabemos es que tenía un historial de ausencias en las clases, pero nunca se había manifestado de forma agresiva anteriormente", indicó García. Esto generó una mayor preocupación entre los padres, quienes temen que hechos como este se repitan. Ante la inquietud de los padres, la supervisora confirmó que se ha convocado a reuniones informativas y se están brindando recursos para fortalecer el vínculo entre la escuela y la familia.

En cuanto al uso de los teléfonos celulares, un tema recurrente en la actualidad educativa, García comentó que la institución implementó un enfoque pedagógico para el uso de estas tecnologías. "Los celulares se utilizan con fines educativos, y en este caso, fue uno de los estudiantes quien grabó el video del suceso. Sin embargo, no podemos ignorar que el uso desmedido de estos dispositivos puede ser una fuente de conflictos", admitió.

Una problemática social más amplia

Este hecho pone de relieve una problemática social mucho más amplia. La violencia en las escuelas no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de un contexto social y familiar en el que influyen múltiples factores: la falta de recursos emocionales, los problemas familiares, la exposición a contenidos violentos en los medios y en las redes sociales, y la falta de contención en las instituciones educativas.

En este contexto, los especialistas señalan que la violencia juvenil debe ser abordada de manera integral. "Es esencial que tanto los padres como los docentes trabajen juntos para identificar las señales de alerta. Los programas de prevención y los gabinetes psicopedagógicos en las escuelas son herramientas fundamentales para contener a los jóvenes que atraviesan momentos difíciles", afirmó la psicopedagoga O'Brien.

La supervisora García coincidió en que el sistema educativo debe evolucionar para adaptarse a las necesidades emocionales de los adolescentes. "El uso de los celulares y las redes sociales son solo una parte del problema. Necesitamos generar un ambiente educativo en el que los chicos se sientan escuchados y apoyados, para que puedan enfrentar sus problemas de manera saludable", finalizó.

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