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Hacia finales de 1800, bajo la dinastía de Habsburgo, existió un reino que nucleaba grupos étnicos muy diferentes. Austríacos, húngaros, checos, italianos, polacos, rumanos, serbios y croatas, entre otros, convivían entendiendo que a pesar de sus profundas diferencias culturales se veían beneficiados con una defensa común contra las amenazas externas. Juntos fortalecían el Ejército Imperial, agigantaban su mercado interno y aprovechaban la infraestructura y modernización del reino. También las instituciones comunes permitían un crecimiento del conocimiento gracias a la mezcla de culturas que llegaba hasta las instituciones formativas. Todos estos factores mantuvieron cohesionado al imperio AustroHúngaro por más de 50 años. Algunas partes del imperio eran industrializadas y económicamente prósperas, como Bohemia y Morabia mientras que otras vivían con lo justo. Claramente, con tantas diferencias económicas, étnicas y hasta idiomáticas, siempre hubo grupos separatistas que luchaban por su independencia. Por ejemplo Checos y Eslovacos querían formar su propio estado, mientras que Serbios, Croatas y Eslovenos buscaban la creación de Yugoslavia.
Un día aconteció la guerra. Era 1914 y la primera guerra mundial amenazaba a toda Europa; las partes del Imperio no supieron mantenerse cohesionados, rápidamente el Imperio se disolvió y cada uno de sus miembros sufrió las graves consecuencias de enfrentarse como pequeña república naciente al monstruo grande que pisa fuerte. La historia posterior de éstos pueblos entre la primera y segunda guerra mundial es conocida: hambre, muerte, devastación. No sabemos cómo hubiese sido la historia si hubieran podido mantener la unión, pero seguramente habría sido menos dolorosa para ellos.
En tiempo de crisis quienes no comprenden que la unión hace la fuerza suelen actuar en detrimento de los demás, pero también de ellos mismos. Salvando las enormes distancias, valga este pequeño recuerdo histórico para graficar la amenaza que sufre hoy la comunidad médica. Un gran conflicto externo amenaza: la crisis política y económica.
Sería tema de otra nota, entre antropológica y humorística, marcar las diferencias y describir arquetípicamente el perfil de cada especialista. Basta con decir que un cirujano estético y un médico de familia se parecen tanto como los idiomas italiano y húngaro, ambos partes del Imperio. Justamente algunos grupos médicos ni comprendemos el idioma de los otros.
Estamos en "tiempos de guerra", esos tiempos en que los grupos se fortalecen o desaparecen.
Viniéndonos a una historia más cercana en espacio y en tiempo podemos contar que en la Argentina (y casi siempre en momentos de crisis económicas) se disolvieron las agrupaciones médicas en muchas provincias e indefectiblemente lo que sucedió a esto fue que el conjunto de los médicos vio denigrar progresivamente sus honorarios y comenzar la triste competencia de quién trabaja más y por menos. (Para muestra basta un botón: Córdoba con 3 Facultades de Medicina y una gran trayectoria médica, tiene hoy un valor de su consulta de la obra social provincial APROSS de un 63% de nuestra denigrada consulta de IPSS, y no tienen permitido el cobro de ningún plus o copago). Es importante mencionar también que siempre algunos pocos se vieron muy beneficiados de estas disoluciones, por oscuros y exclusivos acuerdos con los grandes empresarios de la salud.
La existencia aún en salta de un Círculo Médico (CMS) es una de las explicaciones del porqué los honorarios de esta provincia están aún entre los más altos a nivel nacional. Aunque no hayan escapado a la caída brutal de salarios que sufre toda la Nación y sean mucho menores de lo que quisiéramos.
Muchos fuimos inculcados desde nuestra formación en el ideario de que el médico es un apóstol y que no debería entrometerse en temas de dinero. Una supuesta pureza y excelencia médica, muy mal entendida ya que atenta contra ella misma. Personalmente me costó mucho tiempo entender la importancia del Círculo Médico, tal vez por la tendencia individualista de los galenos. Tal vez por la poca conciencia que tenemos de que dignificar la profesión es también saber cobrarla. Aprendimos a consolarnos con un "muchas gracias" o un vinito de regalo.
Pensé siempre, como muchos, que el CMS es una institución que solo está para quedarse con un porcentaje de lo mío, un mal necesario.
Hoy, frente a diputados que pretenden decidir cuánto podemos cobrar mientras eligen subirse el sueldo levantando la mano y tienen una resolución para continuar cobrando 2 años luego de abandonado el cargo, es hora de que entendamos que la fuerza que tenemos como efectores de la salud es inmensa si nos mantenemos juntos. Nula si nos separamos.
No es necesario crear nuevas asociaciones; el Círculo que nos reúne tiene ya 90 años de trayectoria en la provincia, lo reconocen todas las instituciones. Tiene peso específico. Quizás falta que lo reconozcamos quienes lo formamos. Las puertas están abiertas. Tal vez tiempos duros necesiten medidas cada vez más duras y para eso debemos cerrar filas y estar muy cohesionados.
Tenemos fuertes enemigos. Las grandes corporaciones de la salud tientan a unos pocos, pretenden dividir para reinar. Y vienen siendo exitosos sin excepción. Los individuos no pueden contra ellas; tal vez las instituciones sólidas sí.
Quedó demostrado en sucesos recientes el gran poder de negociación que tiene el CMS. Actualmente nos encontramos con muchos frentes de batalla abiertos; el desprestigio de la profesión por parte de autoridades políticas, el magrísimo valor de la consulta IPSS, los retrasos en los pagos, prácticas que no se actualizan o incorporan, la situación crítica de los internistas puros y de aquellas especialidades que no tienen prácticas. Creo que podemos luchar con fuerza, incluso aprovechar la crisis como oportunidad y obtener una mejoría global para la medicina en Salta si comprendemos nuestra fuerza y nos mantenemos juntos. De lo contrario, la crisis económica y también las otras (falta de aspirantes a especialidades, falta de formación, migración de cerebros médicos al exterior, etc.) golpearan muy fuerte y quién sabe si no con golpes de gracia.
Sintiendo gran orgullo de formar parte de una comisión de médicos comprometidos y honestos, que no es poca cosa. Me despido invitándolos a que sumen su fuerza y mantengamos la unión para dignificar la más linda profesión del mundo.