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La apuesta fuerte de Kamala Harris

Jueves, 05 de septiembre de 2024 02:11
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El lanzamiento de la candidatura de Kamala Harris modificó el escenario de la campaña electoral estadounidense. Lo que parecía un desfile triunfal de Donald Trump se convirtió en una elección abierta. Las encuestas le otorgan a Harris una leve ventaja pero la historia y las estadísticas indican que para ganar la Casa Blanca los demócratas deberían ganar por una diferencia muy importante de votos sobre su rival mientras que Trump podría perder en el total nacional de votos emitidos pero salir triunfante en el Colegio Electoral.

La llamada "inversión de resultados" no es novedosa en Estados Unidos. Ya sucedió en varias oportunidades. La primera fue en 1836, cuando Martin Van Buren, cofundador del Partido Demócrata, ganó la presidencia con menos votos que su contrincante. En este siglo George W. Bush se impuso sobre el demócrata Al Gore (vicepresidente de Bill Clinton) a pesar de haber obtenido un porcentaje de 0,5 % de sufragios menor que su adversario y en 2016 el propio Trump derrotó a Hillary Clinton pese haber cosechado un 2,1% menos de votos.

En 2019 Michael Geruso, Dean Spears e Ishaana Talesara, economistas de la Universidad de Texas, estudiaron la posibilidad de que ese escenario pudiera repetirse con frecuencia. En su trabajo "Inversiones en las Elecciones de Estados Unidos: 1836 -2016", examinaron más de cien escenarios electorales. Las conclusiones de su meticuloso trabajo fueron desalentadoras para los demócratas y esperanzadoras para los republicanos.

Los investigadores elaboraron un modelo matemático que establece que si la ventaja del candidato con más votos es de un punto porcentual. o menos, hay un 40% de posibilidades de que pierda en el Colegio Electoral. Si el margen es de dos puntos las probabilidades de ser derrotado en el Colegio Electoral son del 30%. Si la diferencia es de tres puntos las probabilidades de derrota en el Colegio Electoral serían del 15% e incluso si la ventaja fuera de cuatro puntos existe la posibilidad de que el ganador en las urnas sea finalmente derrotado.

El estudio consigna que "las probabilidades son asimétricas en función de los partidos. En el caso de que exista una inversión de resultados, las probabilidades de que sea ganado por los republicanos van del 62% al 93%. Los republicanos deberían ganar el 65% de las carreras presidenciales (o sea en treinta y tres de los cincuenta estados) si pierden el voto popular por una diferencia muy estrecha".

Por la composición y distribución de la geografía política estadounidense, las probabilidades de triunfo en el Colegio Electoral son mayores para los republicanos. En otras circunstancias históricas, en especial después de la guerra civil, la integración del Colegio Electoral favorecía a los demócratas pero ese escenario cambió radicalmente en las últimas décadas. La razón es que la masa de los votantes demócratas está concentrada en estados grandes (Nueva York y California) y en comparación esas regiones tienen menos representación en el Colegio Electoral que los estados pequeños y medianos, hoy con mayor inclinación por los republicanos.

El Colegio Electoral tiene 538 electores, que son el equivalente al número de senadores y representantes por estado, más tres delegados de Washington DC. Cada estado, más allá de su tamaño, tiene dos senadores y un número de representantes que está determinado por su población. Con 550.000 habitantes, Wyoming tiene tres electores, o sea un elector cada 183.000 habitantes. California, en cambio, tiene 39 millones de habitantes y 55 electores, es decir un delegado cada 710.000 personas.

Esta realidad obliga a los candidatos a focalizar sus esfuerzos en los "estados swings", que oscilan entre demócratas y republicanos. Esa caracterización remite hoy a seis estados: Florida, Pensilvania, Michigan, Carolina del Norte, Arizona y Wiscosin. De allí que la campaña electoral en los otros 44 estados sea casi simbólica o a lo sumo orientada a influir en los estados verdaderamente en disputa.

El ejemplo de Michigan

Un ejemplo prototípico es lo que sucede actualmente en Michigan, un estado clave, base de las tres grandes fábricas de automotores de Estados Unidos (Ford, Chrysler y General Motors), y un territorio en disputa para todos los aspirantes a la Casa Blanca. Los votantes demócratas de origen árabe afirman que Kamala Harrris tiene que ganarse su confianza, tras sentirse defraudados por la actitud del presidente Joe Biden respecto a la ofensiva militar israelí en la franja de Gaza.

La crisis económica de la década del 70, disparada por el traslado de una infinidad de plantas industriales de la región a China y otros países asiáticos, llevó a muchísimos habitantes del "cinturón manufacturero" a mudarse a otros estados justo en el momento en que el agravamiento de los conflictos en Medio Oriente acercó a esa zona a nuevas oleadas de inmigrantes libaneses, iraquíes, yemeníes y palestinos.

La ciudad de Dearborn, con una población de 110.000 personas, centro cultural de la comunidad árabe en Estados Unidos, podría tener un rol decisivo en ese "estado bisagra". El alcalde Abdullah Hammoud afirma: "Somos una ciudad global en la que casi el 55% de los residentes somos de origen árabe. Para muchos de nosotros, hablar de lo que está sucediendo en Gaza es hablar de nuestra familia, de nuestros amigos".

Dearbon es famosa por ser el lugar de nacimiento de Henry Ford pero alberga también al Centro Islámico de Estados Unidos (la mezquita más grande del país) y a una gran cantidad de supermercados, restaurantes y cafeterías árabes. Harris, quien prometió "no guardar silencio" ante los sufrimientos de los palestinos en Gaza, dialogó con dirigentes de Uncommited" (no comprometidos"), movimiento que encabezó la oposición a la nominación de Biden en las primarias demócratas.

Osama Silbani, editor del periódico "The Arabs American News" señala que "ahora estamos en modo escucha". Silbani recuerda que cuando fundó su periódico a mediados de la década del 80 el entonces alcalde hizo campaña en base a una plataforma en la que ocupaba un lugar central el "problema árabe", concebido como un peligro para la población local. Pero a medida de que la comunidad fue creciendo y los hijos de los inmigrantes árabes se recibieron de abogados o de médicos aumentó también su influencia política.

Los estadounidenses árabes y musulmanes, tradicionalmente considerados como conservadores, favorecieron a Bush en las elecciones de 2000. Pero la "guerra global contra el terrorismo" y las intervenciones militares en Afganistán y en Irak, que colocaron bajo sospecha a las comunidades musulmanas en Estados Unidos, los inclinaron hacia el campo demócrata. En 2018 los habitantes del sureste de Michigan eligieron a la demócrata Rashida Tlaib, la primera palestina-estadounidense en llegar al Capitolio.

La política de Trump de apoyo a las colonias israelíes en Cisjordania y la prohibición del ingreso a Estados Unidos de los habitantes de países musulmanes llevaron a los electores de origen árabe a apoyar a Biden en 2020, contribuyendo a la victoria de los demócratas por estrecho margen en Michigan. "Creo que la vicepresidenta Harris tiene una ventana de oportunidad que puede utilizar", dijo Faye Nemer, directora Ejecutiva de la Cámara de Comercio Estados Unidos - Medio Oriente. "O bien continúa la agenda del presidente Biden o bien establece su propia agenda".

Lo significativo es que los demócratas no se preocupan por granjearse el apoyo de las decenas de miles de estudiantes universitarios que en California o en Nueva York se movilizaron en repudio al gobierno israelí, quienes jamás votarían por Trump pero bien pueden optar por quedarse en sus casas por su rechazo a la administración de Biden. En California o en Nueva York ganan con o sin ellos. En cambio, pelean por el voto de la comunidad árabe de un estado menor, muy inferior en número, pero que puede inclinar la balanza en el Colegio Electoral.

El fantasma de Harris es la elección de 2000 cuando Bush ganó en el Colegio Electoral gracias a los electores de Florida, estado en que tras un escrutinio que duró 37 días el candidato republicano le ganó a Gore por una diferencia minúscula de apenas 537 votos en un país de 300 millones de habitantes.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

 

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